Capítulo 3, con un poco de fe

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Amy se encontraba en su descolorida habitación de hospital. Esta tenían un horrible color gris aburrido y descolorido en las paredes, su cama era incomoda y se encontraba situada contra la pared. Una pequeña mesa de madera oscura y antigua se encontraba contra la cama, sobre estaba el envase de suero que había estado tomando. Un armario, tan antiguo como la habitación, y con golpes en este se encontraba cerca de la pequeña puerta, también de madera oscura.

El aire entró en la habitación, pasando las hojas del libro que Amy había estado leyendo. Amy gruñó, lo cerró y dejándolo sobre sus muslos que casi eran huesos, al igual que el resto de su cuerpo. Lo único que no había cambiado tanto desde que había entrado en el hospital Psiquiátrico Saint Salazar eran sus pies y estos también ya tenía la piel pegada al hueso. No era necesario verse en un para darse cuenta que de que era un esqueleto andante.

Últimamente le costaba mucho trabajo leer o hacer lo que fuera sin que sus huesos crujieran o dolieran, sin que su mente fuera a otro lugar y fuera difícil de regresar. En el pasado hubiera pensado que era una resaca literaria que pasaría después de un tiempo de asimilar la muerte de un personaje o el deseo del siguiente libro, pero esta vez... Esa vez si parecía que sería permanente. Llevaba horas leyendo y leyendo, intentando concentrarse en la extraña y muy realista relación que estaban desarrollando ambos personajes. Incluso aunque la frustraba la forma en la que siempre discutían era completamente realista, tan toxico como podía ser. No estaba de acuerdo con eso, pero estaba muy ansiosa por terminarlo, si lograba pasar de esa página.

Se sentía mal por muchas cosas y razones, pero la principal era que no estaba peleando para ponerse mejor, por no comer. Apenas le acercaban comida en un intento en que aunque sea la probara y sentía que era veneno y que la habitación se movía sin detenerse. Literalmente lo único que podía consumir era suero y agua. Cuando se ponía tan mal que ya básicamente no estaba consiente Amy se dejaba poner la sonda nasogástrica, era no solo molesta sino dolorosa de poner.

Claro, es maravilloso tener un gran tuvo dentro de la nariz que te llega hasta el estómago, súper divertido pensó sarcástica. Al recordar la sensación del plástico se presionó la nariz y un escalofrío le siguió.

En ese momento no sabía que era peor el estar encerada sin comer ni una mosca por error o que pensaran que tenía esquizofrenia.

El ahora conocido zumbido se apoderó de los oídos de Amy ella suspiró esperando que su expresión cambiara a tiempo, al menos que fuera menos lastimera de lo que siempre era. Antes de que se diera cuenta las sombras se juntaron en un gran remolino negro, voces fantasmales sin dueño le pusieron la piel de gallina, cuando de la nada  se empezó a  formar la figura alta y musculosa de su amigo.

Los dulces ojos azul oscuro, casi violeta se suavizaron incluso más cuando la miró directamente a los ojos. La clara piel del hombre estaba más pálida de la que ella supuso que había tenido cuando estaba con vida. A Amy le maravillaba el contraste que tenía esta con su oscuro cabello negro azabache que siempre tenía hecho un desastre de rizos perfectamente marcados. Él le guiñó el ojo y se sentó junto a Amy, una sonrisa juguetona jalando sus comisuras cuando lo hizo. Una vez que estuvieron hombro con hombro él miró el nombre del libro e hizo una mueca de desagrado.

Amy suspiró siendo incapaz de pensar: Típico de William Herondale, juzgando mis gustos literarios. Amy le dirigió una mirada asesina antes de tomar su libro y apartarlo de su muerto amigo.

–Con esa cara puedo saber qué, o tienes una resaca literaria del demonio o la historia es tan predecible que te aburre.

Amy miró la portada de diferentes tonos de rosa, amarillo y morado con la pareja compartiendo un beso y las grandes letras blancas. En verdad que no era una mala historia, no apoyaba mucho a la pareja, pero la entretenía haciéndola olvidar por pocas horas en que estaba muriendo y que su cuerpo no aguantaría más meses sin alimento.

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora