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—Ayer ví por primera vez una reacción post-mortem—Comentó Dieter revolviendo sus macarrones, Abe levantó la mirada de su libro, Dieter también lo hizo—, Fue como, no sé, sinceramente creí que sería más horrible.

—¿Intentó pararse?—El azabache apretó sus labios.

—Eeehhh... No exactamente, como que levantó los brazos y se sentó, o sea cuando se sentó si retrocedí súper rápido porque oye, un muerto se sentó—Abe rió ante el rostro del menor, dejó el libro de lado y se cruzó de brazos mirandole—Pero luego alguien llegó y lo acostó con fuerza a la cama de vuelta, es decir yo sabía que los muertos podían hacer eso pero verlo fue otro nivel, y la doctora se rió por mi cara y me dijo “Y grita” entonces decidí que podía ir luego a la bodega para reponer, cuando el muerto no estuviese literal en el pasillo del subte—Abe asintió.

—¿Cómo que gritan?—El rubio frunció el ceño.

—Ah, le pregunté a la doctora que tiene mi cargo, dijo que cuando tienen que taponarlos tienen que quitar el aire, y gritan, y que es obviamente natural, entonces yo con todo mi morbo pensé “Jaja mi abuela se fue gritando”—Abe tomó aire y se cubrió el rostro intentando no hacer una mueca graciosa.

—Eres de humor bastante negro ¿No?—Dieter se encogió de hombros—. Yo no tengo mucho que contar de la universidad, solo que me está consumiendo, estoy haciendo mi último portafolio—Abe suspiró—, Ya no quiero más.

—Pero tú sales este año ¿No? Este semestre, en Mayo—Abe asintió.

—Es que esas son las malas noticias, los profesores están aprovechando su tiempo para masacrarme—Abe recostó su cabeza sobre la mesa—, no sé en qué momento pasé del nivel difícil al pesadilla, pero quiero volver al difícil, gracias—Dieter palmeó su cabeza.

—¿Tienes que dar el exámen en mayo?—Abe asintió—Y ¿Luego qué?—Abe desvío la mirada de los ojos de Dieter algo incómodo, era algo que aún estaba pensando, y no admitiría que en parte la decisión era porque quería estar un poco separado del menor.

—Pensé en irme a la universidad de Montreal—Dieter entrecerró sus ojos, Abe hizo una mueca— Pero ya sabes, aún es una decisión por tomar, y quedan—Contó con sus dedos— Cuatro meses—Dieter asintió.

—En Montreal hablan francés ¿No?—Abe asintió.

—Sí pero controlo el francés, y quizás las universidades usan el inglés, no conozco a nadie de Montreal.

—¿Y por qué quieres ir?—Abe se encogió de hombros.

—Dicen que la universidad es buena allá, quiero presentar un buen juicio para mi tesis, ya sabes, un caso único—Dieter asintió—, en Canadá nunca pasa nada—Dieter sonrió.

—Los internos de la sala rosa no dicen eso—El azabache metió una cucharada de macarrones en su boca—¿Qué casos quieres tratar?—El rubio negó.

—Uno que me haga leer mucho, la mayoría quiere tesis fáciles, pero yo quiero un reto. —Dieter asintió.

—Sí, es difícil no imaginarte en algo complicado con el carácter que tienes—Admitió el azabache—, Bueno, ¿Qué te parece si hoy descansas de la universidad y vamos por ahí?—Abe sonrió, Dieter suspiró mirando hacia otro lado.

—Sí ¿Qué quieres hacer? También te ves cansado. —Dieter rió.

—Dormir, dormir toda la noche. —Abe soltó un largo suspiro.

—Tengo 20 y si alguien pregunta mis fantasías sexuales contestaría dormir con calefactor, y eso es deprimente. —Dieter lo miró con una sonrisa divertida.

Suéter Amarillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora