Capítulo 27: En peligro.

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Las semanas pasaban lentamente, mientras el embarazo de Arianne era cada vez más evidente. Por consiguiente Gare al enterarse de su situación, la sacó de su encierro e hizo que pasara a vivir en el castillo, encargándose de que recibiera los cuidados y la atención más esmerada posible.
Aunque el amor, o más bien dicho, el encaprichamiento que sentía por ella fue tornándose gradualmente en odio al observar el profundo rechazo que Arianne le profesaba continuamente.
En cambio el fruto de su vientre le era muy preciado, para él.
Deseaba con todo su ser, tener un hijo, un primogénito. Esa criatura en caso de ser varón, tenía que entregarla al líder de los dragones negros. Era el pacto al que había llegado, para obtener el favor y protección de los dragones negros.

-Menos mal que estás aquí también conmigo.-Le dijo Arianne a su sirvienta y amiga Neida.
-Siempre estaré a su servicio, mi señora. -Le contestó con sumisión a su ama.
- Mira, Neida, tu y yo somos amigas, somos iguales. No quiero que me des un trato especial. Yo vengo de una familia humilde, y el hecho de estar aquí en este castillo, no cambia nada. Ya sabes que estoy en contra de mi voluntad, y que no siento ningún amor por mi marido. - Le contestó con tono triste, poniendo una mano sobre el hombro de la muchacha.
- Sí, pero lo quiera o no, usted es la Reina, es la esposa del Rey. - Le replicó Neida.
- Una Reina sin libertad, no es una Reina, solo soy su prisionera. Y el trato especial que tengo ahora, no se debe a mi persona, sino a lo que llevo dentro de mi. - Argumentó Arianne, con los ojos brillantes, intentando reprimir sus lágrimas.
- La comprendo, ojalá estuviera en mi mano ayudarla, me duele mucho verla así. - Se compadeció de ella
- Tienes que ayudarme a escapar de aquí. No quiero tener a mi hijo en este lugar. Tenemos que idear un plan, tenemos que huir lejos. Cada día que pasa va a ser más difícil para mí, debido a mi estado. Tengo que escaparme ya.- Le rogó Arianne a su sirvienta personal.
- Ya sabe que es sumamente arriesgado. El castillo está muy vigilado, hay soldados por todas partes. Además está casi de cinco meses de embarazo, lo que aún hace mucho más difícil la huida. - Trató de razonar Neida con ella.
- Estar en este lugar para mi es como estar muerta en vida. Además, después del parto, quien sabe lo que me ocurrirá. Posiblemente vuelva a las mazmorras y sea separada de mi hijo. Tienes que ayudarme, por favor. - Le suplicó ella nuevamente, a la muchacha.
- Quizás pueda conseguir algo de ayuda. No quería decírselo aún... pero el caso es que estoy enamorada de un joven soldado, llamado Ekan. No es cómo los otros hombres, es cortés, considerado, servicial. Y lo mejor de todo es que hace un tiempo, me expresó sus sentimientos hacia mí. Y bueno, pues el caso es que...nos comprometimos hace unas semanas. - Le confesó, ruborizándose Neida.
- Me alegro mucho por tí, te mereces lo mejor. Pero el caso es que... - Hizo una pausa antes de proseguir- Bueno, quizás sea mejor no fiarse de nadie. Es un soldado de Gare, y cómo tal le debe lealtad. Podría traicionarnos en vez de ayudarnos- Le dijo finalmente Arianne.
- El es diferente. Se hizo soldado, porque es la manera de ganar más dinero, en los tiempos que corren. Su familia es muy pobre, su padre está enfermo, y el es el hijo mayor de cinco hermanos. Así que la manera de poder ganarse el sustento, de mantener a su familia era alistándose como soldado. Pero sé que en secreto detesta a Gare, su orgullo y el afán de conquista que tiene. Lo que le convenció para ser soldado, es que en su caso no ha de ir a batalla, sino su misión consiste en proteger el castillo, como guardia personal del Rey. - Le contó Neida.
- Siendo ese el caso, no querrás que pierda su empleo por mi culpa. ¿No es así? - Le contestó con una sonrisa su amiga.
- Quizás no nos tenga que ayudar directamente, pero el conoce muy bien el castillo, los horarios de guardia, cuando es el tiempo en que hay menos vigilancia y otras cosas por el estilo. Aspectos que pueden ser muy útiles para nuestro plan. - Le contestó la muchacha convenciendo finalmente a su ama.
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- Tu podrías llegar a ser mi Reina. - Le dijo Gare a la joven muchacha que estaba en la cama con él, mientras le miraba a los ojos y le acariciaba la mejilla.
- Pero tú ya tienes Reina. ¡No puedes tener dos Reinas! - Le dijo la chica mientras reía.
- Una Reina, debe de complacer y satisfacer a su Rey, y tú, tú me satisfaces mucho. - Le dijo Gare a la muchacha mientras jugueteaba con ella, haciéndole cosquillas.
- Yo solo soy un capricho más de tantas otras - Le dijo ella de forma seria mientras se incorporaba en el lecho y se tapaba con la sábana.
- Sí, hay otras, pero tú eres la mejor. Tú eres especial. Mira te voy a contar un secreto... La gente enferma y muere. Hay mujeres que mueren mientras dan a luz... Nadie sabrá. Solo deseo de Arianne a mi hijo, mi primogénito. Ella me detesta a mi y yo la detesto a ella. Después de que tenga a mi hijo, no necesito nada más de ella - Le contó su lúgubre plan - Así tras un breve periodo de "duelo", podemos hacer una ceremonia digna de Reyes. Por todo lo alto. Con comida en abundancia, verdaderos manjares, con bailes, juegos, alegría, en la que corra la bebida, el jolgorio, la fiesta hasta el amanecer. - Prosiguió contándole detalladamente con todo lujo de detalles la suntuosa boda.
- ¿De verdad, me lo dices en serio? - Preguntó la muchacha entusiasmada.
- Nunca he hablado más en serio - Respondió Gare.
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- ¿Qué te sucede, porqué estás triste Aidan? - Le sorprendió Catrin mientras ponía una mano en su espalda.
- Estoy furioso, me siento impotente. - Respondió Aidan estando sentado en una roca al atardecer, mientras arrojaba pequeñas piedras a la lejanía - Arianne prisionera de mi peor enemigo. La pequeña Rhiannon lejos de aquí. Mi gente, mis amigos de Ehazur sufriendo abusos a manos de Gare. Trabajan de Sol a Sol, solo para mantener a un tirano. ¡Ojalá lo hubiera matado hace mucho tiempo! Porque aunque nunca me fié demasiado de él, no podía llegar a imaginar en el monstruo que llegaría a convertirse. - Dijo con rabia Aidan mientras lanzaba con fuerza otra piedra y le caía una lágrima de sus ojos.
- Bueno, no está todo perdido. Me tienes a mi de amiga, si te sirve un poco de consuelo. - Le dijo con melancolía Catrin, que siempre lo había amado en secreto.
- Te agradezco mucho tu apoyo desde el comienzo, desde que estaba sin memoria. No sé lo que habría hecho sin tí, eres la mejor amiga que tengo aquí. - Le contestó mientras le agarraba sus manos en señal de amistad.
- No hay de qué, para esto están los amigos. - Bufó ella, tras suspirar.
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-Vamos rápido es hora de irse. Póngase algo más de abrigo, la noche es fría - Dijo Neida a su ama tras abrir la puerta con la llave que le había sido confiada como asistente personal de la Reina, y tras haber burlado la guardia nocturna que a esa hora acostumbraban a estar medio adormilados.
Arianne ya la estaba esperando como habían acordado.
- Nunca podré agradecerte todo lo que estás haciendo por mi. - Le respondió mientras se ponía un manto para abrigarse.
- Ya tendrá tiempo para agradecimientos, mi señora. Menos mal que pude llegar hasta aquí. Creo que nadie me vio. Ekan me indicó que esta es la mejor hora, en el cambio de guardia. Debemos de bajar las escaleras que se encuentran en el este del castillo. El entretendrá a los soldados que vienen a relevarle, para que esté el lugar sin vigilar por unos momentos. Para conseguirlo fingirá haberse lastimado el tobillo, ganando la atención de los soldados de relevo, y apartándolos varios metros del lugar por donde tendremos que pasar, por detrás de ellos. Habremos de actuar con rapidez, pero con sigilo. - Le dió rápidamente las instrucciones a seguir Neida, su sirvienta.
Arianne aún se encontraba bastante ágil a pesar de su estado, para esa aventura nocturna. Los nervios de ambas mujeres estaban a flor de piel, pues no podían arriesgarse a ser descubiertas, porque las consecuencias serían nefastas para ambas. Un sudor frío recorría la frente de Arianne.
Ahí se encontraba Ekan sentado en el suelo y agarrándose el tobillo fingiendo un fuerte dolor, mientras los dos soldados le examinaban, para intentar incorporarle luego y ayudarle a caminar. Tiempo suficiente para que las mujeres pudieran salir de allí, sin ser vistas. Una vez fuera del castillo se acercaron rápidamente al lago y encontraron una barquilla que se encontraba allí ya preparada previamente por Ekan para facilitar la huida.
Sin hacer mucho ruido, agarraron los remos y se alejaron lentamente del lugar, tan solo con la leve iluminación de la Luna creciente, a dos o tres días para la fase de Luna llena.
Después de casi media hora de remar, se encontraban al lado opuesto, bajando con cuidado de la barca para no caer al agua. Ahora les esperaba una buena caminata, pero pronto empezaría a clarear, lo que les facilitaría su camino por el sendero para intentar buscar refugio momentáneamente en el poblado más cercano. Pero por otro lado el amanecer pondría al descubierto su desaparición del castillo, con la consecuente búsqueda desesperada del Rey y sus secuaces.

Dragones Blancos (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora