Sophia Lovelace caminó por los oscuros y solitarios pasillos del instituto, pellizcándose el brazo por estar tan ansiosa.
No había visto a Daniel en todo el día, él no había salido de la habitación de Amy desde el día anterior cuando él mismo la llevó en brazos y la recostó en la gran cama nueva, poniéndole mantas y cobertores para prevenir que le diera frío a la inconsciente chica. Él estaba tan preocupado que lo único que hacía era sentarse al lado de Amy ignorado a todos por estar protegiendo a Amy. Sophie no se enfadó con él porque no les hiciera caso, sabía que cuando él no estaba bien no siempre hablaba y prefería estar en silencio, pero aun así eso se sentía como una puñalada en el corazón.
Odiaba que él estuviese así, no porque no hablara o estuviera triste todo el tiempo, sino porque no podía ver la maravillosa sonrisa de su primo que quería tanto como un hermano, porque él no había bromas o la molestaba. Se intentaba convencer de que eso no era verdad, de que no la afectaba verlo como un muerto deambulando los pasillos del instituto sin ninguna expresión o sentimiento presente más que una gran vació.
Era temprano cuando Sophie se despertó ese día, preocupada por el bien de su familia. Había pasado tantas cosas que simplemente Sophie no podía asimilarlo todo. Por más que intentara mantener a su familia unida algo siempre pasaba y eso ya empezaba a hacerle daño. Más que nada porque todos estaban por su lado y nadie quería mantenerse unido por sus propios problemas. Querían afrontarlos solos, pero eso nunca les servía.
Se escurrió de su habitación hasta la de Daniel, sabía que él no estaría ahí, pero los recuerdos de aquel chico destrozado dentro de esa habitación que permanecía cerrada la mayoría del tiempo la empezaron a perseguir. Tocó la madera de la puerta, como lo había hecho tantas veces en el pasado, mientras pensaba en que decirle a Daniel para que halara con ella, para que ya no estuviese triste, pero nunca sirvió. En cambio, su querido primo se había hecho un tempano de hielo y se había aislado. Hasta que llegó Amy. Sophie lentamente había visto como Daniel cambiaba, como su corazón se iba derritiendo conforme él pasaba más tiempo con la bajita chica.
Sophie había estado celosa de Amy al principio, había odiado que ella lograra sanarlo con solo una mirada. Soph había intentado hacerlo sonreír realmente por años y ella solo tenía que estar cerca de él para lograrlo. Después Sophie solo pudo sentirse eternamente agradecida con la otra chica por lograr que su primo estuviera de vuelta.
Caminó en dirección a la habitación para ver cómo estaba Amy y preguntarle a Daniel que si quería acompañarla a desayunar, pero apenas llegó escucho las voces, calmadas y cariñosas. Parecía ser algo serio, decidió no entrar en la habitación, no quería interrumpirlos. Pero no pudo contenerse, pegó la oreja a la puerta entreabierta. No pudo escuchar casi nada más que un "te amo"
Su corazón latió con fuerza, esa había sido la voz de su primo. Al igual que el sollozo que había escuchado. Se cubrió la boca con las manos mientras sonreía, sintiendo una presión en la garganta, el estómago le daba vueltas. Tragó con fuerza, sonriente y complacida se alejó de la puerta y se dirigió a la cocina.
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Cazadores de Sombras: Ciudad de Consecuencias
FanfictionAmy Swan se encuentra encerrada en un hospital psiquiátrico y para salir de este tendrá que tomar algunas decisiones difíciles que podrían terminar con su vida. A medida que la historia avanza, Daniel se tiene que enfrentar a la traición de su parab...