Capítulo 33: Terror en la oscuridad.

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Los días transcurrían felices y apacibles en Angus. El pequeño Thor, iba creciendo bajo el cuidado de su madre Arianne y la protección de su padre adoptivo Aidan.
Ya había cumplido los tres años y haciendo honor a su nombre, era una pequeña tormenta allí por donde pasaba. Le encantaba correr y brincar, así como parlotear sin cesar. Era la alegría de la aldea.
— Abuelito, quiero montar en tu caballo. Es muy veloz y fuerte. Súbeme a él — Le insistía el pequeño a Marcus el padre de Aidan, que era como un abuelo para el chiquillo.
— No, no puedes montar tu solo, aún eres muy pequeño, pero si te portas bien y te acabas la merienda que te ha preparado la abuela, te llevaré a dar una vuelta sobre él, vas a montar conmigo cuando acabe mi tarea. — Le prometió Marcus.
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— Te vamos a echar mucho de menos, Rhiannon. Te has portado muy bien y has sido muy aplicada, en tu entrenamiento con los dragones. — Le dijo la anciana Danna mientras una lágrima surcaba su mejilla.
— Aplica lo que has aprendido, no te descuides. Ya sabes que se espera mucho de ti en un futuro. Una Reina ha de saber ocupar su lugar. Pero tú no serás una Reina cualquiera. El Reino de Ehazur volverá a su esplendor, y tornarán los tiempos de paz y abundancia como antaño. Pero eso no será sin sufrimiento y sacrificio. Aunque mi esposa y yo ya no lo podremos ver. Nuestro tiempo se acerca. Pero en nuestra mente y corazón brilla la esperanza, desde que te conocimos.
Eres como una hija para mí, al igual que Catrin que también fue entrenada por los dragones aquí. Su misión es protegerte, vigilarte. A ella se le otorgaron poderes especiales para ello. Debes hacerle caso.
Ah...un último consejo antes de que partas. No confíes demasiado en nadie. La traición llegará en manos de quién menos esperas. Pero no puedo revelarte más. No me está permitido. No podemos alterar el curso de la historia, ni las profecías. Solo que sé muy cautelosa y no permitas que te engañen tus propios sentimientos.
Ahora debes irte y seguir creciendo, hasta convertirte en una mujer, en una Reina. — Con esas palabras se despidió de Rhiannon el sabio Lugaidh.
Rhiannon dio un fuerte y sentido abrazo a los dos ancianos, con quien había compartido junto a los dragones los últimos tres años de su vida. Había abandonado la niñez y ahora era una hermosa adolescente de quince años.
Tras eso se fue a despedir de Nerubian y Zenedar, quienes le habían proporcionado un inigualable entrenamiento que había convertido a la futura Reina en una veloz, flexible e inteligente joven preparada para afrontar nuevos retos futuros, así como convertirse en quien lideraría a humanos y dragones en la batalla.
Ahora Rhiannon besó y acarició la cabeza de Nerubian, quien le había mostrado su cariño como si fuera lo más parecido a una madre humana, no solo en lo referente a su entrenamiento físico y mental, sino que le habló y aconsejó respecto a muchos temas de la vida, teniendo largas charlas cada anochecer. Los dragones eran muy conocedores del comportamiento de los humanos, después de todo llevaban siglos observándolos. La dragona le agradeció ese gesto con un bufido mezcla de satisfacción y tristeza.
Después de eso, Zenedar, Rey de los dragones blancos y pareja de Nerubian, hizo montar a Rhiannon encima de su lomo y surcó los cielos para transportar a la joven cerca de Angus.
— Debes de proseguir tú misma el camino hacia la aldea. Allí te esperan con los brazos abiertos. Muestrales las cosas que has aprendido con nosotros. Haz que lleguen a confiar en ti. Inspírales, dales fuerzas y valor. — Le ordenó el noble dragón.
— ¡Así lo haré! Haré que crezca la llama del valor y la esperanza en sus corazones. Ya estoy preparada para ser la líder que todos esperáis de mi.— Contestó la joven con algo de arrogancia.
— Aún tienes mucho que aprender, mi joven dama — Le contestó Zenedar al tiempo que hacia el típico sonido de risa de dragón.
— ¿De qué te ries, Zenedar? ¡Hablo muy en serio! — Protestó la futura Reina.
— Es bueno, que tengas carácter, empuje. Sin duda eres un diamante en bruto. Pero eso no es suficiente... debes adquirir sabiduría, experiencia, perspicacia y eso no lo podemos enseñar los dragones, sino que su enseñanza se aprende en la escuela de la vida. — Le dijo en tono calmado el dragón.
Hemos disfrutado de unos años de calma, de tranquilidad, pero no debéis confiaros. Aún disfrutaréis de algunos años más de paz relativa, aunque podéis tener algunos encuentros mientras tanto con las hordas del mal, con los feroces dragones negros y sus aliados humanos. Pero ellos no están preparados aún para la gran batalla. Deben de organizarse, deben de reestructurarse, y eso significará cambios importantes en su Reino. Aún no van a atacar de una forma abierta.
Aprovechad este tiempo vosotros también. Fortalecer las alianzas con los otros Reinos. Estád unidos como uno solo. Debéis de prepararos, construid más y mejores armas, adiestraros para la batalla. Tienes mucho trabajo que hacer aún, para que todos los reinos se preparen para la gran batalla.
Pronto te coronarán Reina. Debes estar a la altura de ello. Debes hacerte respetar.
Mucho se espera de ti, joven Rhiannon. — Tras decir esas últimas palabras de advertencia y consejo, el magnífico dragón alzó el vuelo hasta desaparecer de la vista de ella.
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Gare se encontró de repente en una densa oscuridad. Su paseo nocturno, tratando de conseguir paz interior tuvo todo el efecto contrario. Una neblina que subía desde la Tierra, húmeda y fría le hizo estremecerse. Gritó con voz fuerte, llamando a su escolta, pero nadie hizo acto de presencia a su lado. Un silbido extraño se oía encima de la copa de los árboles. Más que un sonido, parecía una extraña música.
Ahora empezó a asustarse y agitarse de verdad. Pero no podía caminar, las fuerzas le habían abandonado. Los gritos no salían de su agotada garganta. Ahora empezó a divisar una sombra amenazadora. No sabía si era hombre o mujer, pues llevaba puesta una capucha. Esa figura se acercaba más y más a él. No podía ver el rostro de ese ser, pero un potente brillo iridiscente, manaba de sus ojos, lo que indicaban que no era un ser humano.
— ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de mí? — Pudo al fin preguntar con un hilo de voz débil y tembloroso.
— Te he estado observando Gare. Se exactamente quien eres. — Le contestó una voz suave, femenina. Como la voz de su madre, cuando el era un niño. Esa voz dulce era al mismo tiempo una voz fría y aterradora.
Se acercó lo suficiente como para tocar el rostro de Gare, una caricia fría, como la misma muerte.
Tras eso retrocedió unos pasos la extraña figura.
— Sé quién eres. Eres un ser despreciable, un títere de tus impulsos. No eres un líder. Te has convertido en un ser débil, temeroso, egoísta, que solo quiere satisfacer sus propios deseos. Te confiamos el mando, el Reino y nos has traicionado. Te has convertido en un hazmerreír, sobre nuestros enemigos. Y lo que es peor, tus propios hombres, tu ejercito ya no te respeta, solo te tienen miedo. ¿Piensas que vas a seguir reinando, por mucho tiempo más? - Dijo la figura que de forma extraña ahora había cambiado su voz a una voz potente y masculina. Una voz que imponía un gran temor y respeto.
— ¡Lo siento, lo siento. Cambiaré, lo prometo! — Contestó aterrado Gare.
Ahora retrocedió aún más la figura tenebrosa y tiró su capa al suelo. Ese ser empezó a crecer, a aumentar de tamaño, a dejar su forma humana, hasta convertirse en un gran Dragón amenazante, imponente.
Alzando la cabeza soltó una gran llamarada, que deliberadamente hizo que pasará por encima de Gare, pero haciendo que notará su intensa llamarada. Un calor asfixiante, como el vapor de como un gran horno, que parecía derretirlo todo.
— ¡No me mates, no me mates! — Imploraba Gare con todas sus fuerzas, intentando calmar la furia del dragón.
— Es tarde, ya para la clemencia. Ya no hay perdón. Pero no voy a matarte yo.— Le contestó la figura en forma de gran dragón negro, con una voz como el más poderoso de los truenos.
Gare, impotente, asustado y humillado se tumbó al suelo, acurrucado sobre si mismo y temblando en gran manera, esperando su inminente muerte.
Ahora, de súbito un gran silencio. Ya no habia nadie allí. El peligro había pasado.
Se levantó lentamente, tambaleante aún, mirando a su alrededor, sacudiendose con las manos el polvo que se había impregnado en su ropa.
Entonces empezó a caminar en dirección de vuelta a casa, tenía prisa por sentir el refugio bajo su cabeza. De pronto se encontró con alguien muy conocido que venía a su encuentro, portando una antorcha para iluminar el camino. Gare apresuró su paso alegre hacia él y empezó a narrarle con todo lujo de detalles su aterradora experiencia tan pronto estuvieron juntos, mientras caminaban hacia el castillo. Para su gran sorpresa, ahora vio como esa persona sacaba de su funda una espada reluciente, una espada, manchada goteando sangre fresca.
Gare ahora entendió el significado de las palabras que había escuchado. "Ya es tarde para la clemencia, pero no voy a matarte yo".
— No, no puede ser, tu no, tú no... — Dijo gritando a la persona que le acompañaba antes de morir sin piedad por esa espada que le atravesó por completo.

— ¿Qué te pasa, que te sucede Gare? — Dijo la nueva esposa de Gare, al ver como él se agitaba en la cama.
-¡No, no, no! ¡No me mates! — Gritó, mientras se despertaba de su sueño, sudando profusamente.
—Tranquilo, tranquilo. Todo ha sido una pesadilla, un sueño.
—Trató de calmarle ella.
— ¡Era tan real, tan impresionante! Una figura, primero con voz de mujer, luego de hombre, para convertirse finalmente en un dragón que me amenazaba.
Cuando pensé que ya estaba a salvo, alguien que conocía mucho, pero que ahora no recuerdo quién era, me asesinaba, me atravesaba con su espada. — Le contó Gare rápidamente a su esposa la pesadilla que había acabado de tener.
— Tranquilo, no era real. Sigues vivo, estás aquí, conmigo. — Le dijo su esposa, mientras le besaba en la frente para calmarlo.
—No, no era tan solo un sueño, es un presagio de algo malo, algo terrible, quizás una señal, una advertencia. Debo cambiar, debo de ser quien me corresponde. Debo ser un gran líder de nuevo....

Dragones Blancos (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora