Capítulo XXXI

1.3K 127 26
                                    

Hemos tenido que dejar el cuerpo de Skyler pues era imposible traerla con nosotros.

Dejamos el cuerpo de Yvisaur junto a ella, como si estuviera durmiendo a su lado, para que ambos se queden juntos. Luego tuvimos que escalar para salir de ese laberinto subterráneo y el viento gélido de Alaska nos golpeó con fuerza pues ya nos habíamos acostumbrado a estar abajo.

Todos estamos con el ánimo decaído. Sheryl lo está tomando peor que el resto, y con justa razón pues se trata de su hermana. Camina con la mirada agachada y las manos metidas en los bolsillos, sus ojos están rojos e hinchados. Las lágrimas corren por sus mejillas y el único sonido que emite son ocasionales sollozos. De repente se detiene para enjugar sus lágrimas pero eso no basta para que deje de llorar.

Me preguntó cómo afrontaría yo la situación si se tratara de David. Estoy segura de que no sería fácil. No sería nada fácil… Sería imposible sobrellevarlo. Yo quiero a David, en mi hermano encuentro un soporte, una figura que me da protección. Sé que no importa qué tan oscuras puedan parecer las cosas, siempre puedo contar con que David estará ahí para escucharme. Y si algo llegara a pasarle…

—Llegamos.

Liz habla con indiferencia.

Y con justa razón, ella no pasó tanto tiempo con Skyler como nosotros.

Incluso pensar en su nombre hace que sienta un vacío en la boca del estómago…

Lo que tenemos enfrente es un jet de color negro. Alguien ha pintado una cruz con pintura roja sobre el escudo de la Elite. Los diez kilómetros que caminamos para llegar aquí no parecen significar nada. Y quizá me alegraría o me impresionaría por ver ese jet, de no ser por lo mucho que me duele haber perdido a Skyler.

—Andando —dice Liz.

Y echamos a caminar de nuevo. James me toma de la mano para hacerme avanzar y David lo fulmina con la mirada. Al ver eso, Diamond salta a la cabeza de mi hermano para dirigirle la misma mirada a James.

Pero no puedo decir que eso es lindo…

Todo se ve demasiado gris.

Nos recibe un grupo de Entrenadoras, todas ellas vestidas con ropas oscuras como todos los miembros de la Elite. Son cinco en total, todas ellas resaltan porque tienen el cabello teñido de color azul. Al ver que Liz intercambia sonrisas con ellas, todos nos damos cuenta de que ninguna nos hará daño.

Como si eso importara ahora…

Abordamos el jet en silencio. Sheryl ocupa un asiento junto a una ventana, enjuga sus lágrimas de nuevo y se hace un ovillo. Abraza sus rodillas y sus pantalones de color blanco se ensucian con un poco de la sangre de Skyler que ella aún lleva en las manos. No está fresca, pero deja una marca roja cuando frota sus manos con algo.

—Ocupen sus asientos —dice Liz y avanza con David hasta la cabina del piloto.

David se detiene por un instante para abrazarme y besar mi cabeza de esa forma que hace siempre que me ve deprimida. Cosa que casi nunca ocurre y por eso sé que le angustia que en este momento me sienta así. Tengo que sonreírle para que se vaya con Liz, aunque sé que muy en el fondo quisiera abrazarme de nuevo.

Y, a decir verdad, yo también quiero que lo haga.

—Perla.

Miro hacia abajo cuando escucho la voz de Diamond y me agacho para levantarlo del suelo. Acaricia mi rostro con una de sus patas, con la que no está herida, y me mira angustiado.

—Estoy bien —le sonrío, pero él no se lo cree.

Yo tampoco lo creo.

Los motores del jet se encienden y las cinco Entrenadoras de cabello azul ocupan sus asientos, todas ellas acarrean armas y llevan Pokebolas en sus cinturones. Por alguna razón, me hacen sentir protegida… Aunque preferiría no volver a ver un arma de fuego en todo lo que me queda de vida.

¿A dónde iremos? —pregunta Mewtwo.

—De vuelta a New Jersey —nos responde la voz de Liz—. Dejaremos ahí a Perla y luego los llevaré a todos a sus casas.

¿Qué?

¡No!

¡Me niego!

¡No he llegado tan lejos como para correr a ocultarme en casa!

—Tengo que salvar a mamá —le digo decidida, aún a pesar del enorme nudo que tengo en la garganta—. ¡No voy a volver a casa si no es con ella!

—Perla, esto es demasiado grande para ti —dice David con severidad.

— ¡Ya no soy una niña! ¡Quiero pelear contra la Elite! ¡Quiero salvar a mamá!

—Tampoco yo quiero volver.

Todos miramos a Sheryl cuando la escuchamos hablar. Ella sigue hecha un ovillo y no nos mira, sólo mira por la ventana.

—Sheryl…

Intento acercarme a ella, pero algo me lo impide. Quizá es que la conozco demasiado como para saber que, aunque lo necesita, no debo abrazarla. No si ella no me lo permite.

—No voy a dejar las cosas así —dice decidida y enjuga de nuevo sus lágrimas.

— ¿De qué hablas? —pregunta Onyx, esta vez nadie lo mira mal por haber hablado.

—Jay Jason mató a mi hermana… Y yo la mataré a ella.

Me provoca un escalofrío esa voz asesina.

—Estoy contigo —dice Jackie sobresaltándonos, también ella está devastada.

—Y yo.

David sale de la cabina del piloto y me mira entre aterrado y enfurecido. Le devuelvo la mirada, poco convencida de que eso deba hacer.

—Ahora más que nunca quiero destruir a la Elite —le digo.

—Podemos hacerlo —dice James y se escucha bastante convencido.

—Todos juntos somos invencibles —secunda Diamond—. ¡Que esos humanos se preparen para enfrentar nuestra furia! ¡La muerte de Skyler no quedará impune!

Respondemos todos al unísono.

—Sí.

Sheryl esboza una auténtica sonrisa de gratitud y yo se la devuelvo.

—En ese caso, es hora de ponernos en marcha —dice Liz—. Siguiente parada: La Sede.

La Sede.

El lugar donde se ocultan los miembros de la Elite.

Que la Elite se prepare… ¡Esta vez se darán cuenta de lo que somos capaces de hacer todos juntos!

Pokemon IV: La Cueva de UmbreonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora