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Que fácil es pensarlo, considerando que es casi imposible para él hacerlo, quizás el tiempo le estaba jugando en contra, o esa era su pobre justificación, el 25 de abril estaba sobre él, siendo el día siguiente por marcar en el calendario de la cocina.

Realmente quería hablarlo, había pensado hacerlo algunas veces cuando lo saludaba de paso por la universidad, o cuando jugaban juntos, cuando se mensajeaban, en muchas oportunidades; la realidad es que le intimida la sola idea, era como si sus entrañas se revolviesen entre ellas mismas, el corazón siempre terminaba en la garganta y la boca del estómago estaba inexplicablemente vacía, puro miedo.

Es un cobarde, lo sabe, pero este no es momento para concentrarse en ello, tenía un examen que rendir en la universidad y debía prepararse, si no tenía tiempo para descansar mucho menos lo tendría para sus dramas amorosos, estaba decidido.

Revisó sus apuntes de genes, masticó su chicle más rápido y esperó, intentando grabar las letras en su mente sin entender realmente el contenido.

¿Abe estaría ansioso por su examen? Seguramente lo estaría.

¿Debería llamarlo..? Eso haría él, probablemente.

Tomó su celular y entró a WhatsApp, no habían mensajes recientes del rubio, cosa que le hizo meditar un poco más, pero si estaba estudiando...

—¡Dieter!—Llamó Camila, tocó la puerta luego de ello, aún sin una respuesta fue atrevida y entró de todas maneras, eso, según Dieter y su conocimiento en el comportamiento de la menor era una mala señal, la escolar entró a la habitación y lanzó su mochila a la cama, se sentó en ella de un salto y buscó entre sus libros—. Mira esto, me lo ha dado Elijah, el muy tonto—Dieter recibió la carta que su hermana había estirado en su dirección, moviendo la silla del escritorio hasta allá.

—¿Qué es?—Preguntó, Camila negó estresada, el azabache reconoció el logo de la universidad.

—Velo por ti mismo. —Susurró sin dejar de mirar al azabache.

Dieter abrió la carta, leyó lo más rápido que pudo, frunció el ceño al notar que era una invitación a una licenciatura universitaria, y, el efecto fue aún mayor al notar que era de parte de Damian, miró a Camila.

—No deberías ir si no quieres, después de todo ustedes ya ni hablan ¿Verdad?—El cabello largo de la menor se repartió por la cama cuando ella se movió bruscamente, sin despegar sus ojos de su hermano.

—Sí, es cierto. —Camila asintió.

—Se la devolveré a Elijah, ese tonto, le dije que no era una buena idea, también le dije que no debería poner la cara por Damian, él pudo hablarte. —Dieter desvío la mirada, sí, es cierto eso también, es bastante infantil usar a tu hermano menor como un mensajero.

—No obstante, no deberías agarrarla con Elijah por esto—Regañó Dieter—, él solo estaba haciéndole un favor a su hermano después de todo, tú también lo harías por mí—Camila hizo una mueca—. Deberían hablarlo.

—Sí, lo sé—Camila estiró su mano—, le daré la carta cuando lo vea, no te preocupes por ello.

Dieter miró la invitación, frunció los labios, Camila lo miró atentamente.

—¿Quieres ir?—Preguntó suavemente, Dieter suspiró.

—Solo pienso que... Sí me invitó a algo tan importante entonces realmente quiere verme allí ¿Sabes?—La pecosa desvío la mirada.

—Sí, tienes razón en eso, pero... Como yo lo veo, ninguno se debe absolutamente nada—Dieter se encogió de hombros.

—Sí, eso está claro, solo pienso... Quizás debería ir, solo por educación—Camila mordió sus propios labios, volvió a sentarse en la cama.

Suéter Amarillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora