30/Final

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Narra Cepeda

Qué decir de ese viaje? Fue fantástico. Allí sucedieron dos cosas "importantes". Lo pongo entre comillas porque de importante es poco, pero me hace mucha gracia al recordarlo. Fue cuando le dí los billetes del viaje:

- Cepeda eres idiota!!! No te gastes tus ahorros en mí!! -dijo haciendo unos pucheros para parecer enfadada, pero era adorable. Le pellizqué un moflete mientras me reía a carcajada limpia.

- Me gastaré el dinero que sea necesario con tal de hacerte feliz Aiti - dije susurrándole a la oreja, lo que hizo que me ganara un golpe en el hombro y un escalofrío suyo.

-Eres idiota, Luis Cepeda.

-Ya, por eso me quieres - dije sonriendo.

-Por eso me traes loca.

Y en eso se basaban nuestros días en el conservatorio. Los días en la habitación del otro, estirados en el suelo cantando o hablando de tonterías varias. Porque así éramos. Y así nos queríamos.

No sabía cuánto tiempo llevábamos perdidos en la mirada del otro, pero así estábamos. Embobados en mitad del aeropuerto. Lo normal. La voz anunciando nuestro vuelo nos hizo poner los pies en el suelo y prepararnos para ir a la puerta de embarque.

Ayyy mi Aiti! Como la quiero yo. ¡¡¡¡Es tan blandita que me quiero morir!!!! Y la segunda, y la que más me emociona, es que fui su primera vez.

Me acuerdo que era ya la última noche allí. El hotel al que íbamos, el mejor de allí por cierto, tenía una cabaña en la playa que se podía alquilar para pasar la noche. Yo, al verlo, pensé que era el sitio ideal para ella, para mi, para nuestro momento intimo.

No quería hacer el típico cliché de las fresas pero, para que engañarnos, están buenísimas. A parte de estas, también cogí miel, hielos y champagne (aunque el hielo también lo utilizaría para una cosa pervertida ). Sobretodo cogí condones porque, para eso íbamos allí. Todo esto lo escondí porque no sabía seguro si lo haríamos o no, ya que no la quería presionar.

Eran las diez de la noche cuando estaba llevando a Aitana hacia la cabaña con los ojos vendados. Estaba muerto de miedo. Y si no le gusta? Y si me ve muy directo? Cada vez me arrepentía más de hacer esto pero, ya estábamos aquí y no podía volver ahora al hotel. Llegamos a la entrada de la cabaña y le desvendé los ojos. La moneda ya estaba tirada.

Desde este momento narrará Aitana

Cepeda me trajo a una cabaña que se encontraba delante de la playa y era preciosa. Perfecta. La entrada estaba decorada con antorchas como hawaianas y había un camino de madera de 1 metro que llegaba a unos escalones que desembocaban a la puerta de entrada. Era fantástica.

Me giré y vi a Cepeda mirándome de arriba a abajo como esperando una respuesta o algo. Sus ojos tenían una aura de preocupación y desesperación. Estaba realmente nervioso. Jugaba con sus dedos tímidamente y hacia un intervalo con su mirada de mis ojos al suelo y así continuamente. Me moría de ternura.

- Me encanta Luis,. Es perfecta, como tu.- Le dije con mi mejor sonrisa y al instante una sonrisa apareció en su boca, mostrándome sus dientes. Me encantaba cuando sonreía. Como se le achinaban los ojos y sus hoyuelos se hacían presentes. Era perfecto. Un completo Dios Griego.

Entramos en la cabaña y su interior era muy idílico. La cabaña era pequeña, donde se diferenciaban dos sectores. El recibidor que hacía de comedor y cocina, era cuadrado e especioso, lo que me sorprendió gratamente ya que desde fuera la cabaña parecía estrecha. Después encontrábamos una pared donde había dos puertas: habitación y baño. En una pared del recibidor/comedor había una televisor de plasma y debajo de esta una chimenea. Delante había un sofá donde vi que habían tres paquetes de palomitas.

Pensaba que era un juego, hasta que vi que era real AitedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora