Capítulo 26, porque eres lo que mas amo

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La brisa primaveral entró en la habitación, moviendo las cortinas como un fantasma de color claro.

Amy no abrió los ojos rápidamente, sino que se tomó su tiempo. Se acomodó como siempre sintiendo el pecho de Daniel subiendo y bajando bajo su cabeza.

Podría acostumbrarme a esto pensó. Era verdad, todavía se sentía extraño que Daniel durmiera con ella. A veces todavía le costaba recordar que no iba a despertar en una pequeña, dura e incómoda cama, sola y con mantas y sabanas que no calentaban nada durante el invierno helado. Ahora tenía a Daniel que incluso aunque no espantaba a las horribles pesadillas, aunque sea se sentía cómoda y protegida con él ahí, en su hermosa habitación, con su enorme cama con mantas tan suaves que con solo tocarlas Amy ya tenía ganas de envolverse en ellas aunque hiciese un calor del demonio.

Amy lentamente levantó la cabeza y se encontró con un tranquilo y dormido Daniel, despeinado y con la boca medio abierta. En ese momento, en el que no se apenaba en verlo con detalle sin que él lo supiera era su cosa preferida. Era darse cuenta de un ese era su hogar, ese era el lugar en el que se sentía cómoda, con Daniel junto a ella todo el tiempo recordándole que ya no estaba en Saint Salazar. Con Daniel que la abrazaba y protegía siempre que lo necesitaba, que le decía que todo estaría bien.

Incapaz de contenerse, Amy le pasó la mano por el cabello a Daniel y con la otra le acarició el pecho, sintiendo el calmado latido de su corazón respondiendo a su tacto, al igual que una pequeña sonrisa que desapareció tan pronto como había aparecido.

–Mmmmm–se quejó Daniel.

Amy sonrió y volvió a hundir el rostro en el pecho de Daniel, aquel sutil olor a su jabón de lima le inundó la nariz.

Los brazos de Daniel se aferraron con más fuerza alrededor de Amy, estrujándola con fuerza para que ella no se alejara.

–¿Qué hora es?–preguntó Daniel.

Su voz se escuchaba ronca, el sueño todavía estaba presente. Otra cosa por la cual sentirse afortunada eran esas pequeñas muestras de que ya había intimidad y que no les molestaba que se vieran terrible por la mañana. Amy siempre había querido tener algo así con alguien, en cambio en el pasado había tenido un novio idiota que la manoseaba aunque ella no quisiera y que la había traicionado por algo estúpido al punto en que casi terminan con su vida... 

Pero eso es lo de menos, aunque sea me amaba, ¿no es cierto? Pensó sarcástica. Era desagradable recordar a Chase sabiendo lo horrible que había sido al final.

–No sé–respondió, sonrió cuando él le jalo un pequeño manojo de cabello.

Levantó la mirada, se encontró con la de Daniel apenas lo hizo. Todavía tenía unas oscuras y muy marcadas ojeras, sus pómulos sobresalían más de lo que antes lo habían hecho...

Estuvo mal por mí pensó, sintiéndose tan culpable que la hizo voltear a otro lado y acercarse más a él. La había hecho daño sin que siquiera fuera su intención, lo cual era peor. Él ya había pasado por tantas cosas horribles, no merecía más, eso era lo que le molestaba, que no había tenido la intención dé o siquiera la oportunidad de decidir. No culpaba a Daniel por ser un buen novio que la quería proteger de ese cruel mundo, pero Amy quería tener la oportunidad de decidir, de decidir si valía la pena una vida sin Daniel o una sin su familia, aunque en ese momento dudaba que quisiera una en la que su padre estuviera involucrado. No se enojaba con Daniel por haber tomado esa decisión sin su consentimiento, de hecho lo amaba más por eso, por la intención que había tenido. Todo para protegerla.

Si no supiera el propósito simplemente hubiera pensado que era sexista que un hombre tomará decisiones por ella, pero era Daniel, y había sido por su bien, aunque obviamente ella no volvería a dejar que tomará decisiones por ella, pero había sido por su bien, y le agradecía eso, aunque su plan no hubiese terminado como él lo había planeado.

Tal vez no le molestaba porque ella habría hecho lo mismo si tuviese la oportunidad, de darle una vida sin pérdidas ni pesadillas.

Daniel tomó la mano de Amy, lo cual llamó su atención, volteó a ver lo que él hacía. Se quitó el anillo Herondale de su dedo anular y lo resbaló por el delgado dedo de Amy. Ella no sabía mucho de los nefilim, apenas si había aprendido algunas cosas en toda su vida, muchas de ellas no las recordaba por el hechizo de Ahira, estaban presentes, pero tenían una extraña capa, como si sintiera la presencia pero no pudiera acceder completamente a ellos. Las cosas que había aprendido al conocer a Daniel no habían sido tantas como hubiese querido, pero sabía que cuando se intercambiaban anillos familiares era algo serio. Era la manera de los cazadores de sombras para pedir matrimonio, además de que él se lo había dicho.

Un día estás volviéndote loca en un hospital psiquiátrico y al otro ya te estás comprometiendo, interesante. Pensó, odió a esa vocecita en su cabeza que siempre estaba presente en los momentos en que menos la necesitaba.

–Vas muy enserio, ¿verdad?

Su sonrisa fue tan brillante y real que la hacía recordar lo afortunada que era por tener a un hombre tan atractivo enamorado de ella. Daniel era todo lo que podía necesitar, incluso aunque extrañaba a su hermana no había nada que pudiera hacer, menos con respecto a su madre, quien seguía desaparecida. Quería seguir buscándola, pero no había noticia ni de ella, ni de Aaron... Amy ni siquiera sabía si ella seguía con vida y buscarla sería casi imposible sin la ayuda de la clave ni nadie fuera del instituto. Mucho más difícil sin la aprobación de la clave.

Intentó no parecer triste, pero fue casi imposible, todo iba muy en serio, ¿no debería de estar feliz? En especial cuando en verdad quería casarse con Daniel, cuando quería pasar el resto de su vida con su increíble novio.

–No tenemos que casarnos de inmediato, si tú no quieres. Que sea una promesa, tuya y mía... ¿Qué dices?

–Digo que Amy Herondale suena de mierda.

Daniel rió y le jaló el cabello un poco, ella le sacó la lengua y se abrazaron con fuerza.

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora