Capítulo XXXIX

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Estamos rodeados por casi cincuenta miembros de la Elite, todos ellos vestidos con sus ropas oscuras. Es como si todo se detuviera alrededor de nosotros. Mi mirada se cruza con la de Jay Jason y un escalofrío recorre mi espalda. No termino de acostumbrarme a esta sensación. ¿Por qué Jay Jason debe ser precisamente la misma chica que fue mi mejor amiga durante tantos años?

— ¡Atrápenlos!

—Sobre mi cadáver —dice Sheryl y libera a Gyarados.

Gyarados es enorme, tanto que sólo basta con que adopte una posición de ataque para que la Elite retroceda. Todos ellos tienen Pokebolas en las manos y están listos para atacar.

Pero no, no vamos a luchar.

Nuestros Pokemon están demasiado cansados o heridos. Además, mientras más tiempo pasemos aquí nos será más difícil escapar. La Elite podría enviar a otros sujetos, más y más hasta que sean miles. Tiene que haber otra manera…

Así que bajo del lomo de Pidgeot de un salto y avanzo hacia Jay, acaricio a Gyarados al pasar junto a él para hacerlo acallar sus gruñidos y me detengo cuando solo un metro de distancia me separa de ella.

—Julie…

—Mi nombre es Jay. Julie Jason ya no existe.

— ¿Qué fue lo que te hizo la Elite?

¿Y qué fue lo que la Elite hizo conmigo?

James y Sheryl también bajan de los Pokemon para avanzar hacia mí y colocarse a cada lado. Incluso Diamond consigue acompañarnos a pesar de su pata herida.

—La Elite lo es todo para mí —dice Jay—. He sacrificado mucho para llegar hasta donde estoy y nada de lo que tú digas me hará cambiar de parecer. Ahora entrégame a los cinco Dioses Legendarios. Hazlo y les ordenaré a mis hombres que…

— ¿Tus hombres?

De nuevo Jackie y

Skyler hablan a la par. Ambas se acercan a nosotros y la ira se refleja en los ojos de ambas.

—Date cuenta, Jason —dice Skyler—. ¡Nada de lo que te obliga a hacer la Elite vale la pena!

— ¿No te duele saber que estás peleando contra tu mejor amiga? —secunda Jackie.

Skyler la mira y ambas intercambian media sonrisa.

¿Qué está pasando ahí?

Jay nos mira con indiferencia.

—Entréguenme las cinco Pokebolas Legendarias —dice remarcando cada palabra haciendo breves pausas entre ellas.

— ¿Las quieres? —Le digo y me resulta extraño mi tono amenazador, ella me mira con auténtico odio—. En ese caso, tendrás que luchar conmigo para obtenerlas —me acerco rápidamente a ella y la encaro, a pesar de que sea sólo un poco más alta que yo—. No permitiré que tú, ni nadie más, le ponga una mano encima a nuestros Pokemon. Así que puedes ir con tu líder y decirle que a pesar de tener una legión de Entrenadores de su parte, yo misma iré por su cabeza.

¿La que dijo eso fui yo?

Jay me mira confundida pero no le damos tiempo siquiera de preguntar.

— ¡Ataca, Mewtwo!

Es Harumi quien da la orden. Mewtwo salta y cae al suelo, levitando, para luego juntar ambas manos frente a su rostro como si estuviera orando y sus ojos se iluminan con ese potente resplandor púrpura. De él se desprenden cientos de ondas del mismo color que ese brillo, provocan un molesto zumbido en los oídos que aturde un poco. Todos caemos de rodillas cuando su técnica nos golpea también a nosotros.

Pokemon IV: La Cueva de UmbreonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora