Dieter ni siquiera fue a casa a buscar algo de ropa o una chaqueta más abrigada, solo le pidió a Leah que le dejase en la estación de tren más cercana y esperó los treinta minutos correspondientes para la llegada de su tren, tenía suerte de no haber tenido que esperar el de las 3 AM.
Leah y Diana se quedaron un rato allí intentando averiguar porque Dieter necesitaba tomar un tren a Montreal a las 12 de la madrugada en halloween, suponían que sería algo serio considerando que el azabache ni siquiera había lavado las marcas negras hechas con maquillaje de su cara, tampoco se había quitado el disfraz.
—Tú... ¿Estás seguro de querer tomar un tren vestido así?—Dieter asintió decidido, Diana tocó el hombro de Leah y negó con la cabeza, definitivamente Dieter no retrocederia.
—Dieter... Hmmmm.... ¿Se puede saber que ocurrió exactamente?—Dieter cerró los ojos fastidiado.
—Lo que ocurre es que Abe es un idiota—Leah se encogió de hombros.
—Tienes un punto ¿Pero lo irás a ver por ser idiota?—Dieter logró sonreír divertido después de eso.
—Lo iré a ver porque tiene que trabajar una muy buena explicación si quiere que no le rompa el cuello—Diana hizo una mueca y Leah silbo mirando hacia otro lado, el tren estaba pronto a llegar—. Sin embargo ustedes no son culpables y deberían volver a la fiesta y pasado increíble—Diana miró a Leah, la pelirroja negó lentamente con una sonrisa divertida.
—Nah, me encantan estos chismes, cuando te subas al tren nos iremos—La castaña asintió con una sonrisa divertida, Dieter asintió agradeciendo en voz baja.
El tren llegó apenas unos minutos después, Dieter suspiró, no habían más de tres pasajeros en el vagón que tomó, hizo señas de despedida en la ventana.
—¡Deséame suerte!—Gritó Dieter, Diana solo pudo leer sus labios y levantó los pulgares con una sonrisa.
—¡No lo mates!—Leyó en los labios de la pelirroja al otro lado de la ventana, Dieter asintió divertido, ambas chicas siguieron el vagón corriendo como niñas pequeñas hasta que esté desapareció de la estación y comenzó a cruzar su camino arbolado.
Dieter miró el boleto perforado antes de guardarlo en su bolsillo, se bajó el cierre del disfraz y amarró las patas traseras del caballo a su cintura, las únicas cosas que cargada eran su boleto, su celular, su billetera y un suéter que se puso apenas se sacó la parte superior del disfraz.
No viaja de noche desde que era niño, miró por la ventana, algunas gasolineras, casas, departamentos, cosas que saltaban a la vista en ocasiones entre árboles y muros altos, Dieter dejó su cabeza sobre la gruesa ventana del vagón, su pecho se llenó de sentimientos desagradables que le hicieron sentir borracho por un instante que se expandió por minutos.
¿Realmente había hecho algo mal? ¿Por qué tenía que seguir a Abe en la noche?
Recordó cuando fueron a patinar juntos en la madrugada, recordó a Abe saturandose de problemas y refugiándose, recordó como le ayudó cuando le asaltaron y como asistió al funeral de su abuela, suspiró. ¿Qué diría ella de esto? Seguramente comentaría que seguirlo era algo que debía hacer si realmente sentía que debía estar allí.
¿Dieter sintió que debía estar allí? Se lo planteó unos segundos.
El azabache había sentido mil veces la necesidad de pertenecer a algún lugar, como los chicos que veía pasar perteneciendo a equipos, a grupos, personas que incluso eran amigos de sus compañeros de trabajo, deseó algo así por un tiempo, deseó ser otra persona también, alguien que pudiese desenvolverse más fácil en todo aquello que los chicos de su edad solían hacer con otros, se sintió mal por ello. Luego estaba Abe, que Abe le había dicho que esas cosas estaban bien, que eran comunes de pensar, pero que era bueno verlo irlo a su ritmo, que las cosas llegarían de a poco, que a final de cuentas todos perteneciamos a algún lugar.
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Suéter Amarillo
Teen Fiction"¿Quién diablos utiliza un suéter de color amarillo?" Se preguntó Dieter un miércoles. "¿Quién diablos toma el bus tan temprano?" Cuestionó un martes. "¿Con quién diablos puedo conseguir su número?" Susurró un viernes.