Capítulo 29, Lovelace

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–Hola, Ella.

La saludó, Eliza se colocó las manos en la cadera y puso los ojos en blanco.

Era idéntica a Sophia, pero había algo diferente en las dos, eran muy diferentes en personalidad, pero idénticas en lo físico. Muchas las confundían, pero solo un miembro de su familia, en especial Daniel, podía saber y notar perfectamente que los ojos de Eliza tenían más verdes que café, mientras que los de Sophie eran cafés completamente, solo con un poco de destellos de verde. Además del cabello, el de Eliza siempre estaba más corto que el de Soph.

Daniel miró detrás de Eliza cuando vio movimiento, ahí se encontraba su tía Isabelle, sonriente y con Rosie en sus brazos. Daniel sabía que su pequeña prima era demasiado grande como para que siguiesen cargándola, también sabía que su tía adoraba a sus tres hijas y que todo el tiempo se pasaba abrazándolas. En especial a Rosie ya que era la pequeña.

Isabelle dejó a Rosie en el suelo, tomó la mano de Eliza y la jalo para que bajara las escaleras más rápido. Cuando llegaron al último escalón, Rosie corrió hasta Daniel, él tuvo que dejar la maleta en el suelo, hincarse en una rodilla y mantenerse erguido, ya que cuando su primita llegó para abrazarlo casi lo tiró.

–¡Daniel!–gritó la pequeña en su oído.

Daniel hizo una mueca de dolor ante el gritó, abrazó con más fuerza a Rosie y la levantó del suelo en un apretado abrazo.

Había pasado cuatro años desde la última vez que la había visto, ahora parecía ser otra. Cuando se fue de Idris, Rosie tenía tres años, no esperaba que su primita lo recordara. Eso le había dolido, pero eso era lo que se merecía por haberse ido.

Rosie se apartó de golpe cuando Eliza estuvo frente a Daniel y lo tomó de las orejas y le dio un beso en la mejilla.

–Te extrañe–Dijo, lo soltó y tomó en brazos a su hermana para apartarla de Daniel.

Rosie se quejó cuando su hermana la dejo en el suelo y no la dejó abrazar a Daniel de nuevo.

Se veía tan graciosa haciendo ese puchero que Daniel no pudo evitar sonreír. Ella era la única de las tres Lovelace que no se parecía a su mamá ni a su papá.

Su cabello era color bronce muy rizado y los ojos azul cielo. Tenía una cara muy tierna y redonda que le hacía recordar a Sophie cuando tenía ocho años; se enojaba y le sacaba el dedo medio con odio.

–Quiero abrazar a Daniel– demandó Rosie, tenía los brazos cruzados sobre el pecho unas mejillas sonrosadas.

Definitivamente era Sophie de pequeña, no se parecían mucho pero se podía notar que eran hermanas.

Eliza le puso la mano en la frente y la empujo.

–Ambas, dejen a su primo en paz.

Las regañó la tía de Daniel, había bajado bastante de peso, lo podía notar más en el rostro, pero ya no estaban las ojeras que antes había tenido.

–No lo veo en más de cuatro años, mamá y ¿me dices que me aparté?

–Eliza...–empezó a decir, le dirigió una mirada desde el rabillo del ojo.

Eliza parpadeó unas cuántas veces, tomó a Rosie por los hombros y la alejó mientras ella se hacía para atrás.

Isabelle sonrió triunfante y se acercó a Daniel con los brazos extendidos.

Daniel se dejó abrazar, incluso ya empezaba a sentirse incómodo por tantos abrazos.

–Tenemos que hablar–le susurró Isabelle en el oído. 

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora