Capítulo 19♡

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Agarré sutilmente una lata de melocotones en almíbar mirando sospechosamente la fecha de caducidad, no sería la primera vez que compro algo caducado.

Lo coloqué en el carrito de la compra y seguí caminando, mirando en cada estantería por si acaso se me pasaba algo. Miré por encima todo lo que había dentro de mi carrito y avancé unos pasos más hasta ver la cosa más fundamental de todas y que por cierto se me había olvidado.

Me acerqué a la zona de los cosmeticos y agarré una caja de perfume. El mío estaba por acabarse y no iba a ser tan rata como para pedirle a Robin.

Lo metí junto con todo lo demás y caminé en dirección a la caja.
Esperé durante un par de minutos hasta que comencé a colocar mis cosas en la cinta. Sonreí amablemente a la cajera y me puse frente a ella, mientras pasaba los productos de un lado a otro en el mostrador.

Miré pacientemente la pequeña pantalla donde pondría el precio total y saqué mi cartera.

—70'43. -exclamó la chica de detrás de la caja sacando dos bolsas.- ¿Quiere bolsa?

Asentí comenzando a guardar todo lo que había comprado después de haber pagado. Salí del supermercado con ambas manos cargadas. Hasta podría jurar que me echaban hacia delante por el peso.

Caminé en dirección izquierda antes de cruzar un paso de cebra. Mi móvil vibraba en mi bolso y el sonido de los coches hacía que mi cabeza diese vueltas constantemente. Miré a mi alrededor y giré la esquina de una edificio, dándome de bruces con una pareja.

—Oh, perdón, lo siento mucho. -contesté alzando la vista.

Abrí mi boca ligeramente y no pude evitar exclamar con sorpresa.

—¡Luffy! Cuanto tiempo, ¿qué tal estás? -musité con una sonrisa mientras me fijaba en la mujer que había a su lado.

Era Hancock, la chica de la cena. A decir verdad era alta, preciosa y contaba con una cuerpazo.

—Estoy dando con paseo con mi novia.  -exclamó sonriendo de oreja a oreja. Haciendo que la chica a su lado se sonrojase.

Novia. Acababa de decir novia.
¿Por qué la vida es tan injusta?

Abrí mis ojos como platos al escucharle.

—Oh, me alegro muchísimo. Espero que os lo paseis bien.

—Gracias, T/n. Nos vemos. -dijo el pelinegro despidiendose con la mano, yendo en dirección contraria a la mía.

Agarré mejor las bolsas que sujetaba y seguí caminando, mientras me fijaba en todas la parejas felices que había por la calle a esa hora.

¿Por qué todo el mundo era así de feliz mientras yo estaba camino de casa pensando en hincharme a base de melocotón enlatado? El karma me había dado de hostias hasta en el dni.

Pasé todas las carreteras sin mirar a los lados, no haciendo caso a lo que me habían enseñado desde pequeña. Ahora mismo no me importaría morir, al fin y al cabo era incapaz de sentir emoción alguna.

Había llegado hasta ese punto en el que estás tan triste que sientes que nada tiene sentido a tu alrededor, y necesitaba que alguien me recordarse lo bonito que es estar vivo.

Abrí la puerta de casa dejando mis compras en el suelo y las entré.
Una Robin con un vestido muy elegante me recibió feliz y con una mirada que hasta deslumbraba. Envidiaba sus curvas, su pelo, sus ojos, su inteligencia y todo lo que ofrecía. Esta chica era perfecta.

—¿Cómo me queda? -dijo sonriendo.

—Como si lo hubieran hecho para ti. -comenté mientras sacaba mi melocotón en almíbar de la caja y me engullía un trozo.

Shanks x Lectora (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora