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Capítulo 02
~Fiesta de Año Nuevo~

Miércoles, 31 de diciembre.

Sus premoniciones solían estresarla, eso era un hecho, no obstante, odiaba no ver el rostro de la silueta masculina. Quería prevenir pero simplemente no veía nada.

Los preparativos para el enorme bufet y la fiesta iniciaron desde tempranas horas, los trabajos solo fueron hasta el medio día mas Alexa se quedó allí para supervisar todo minuciosamente.

No se podía confiar con Lizbeth de encargada.

Decidió terminar un último trabajo antes de irse a casa y vestirse para la ocasión, sin embargo la Diosa Luna tenía otros planes mediante Lizbeth.

Un segundo despues de iniciar con la carpeta un par de tacones resonaron por toda la oficina mientras los pasos se acercaban. No hizo falta levantar la mirada para saberlo.

—¡Nos vamos de fiesta! —Grita a todo pulmón, con la voz mas aguda de lo normal. Acomodandose el maravilloso pelo rojo fuego que posee.

—Lo se. Tu la organízaste. —Hablo muy concentrada en la carpeta, sin embargo, esta desaparece a obra de la pelirroja.

Suspira mientras levanta la mirada.

Como era de esperarse, tiene una enorme sonrisa y unas intenciones dobles en sus orbes esmeraldas.

—No hablo de esta ¡Agatha hará una alocada! — Grito entusiasmada.

El ceño de Alexa se frunce de inmediato.

—Sabes que no iremos ¿Verdad? Tenemos que estar aquí.

Lizbeth la mira mal de inmediato.

—¿Hace cuánto no tienes sexo? Estas cada vez mas amargada.

La castaña-rubia no responde, solo suspira y acuesta el cuerpo por completo sobre esa gran silla, esa silla donde un día su padre estuvo, ese hombre que ella admira y ama. Su ejemplo a seguir.

— ¡Tienes 25 años, Alexa! —Grita agitada. —Es la edad para la verdadera diversión ¡Tenemos que ir!

—No creo que sea correc...

—Dame paciencia, Dios, dame paciencia o la mato. —Interrumpe elevando las manos al techo con una mirada suplicante. —Podemos dejar a Tiara o Rafael de encargados, también están Danielle, Margaret, Silvia, Raul, Sam, Roberto, Sarah, Dyana, Lau...

—Está bien, pero cállate. —Interrumpe de mala gana.

Conociendola se pasaría toda la tarde nombrando gente hasta convencerla, por que si, ya lo había hecho y no fue nada bonito callarla.

—¡Yei! —Grita, evidentemente feliz. Algo extremadamente común en ella.

—Pero estaremos aquí hasta la media noche y luego iremos allá.—Exigio firme.

Lizbeth suspiro pero asintió.

—Okey.

(...)

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