Capítulo 12

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Prácticamente, todo ese día, lo pasé junto a Zoro, quien se negaba a irse. Y así habíamos acabado: él colocándose la ropa de la cena en mitad del campo porque al muy listo se le olvidó prepararse para la ocasión.

Entró al coche con el cuello de la camisa parecido al de drácula.

—Déjame, a ver.

Le coloqué la camisa y él encendió el motor del coche, casi asustándome.

—Podrías ser más delicado a veces, mononeuronal. -dicho esto, me giré hacia la ventana y le dirigí una mirada desafiante.

—No deberías insultarme estando en mi coche, idiota. -tenía razón dentro de lo que cabe.
Le saqué la lengua en tono amistoso y el viaje, que duraba aproximadamente 30 minutos, transcurrió sin problemas.

Zoro y yo estuvimos bromeando sobre bastantes cosas, finalmente estuvimos 5 minutos buscando un sitio dónde aparcar.

Yo no crecí en una gran ciudad, por lo cual se me hacía raro tardar tanto en encontrar plazas.

Salimos del coche a paso lento, ciertamente no tenía ganas de verle la cara a mis padres.
Iba a tocar la puerta cuando, de repente, esta misma se abrió.

—Os hemos visto desde la ventana. Soy la madre de esta chica tan guapa, encantada. -dijo mi madre con una sonrisa.

Sí, era la mimada de la familia.

—Mamá, este es Zo-Luffy, Luffy. -eso estuvo cerca.

Mi madre se limitó a sonreír cuando de repente apareció mi incivilizado padre, justo por detrás suya.

—¡Hombre! ¿Tú eres el Luffus del que tanto he oído hablar? -en su cara solo se apreciaba una sonrisa de lado a lado.

Vi por el rabillo del ojo a un Zoro demasiado amable y sonriente, procediendo a estrechar la mano con mi extraño padre.

—Si, soy yo, encantando. (T/n) me ha hablado mucho de vosotros.- Dónde se supone que está el Zoro que yo conozco.

Dejando atrás todo lo demás, di un paso adelante con intención de entrar a "mi" casa, y lo habría hecho de no ser por una madre sonriente me miraba con los ojos más brillantes que unas luciérnagas.

La miré extrañada y vi como señalaba hacia arriba con su cabeza. Ahora que lo pienso, sería mejor no haber mirado.

Zoro y yo nos volvimos a mirar, definitivamente yo había decidido que no vi aquel muérdago.

—Yo no creo que sea una buena ide... -me vi interrumpida por unos toques en mi cabeza procedentes del dedo índice del peliverde.

Ese idiota realmente quería hacerlo. Y no solo eso, sino que además quería hacerlo delante de mis padres.
Se acercaba lentamente a mi cara y ni tan solo se molestó en cerrar los ojos, le eché una mirada que valía por cuatro males de ojos y me puse de puntillas para llegar a él.

Quise simplemente imaginarme que no era él, pero no pude, sería mejor acabar con esto rápido.

Estampé mis labios contra los suyos dándole un beso corto, tampoco pretendía más.

Me giré hacia mis padres, quienes nos miraban sonrientes.

—¿Vamos? -Sonreí nerviosa al ver que mis padres no se apartaban.

Cuando pasamos al salón había una gran cantidad de diversos platos. Siempre ponían gambas, aunque las odiase.
Observé la ausencia de dos moscas cojoneras llamadas papá y mamá y aproveché para girarme hacia Zoro.

—Tienes los labios bastante suaves. -dije mientras tomaba asiento.

Zoro evitó mis palabras completamente, levantando una ceja.

Shanks x Lectora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora