Capítulo 8, difícil de perdonar

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Daniel no tardó ni un segundo más, guardo su cuchillo serafín, jaló a Amy y la tomó en sus brazos. Corrió en dirección a la camioneta, Amy se sujetó con fuerza de su cuello. El abrió la puerta trasera del jeep y Daniel se subió con tal rapidez que Amy apenas si se dio cuenta cuando ambos ya se encontraban en el interior.

El interior del jeep era bastante cómodo y olía a la colonia de Mason por todos lados. La chica quiso sonreír al sentir todo tan familiar, incluso aunque no supiera que su amigo había cambiado su caro automóvil por un jeep.

La nostalgia inundó sus sentidos, y supuso que se notaba ya que mientras Meg y Adam subían, Meg en el asiento delantero, al lado de Mason, él le sonrió un poco y ella le guiñó un ojo.

–Gracias por matar al demonio, ya te amo.

Mason se sonrojó y asintió con una sonrisita, pero dirigió su mirada a Amy y Daniel. La chica estaba recargada en el pecho de él y Amy le pasó las manos por los brazos que él tenía alrededor de la cintura de la chica. El chico sonrió y la abrazó con más fuerza.

Amy no se había sentido tan bien en meses, mientras Daniel la abrazaba ella se sentía mejor, aunque el dolor seguía estando ahí, había una gran diferencia. Antes se sentía sola y eso era lo que más dolía.

Le agradecía a Raziel que las cosas iban a cambiar. De que ella ya podía estar con Daniel... Tal vez, si él quería, claro.

Ella esperaba que si.

Cuando Adam se subió al jeep al lado de Amy, ella le puso las piernas sobre los muslos y le tomó la mano a su amigo. Al momento Adam le sonrió y le estrujo la mano con cariño. Ella le hizo una mueca y le sacó la lengua.

Daniel le plantó un beso en la sien para que después Amy se quedara completamente dormida.

*******

Amy se despertó cuando Daniel se bajó del jeep de Mason con ella en brazos.

Cuando él notó que ella había despertado, le sonrió un poco.

–Estoy bien, puedo caminar.

Daniel hizo una mueca de desacuerdo.

–¿Segura, Swan?

Preguntó, ella estaba segura de que él estaba haciendo un gran esfuerzo para no mirar sus delgadas piernas.

–Si–respondió, ella le acarició la mejilla.

Daniel lentamente y con mucho cuidado bajó a Amy, la sujetó de los brazos con fuerza, Amy se sostuvo de ellos hasta que consiguió equilibrarse.

Daniel le sonrió cuando ella levantó la vista a él. Por un momento mientras veía esos hermosos y brillantes ojos verdes, Amy se sintió como antes, fuerte, capaz, segura de lo que estaba haciendo, pero más que nada, era afortunada.

Afortunada de tener a sus amigos, de tener a Daniel en su vida. Aunque nada había sido perfecto, que no hubiesen tenido el tiempo que quería pasarlo juntos, eso probablemente cambiaría en días. Tal vez esa posibilidad fue lo que le dio fuerza y esperanza.

Como si fuese una promesa.

–Amy–la llamaron.

Ella no quiso voltear y apartar la vista de Daniel, no quería volver a hablar con Mason, sin importar su acto de valentía.

No sirve de nada ignorarlo... Enfréntalo de una vez, cobarde. Le dijo aquella parte de ella que había permanecido muerta por meses, era como una persona hablándole, diciéndole lo que estaba mal y no debía de hacer y lo que era necesario que hiciera.

Amy solo lo miró, no dijo nada, ni siquiera se esforzó. Mason estaba dos escalones abajo, como si temiera acercarse más a ella... Como si ella fuese una bomba a punto de explotar y tal vez si lo fuese.

Le costó trabajo bajar un escalón, pero lo hizo, se sintió orgullosa de sí misma. Odiaba que las piernas le temblaran tanto, además de que el viento helado no era de ayuda.

Mason se pasó una mano por la parte posterior del cuello, solo entonces Amy se dio cuenta de lo largo que tenía el cabello, las ojeras, el rostro más delgado y los músculos ya no tan perfectamente ejercitados.

Ja... Claro, como si tuvieses el jodido derecho de ser una puta víctima. Pensó enfadada, no había nada que Amy odiara más que eso. Tal vez sí había pasado por mucho en el proceso del año, pero por el momento fue lo primero que se le ocurrió, fue lo que el enfado la hizo pensar.

Él no era víctima de las malas decisiones de su familia, no, Mason había estado del lado de ellos, después de que Amy lo perdonara antes por no creer en ella, por haberla abandonado cuando lo necesitaba. Él siempre había prometido que estaría con ella sin importar que, pero apenas las cosas se complicaron o se volvieron extrañas y Mason se había ido, lo había perdonado, era lo correcto, todos tenía derecho de tener miedo, ¿pero no hacer nada mientras la veía morirse?

Mason se quedó en el mismo escalón, sus manos temblaron cuando las levantó para abrazarla, pero Amy se hizo a un lado, conteniendo un gruñido cuando sus piernas temblaron tanto que casi cayó, pero solo miró a Mason.

–No–dijo, sintió la mano de Daniel en el hombro, protegiéndola–. Solo porque arrollaste a un demonio no te da derecho a abrazarme.

El rostro de Mason palideció y su mirada fue al lugar en que sus botas se encontraban, se veían muy mal cuidadas lo cual era raro ya que Mason siempre cuidaba sus zapatos.

Tal vez si estaba mal, tal vez sufría por la amistad que habían perdido, pero él no entendía, incluso aunque Amy se lo explicará, aunque viera en el estado en el que estaba y como se sentía ser un esqueleto con piel sobre los huesos él no entendería, ni siquiera Daniel que podía entenderla mejor que nadie.

–Lo siento...

Se disculpó Mason con lágrimas bajando por sus mejillas.

Amy sentía que su corazón se rompía... Más de lo que ya estaba, pero se mantuvo firme, alzó la barbilla.

–Esto no tiene perdón.

Dijo, subió un escalón y casi cayó, aunque Daniel estuvo ahí para sostenerla. Amy tomó a Daniel de la chaqueta y hundió el rostro.

–Amy...

Empezó a decir Mason. Eso hizo que Amy se destrozara, las lágrimas salieron de sus ojos y ella estrujo más la chaqueta del chico. Él le pasó la mano por la espalda y la otra la tenía en su cabeza, acariciando su cabello. Amy estaba segura de que Daniel estaba furioso, su corazón lo delataba, si su rostro estaba en calma su corazón decía algo diferente.

–Dijo que no quiere verte.

Susurró, la voz de Daniel fue tan fría que hasta a Amy le hubiera dado miedo. Si no lo conociera, ya estaría aterrada.

–Vete...

Fue lo único que dijo Daniel. Amy se congeló con el tono, pero no lo soltó, su única fuente de fuerza era Daniel y no quería soltarlo porque seguramente podría derrumbarse.

Unos segundos después escuchó los zapatos de Mason en los escalones, ella apartó el rostro del pecho de Daniel, él se agachó un poco para poder verla al rostro, para ver si estaba bien. Rápidamente él se quitó la chaqueta y se la pudo a la chica sobre los delgados y puntiagudos hombros, incluso aunque Amy protestó, él la tomó en brazos y con mucho cuidado la cargó hasta el interior del instituto.

No vio ni se dio cuenta de cuando Mason se había ido, pero antes de que la gran puerta de entrada se cerrara, Amy no vio el jeep, solo otros autos y taxis.

Su corazón se partió al darse cuenta de que probablemente ya todo se había terminado.

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora