Tu hermano te había acompañado cada uno de los días que fuiste a trabajar, no solo eso, también se había molestado en recogerte quince minutos antes de tu hora de salida. Te parecía un poco exagerado, pero comprendías su preocupación.
En los últimos días habían sucedido demasiadas cosas extrañas, incluso un reportaje de noticias advertía que la situación podía complicarse aún mas.No habías vuelto a ver a los tres hombres en el local de pizza y hoy en tu primer día libre pensabas disfrutar de un paseo cuando una llamada interrumpió tus pensamientos. Era tu jefe, Alan.
-Hola _____, me preguntaba si puedes venir a trabajar el día de hoy, se que es tu día de descanso, pero te prometo pagarte el doble y cambiarlo por cualquier día de la semana- la parte del dinero te había convencido mas que nada, así que aceptaste la proposición
-Esta bien Alan, nos vemos en veinte minutos-
Tu hermano seguía dormido y te dio pena despertarlo para que te acompañara al trabajo. Te despediste de tus padres explicándoles lo que había pasado y caminaste directo al local de pizza.
Para tu sorpresa en una de las mesas se encontraban sentados dos de los tres hombres, el joven y el de gabardina roja. La mirada del primero se desvió hacia ti apenas entraste por la puerta
-Buenos días- saludaste a Alan
-Buenos días ______ lamento mucho tener que molestarte-
-Esta bien Alan me viene bien la paga doble- respondiste con una sonrisa atravesando el mostrador.
Podías sentir como la mirada del joven seguía sobre ti, observando cada uno de tus movimientos
-Tengo que irme- te aviso Alan -pero prometo regresar antes de que tu turno termine-
Además del cocinero, solo estabas tu.
Era la primera vez que te quedabas sola en el local, por lo que fue normal sentirte nerviosa el resto del día. No tuviste que atender a muchos clientes, en realidad fue un día bastante tranquilo.
Estabas tomando tu descanso alrededor de las cuatro de la tarde, cuando escuchaste mas campanas de la puerta. Había llegado un cliente. Saliste de la cocina abrochándote el mandil en la cintura
-Buenas tardes en que...- observaste al hombre de cabello blanco, peinado hacia atrás con bastante pulcritud, su rostro recién rasurado y la mirada severa -Buenas tardes- repetiste maldiciendo mentalmente por el evidente nerviosismo de tu voz -¿desea ordenar algo?- el hombre negó, sus ojos claros contemplándote cuidadosamente. Era un hombre intimidante en cualquier aspecto, desde su estatura hasta su lenguaje corporal.
No tenias idea que significaba cada uno de sus gestos, pero no podía ser nada bueno
-Voy a esperar a mi hermano- lo escuchaste decir, con un tono de voz bastante peculiar, no era un tono grave, pero si era distintivo
-Esta bien- asentiste sin pensar en otra cosa mas que decir. Su presencia te ponía nerviosa y el aura a su alrededor parecía bastante oscura fuera de este mundo
Paso una hora mas. No había clientes en el local que pudieras atender. Estabas recargada en el mostrador y sin quererlo constantemente te encontrabas dirigiendo la mirada hacia el invitado hasta que su cara se giro a mirarte, sus ojos contemplándote directamente. Ni siquiera parpadeaste al ser descubierta y te inventaste la mejor excusa que se te vino a la mente
-Me preguntaba si desea algo para tomar, puede que tarden un poco en volver- contemplaste como fruncía el seño levemente
-Un vaso de agua mineral con un limón- no tenias idea si tenían agua mineral en el refrigerador, mucho menos si en la cocina podrías encontrar un limón, no era el tipo de bebida que le gustaba a los clientes cuando decidían comer pizza
-Enseguida vuelvo- dijiste antes de darte media vuelta, sin embargo el hombre en cuestión ya no te estaba viendo para entonces, había vuelto a enfocar su atención en la katana frente a él. Tan tétrica como pareciera la imagen, en realidad te daba la impresión que la observaba con admiración y melancolía.
Te tomo un par de minutos encontrar una pequeña reserva de limones que guardaba Alan en uno de los refrigeradores, el agua mineral había resultado no ser un problema, al parecer no solo le gustaba al misterioso hombre de la mesa
-Aquí tiene- dijiste al colocar el vaso de vidrio frente al hombre, sus ojos azules, cristalinos e inexpresivos te contemplaron por primera vez con curiosidad -¿pasa algo?- preguntaste al pasar unos segundos
-¿Sabes lo que significas para el?- sus palabras despertaron tu intriga
-¿Perdón?-
-¿Tienes idea de la debilidad que provocas?- quisiste preguntar mas, saber exactamente a lo que se refería, pero Alan y los otros dos hombres irrumpieron en el local en ese instante.
Tu mirada viajando entre los tres hombres con rasguños en el rostro y signos de batalla ¿que les había pasado? ¿A que se habían tenido que enfrentar allá afuera? ¿Y por que los tres te estaban mirando de esa manera como si algo en ti los estuviera poniendo en peligro?