Extra!: el anillo

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La noche era dulce y una delicada brisa primaveral entraba en la habitación gracias a la ventana casi abierta por completo, las grandes y pesadas cortinas grises las detenían de moverse y contenían la brisa un poco fría para ser primavera.

Amy se encontraba entre los brazos de Daniel, dormida con la cabeza sobre el brazo del chico, ella se había aferrado a la camisa de Daniel como lo hacía desde su regreso, como si temiera soltarlo y estar de nuevo en el hospital.

Daniel había notado tantos cambios en ella, había perdido esa chispa que la hacía Amy, como si estuviera apagada, extinta. Pero apenas los dos estaban solos esa sonrisa brillante, los ojos grises claros volvían a ser los de antes, ya no eran tristes, sino lo contrario.

Daniel no había estado seguro de decirle lo que sentía, confesar sus sentimientos hacia la chica en esos momento no le parecían lo correcto, ella debería de arreglar sus problemas, sin duda que debería de hacerlo, pero apenas él se lo dijo Daniel noto esa chispa volver, como si hubiera regresado de la muerte.

Una de las cosas que amaba de ella era que aprendía a vivir con la pérdida, que hacía lo mejor por hacerlo, por mostrar sonrisas y se dedicaba siempre a hacer lo que se proponía, además de que con una sonrisa suya Daniel perdía la respiración.

Era lo que más deseaba, que ella fuera feliz, que tuviera lo que siempre había querido. Incluso aunque Alec le había dicho que era una locura que le remodelara el cuarto completamente, él lo había dicho que era porque esperaba que con eso ella volviera. A veces entraba a la habitación de Amy y se sentaba en el alféizar de la ventana por horas. Una vez tomó una blusa de Amy y se había dormido con esta en sus manos.

En ese momento tenía a la chica dormida entre sus brazos, roncando un poco y de vez en cuando acomodándose entre sus brazos con una sonrisa distraída en los labios.

Daniel adoraba que ella sonriera cuando dormía, una vez la había escuchado reírse en bajo, él había tenido que contener una carcajada.

Miró su mano izquierda, la que se encontraba sobre el hombro de Amy, y con la poca luz proveniente de las calles admiro el dibujo del aro de metal en su dedo. El pequeño dibujo de garzas y la H marcada en este parecieron guiñarle un ojo.

Recordó perfectamente cuando se lo dieron.

*******

Esa mañana había despertado en el sofá de la sala de entrenamiento, molesto y alterado cuando su celular vibro.

Lo sacó del bolsillo delantero de su pantalón, era Owen, contestó.

–¿Qué?–contestó en forma de saludo.

Estaba molesto, no había dormido nada en semanas y que lo despertaban cuando por fin lo había logrado no lo hacía feliz en lo absoluto.

–Buenos días también para ti.

Lo saludó Owen, una pequeña risita salió de sus labios, escuchó una voz femenina a la distancia que dijo un alegre "hola". Daniel supo por la voz que era Helena.

Daniel se agachó para ponerse los zapatos, puso el celular sobre su hombro, pegando la oreja a este mientras se ponía el primer zapato, gruñendo enfadado.

–No me tomes de las bolas, en verdad que no estoy de humor, no me jodas.

Dijo, Owen volvió a reír. Daniel no podía entender como siempre podía estar tan feliz. La cabeza le dolía, y la habitación daba vueltas, algo ocasionado después de su larga noche al lado de una botella de Whisky escoces que su tío Alec había guardado por años y que Daniel sabía que jamás se tomaría.

Cazadores de Sombras: Ciudad de ConsecuenciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora