17

2.9K 452 389
                                    

Abe y Damian habían estado todo el viaje en auto nerviosos, Dieter estaba en el asiento delantero acompañando con una plática suave a su padre, que hacía bromas absurdas de las que solo el menor se reía y eso parecía ser suficiente.

No tenían idea de que ese día Dieter cumplía años.

Apenas tuvieron la oportunidad se bajaron corriendo del auto para buscar un regalo adecuado, aún cuando Dieter había dicho que tenerlos allí era suficiente mientras lo abrazaban esa mañana, y Abe se sentía muy mal porque sabía que Dieter en algún momento le dijo su cumpleaños, al menos Damian no tenía eso en su contra, nunca habían hablado de fechas importantes.

Y pensándolo detenidamente, no sabía qué regalarle a Dieter que no fuese relacionado a su carrera, es decir, en algún momento le dijo que le gusta dibujar y no sabe si eso es suficiente, ahora en cambio, eso jugaba en contra de Damian.

Dieter no pudo evitar pensar que su ansiedad al respecto era una idiotez, así que lo frenó.

—No necesito nada, ahora vamos a comprar lo que nos pidieron aquí ¿Bien?—Sus amigos no parecieron escucharle.

Diana le había regalado un juguete que parecía tener una historia privada detrás, ya que a Dieter le encantó.

Abe entró a una de esas tiendas que vendían cosas bastante ingeniosas y se fue al fondo de esta buscando algo, considerando que estaban en medio de la nada y demoraron una hora en llegar a pueblo, no podía pedir mucho más, se sintió medianamente satisfecho al encontrar lo que le pareció un juguete y que en realidad era una linterna que parecía una data de paisajes y universos, pensó que estaría bien, e hizo una mueca al ver que Damian había entrado a la misma tienda finalmente, y que había llevado un tarro de plástico lleno de aliens que se iluminaban en la oscuridad.

—¿Esos no se cajeaban en las papas fritas?—Preguntó Abe al verlos, Damian levantó sus hombros—Son bastante geniales, y tienen varios colores.

—¿Si?—El castaño levantó el tarro y lo miró—Oh, es cierto—Abe asintió—¿Y no son dañinos a la salud?—Preguntó de la nada, Abe lo miró como si fuese un bicho raro—Mi madre decía que estas cosas eran malas, radiación o algo así.

—Oh, si, mi mamá también lo decía, pero no, te aseguro que no activan un cáncer o algo así—Damian sonrió divertido.

—Gracias a Dios—Dijo dramáticamente, Abe también sonrió, ambos estaban sentados en una banca esperando que Dieter y su padre saliesen del supermercado, estos dos estaban deslizándose por toda la tienda metiendo cosas al carro sin parar, normalmente era así en cada cumpleaños, sobre todo con Camila, y dejó que ella eligiese su pastel antes de salir y dijo chocolate, era empalagoso, pero Dieter aceptó porque jamás fue fanático del pastel y prefería que ella que si lo era lo disfrutase más.

Cuando salieron Damian y Abe ya estaban derretidos en la banca, ciertamente en esos lugares hace más calor que en la capital, y ya la extrañaban solo por eso, se subieron desesperados al auto apenas el padre de Dieter les dejó.

—Te compré esto—Dijo derrepente Abe interrumpiendo el baile de Dieter al escuchar la música que le gustaba en la radio, el menor volteó en su asiento, primero para mirarle mal porque le había dicho que no era necesario, y luego, al ver la mirada del rubio, para aceptar su regalo.

—Muchas gracias—Sonrió, Damian abrió la boca antes de que se voltease para descubrir que había regalado el rubio, al menos él si lo había envuelto, Damian no, porque el tarro era grande para una bolsa de regalo.

—Yo te traje estos—Dijo el castaño, haciendo que Dieter volviese a voltear, sonrió agradecido sin ver aún el regalo y sonrió más al descubrir a los aliens de goma.

Suéter Amarillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora