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Había decidido a salir con Abe aquel fin de semana porque pensaba que no tendría cosas que hacer, ahora mismo está arrepentido de esa decisión.

Levantó la cajita transportadora para salir del autobús, su mochila rebotó por el peso cuando saltó, camino hasta el edificio y le dio sus datos al portero una vez más, había estado hace menos de dos días allí, y ya era normal que se apareciese por la casa de Damian, bien sabia que el portero ya le reconocía, pero es el protocolo, y hubiese sido más fácil respetarlo si un pequeño gato no hubiese estado peleando contra las paredes de la caja de transporte.

Subió utilizando el ascensor y toco la puerta de Damian, el castaño se demoro un poco en abrir y sonrió al ver a Dieter al otro lado de la puerta, este apunto la caja en el suelo.

—Hola—Saludó el menor—Alguien quería conocerte—Damian elevo sus cejas con una sonrisa.

—¿Quería o estaba obligado?—El azabache rodó los ojos.

—¿Vas a dejarme pasar o qué? —El más bajo abrió la puerta completamente dejando pasar al menor, este entró chocando un poco, dejó la caja en medio de la sala y suspiró cansado, cuando se quito la mochila se estiro, Damian hizo una mueca.

—¿Estás bien?—Dieter asintió rápidamente, al castaño le costaba admitir abiertamente que se preocupaba demasiado por Dieter, es decir, genuinamente, simplemente no había tenido un amigo tan cercano jamás

. —He dormido muy mal estos días, y Rodrigo ha estado pidiéndonos ayuda a mi y a Diana, simplemente esto de la anatomía no es su fuerte, pero también sé que tu carrera está explotándolos, ¿Cómo va?—Damian levanto sus hombros.

—¿Regular? No sé, soy un memorión de primera, no puedo decir que me cuesta demasiado, lo sabes, me divierte—Damian sonrió, el gato siguió arañando la caja—Quizás sea mejor con otro ser viviente en este departamento ¿No?—Dieter bufo—Digo, además de la lavanda que planté por tu abuelita, somos tres.

—Debería regalarte más plantas en ese caso—Damian asintió, sirvió jugo en dos vasos mientras Dieter sacaba al pequeño gato de la caja, este de aferró a su brazo.

—Podrías, he leído sobre lavanda en internet, estoy intentando ser responsable al respecto, es divertido de alguna manera, es más que lavar mis trastes o la ropa en la lavandería mientras mis vecinos me saludan y preguntan por mí, sobre todo la pareja del piso de arriba, te juro que intento ser amable pero solo me estoy acostumbrando al maldito sonido de su cama, y ahora estoy divagando—Dieter sonrió divertido, Damian le entrego un vaso con jugo, el gato se acomodo sobre las piernas del azabache.

—De cierta forma tu vida suena divertida.

—Haz estado aquí muchas veces, ¿Te parezco alguien divertido?—El azabache cerró uno de sus ojos con una mueca, Damian le golpeo el brazo con fuerza, el más alto se rió encogiéndose en su lugar—Tampoco seas tan duro, al menos te alimento.

—Me lo merezco, además no puedes referirte a una tarta sin huevos como tarta, me parece un engaño total, deja de mentirle a la gente—Damian empujó a Dieter con una sonrisa mientras este seguía riendo, cuando se calmaron el menor tomó al gato con mayor cuidado—Tiene sus vacunas y le enseñé a ir al baño, se acostumbró a dormir encima de mi cama pero quizás funcione comprarle un cama para él— El azabache le entregó el animalito a Damian con cuidado, la imagen le recordó a la primera vez que vio un parto en vivo y el padre tenía que tomar en brazos al bebé—No te hará daño.

—¿Cómo se llama?—Dieter miró a Damian—¿Qué?

—Deberías ponerle nombre—Damian hizo una mueca.

Suéter Amarillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora