Capítulo 7, cuando la muerte acecha

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Cuando Adam empujó la puerta de salida del hospital, el aire golpeó a Amy en el rostro y se aferró a la chamarra de Daniel, lo sintió reír, pero estaba tan concentrada en sentir el aire del exterior en sus pulmones que no le hizo caso, aunque la risa de Daniel era la melodía más hermosa, el viento era tan... Perfecto, y había tanto que cuando los pulmones de Amy se llenaron de este, ella lo inhalo profundamente.

–¡¡AHHHH, NO HABÍA CORRIDO EN AÑOS!!

Gritó Meg, Amy sonrió y abrió la mano sobre el pecho a Daniel.

Meg pasó corriendo a su lado, tan rápida como Adam antes de detenerse a pocos metros después de Daniel y Amy.

Daniel observo a Meg burlón cuando ella se tiró al pasto y se recostó sobre este. Amy pudo ver la falta de aire y la forma en la que tomaba aire a bocanadas, mientras reía y miraba el cielo.

–Me agrada–susurró Daniel.

Amy rió tan solo un poco, pero volvió a inhalar más aire, la piel se le puso de gallina.

–Oigan...–empezó a decir, Adam, le puso una mano en el hombro a Daniel.

Él estaba mirando en dirección a Meg, estaba pálido como un muerto, eso fue suficiente como para que Amy supiera que sus ojos no estaban en Meg. Al instante ella dirigió la mirada al mismo lugar.

Meg se empezaba a levantar del suelo, Adam corrió hasta ella, le tomó el brazo y la levantó con un jalón colocándola detrás de él, ella no hizo ningún ruido, ni se impresionó cuando Adam sacó su cuchillo Serafín.

Había un hombre, más bien, un joven, su cabello era castaño claro, era delgado y sus pómulos filosos, también era muy alto... Pero sus ojos... Sus ojos completamente negros fue lo que hizo que un escalofrío recorriera la columna de Amy.

Eso fue suficiente para confirmarle a Amy de que seguramente su amiga sabía más del submundo de lo que Amy creyó.

No se había puesto a pensar en eso. Que Meg supiera sobre eso y no le hubiera dicho. La amiga de Amy había visto sus runas antes, ella sabía que eran los cazadores de sombras, que no se hubiera alejado de Adam con su cuchillo Serafín fue prueba suficiente, pero ¿por qué no había dicho nada?

–Mierda–Maldijo Daniel–. Voy a tener que bajarte, no te alejes de mí.

Le ordenó. Usualmente Amy le diría que se metiera su orden por el culo, pero estaba tan asustada y débil, que prefirió hacerle caso, en otro momento lo haría.

Ella gruñó cuando Daniel la puso en el piso. Incluso con el iratze en el brazo, Amy seguía sintiendo dolor en el cuerpo, y aunque ella deseara más que nada para que un simple iratze la salvase sería imposible que la runa le quitara ese tipo de dolor.

Daniel se puso delante de ella, su mano tomó la de Amy y con la otra apuntó con el cuchillo Serafín al joven. Amy sabía que él también estaba alerta en todos lados, por si decidiste traer amigos pensó Amy.

Muerte...

Él va a morir...

Va a morir...

Volvió a escuchar la voz de la mujer.

Amy miró a Adam esperando a que el demonio se acercara e iba a hacerlo, Amy estaba segura, pero antes de que lo hiciera, Amy gritó.

–¡Adam!

Amy no había puesto atención a las advertencias, usualmente no lo hacía, las escuchaba pero no les prestaba atención,  incluso aunque una vez le dijeron que moriría, ni siquiera así, pero en ese momento, al ver al demonio...

El chico retrocedió, empujando a Meg a sus espaldas cuando el demonio empezó a correr.

Adam parecía estar más que preparado para detener al demonio, pero antes de que el demonio se les acercara completamente a Adam y Meg, una gran camioneta, más bien, un jeep de un limpio color plateado lo arrolló, Amy pudo ver cómo la columna vertebral del joven se partía cuando cayó al pavimento, y como la sangre se desplomaba, no sólo por el suelo, sino también en el cofre.

Amy se cubrió los ojos y soltó un grito de sorpresa. Amy no pudo oír a los demás, solo sentir lo tenso que Daniel se había puesto.

La ventana del auto se abrió del lado del copiloto y Mason se asomó mientras se sostenía del volante.

–¡Suban!–gritó.

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora