(Este capítulo podría herir la sensibilidad. Si sientes incomodidad al tratar con el abuso sexual a menores, tal vez prefieras no leerlo. Todo lo que escribo lo hago siempre desde el respeto, sin ánimo de usar estas situaciones para beneficio propio. Gracias por leer.)
Bia
Linda era mi refugio, mi vía de escape de Arboleda. Un billete directo hacia la libertad. Cuando la conocí, sentí admiración, y supongo que de ahí pasó a ser algo más. Creía que era algo fuerte, irrompible y nuestro, y que no tenía final posible, porque todo era perfecto. Nunca faltaba nada de lo que hablar, nunca nada que no encajara con ella. Siempre hablábamos todo, incluso antes de salir. Nada se quedaba colgado, no había palabras atoradas en nuestras manos, porque sabíamos que todo lo que pasara sería más fácil de afrontar si estábamos juntas. O eso creía hasta ese momento.
"¿Abrir la relación?"
Me metí las manos en la chaqueta de cuero y solté un pequeño resoplido agotado. Por supuesto, Tris no sabía qué era eso. Le contesté en un tono bajo, porque no había otro camino hacia la biblioteca que no implicara estar rodeades de casas todo el tiempo.
—Sí... ya sabes. Estar en una relación, pero poder salir con otra gente.
Cuando le pregunté a Linda si le pasaba algo conmigo, se derrumbó y me lo contó todo. Esa fue la solución que me propuso. De hecho, probablemente fuera la única que existía, porque así ella dejaría de sentirse culpable y no estaría mal. Podría estar con ella y conmigo. Final feliz.
"Y, ¿qué le has dicho?"
Tragué saliva. Por muy segura que estuviera de mi decisión, no podía evitar sentirme mal.
—Que no.
Tris me miró con asombro. No le encajaba, de eso estaba segura, y era lo que yo buscaba, pero no podía esconderme mucho más de ese chaval de pelo castaño y ojos azules. La debilidad que sentía por él no era algo que me hiciera mucha gracia, pero la tenía asimilada.
—Por mucho que vaya de feminista consciente de todas las manipulaciones de la sociedad... me temo que no puedo dejar de ser una víctima, en cierto modo.
Cuando miré a Tris de nuevo, me dio la sensación de que no entendía nada. Por mucho aprecio que le tuviera, ese aspecto seguía siendo idéntico al resto.
—¿Tú crees que estoy muy segura de mí misma?
Asintió con la cabeza tras pensar unos escasos segundos.
—Pues déjame decirte que sí, efectivamente, estoy más que segura de mí misma. Pero, al mismo tiempo, Tristán... — busqué las palabras adecuadas para intentar que me entendiera—, me siento muy inferior. Envidio a todo el mundo, pienso que tienen más suerte que yo, que aportan más que yo, que son mejores que yo en todo.
Nunca había verbalizado ese sentimiento, y si ahora lo estaba haciendo no era más que para excusarme por actuar como se supone que yo no debería. Tuve que controlarme para no expulsar todo el aire de mis pulmones como si fuera el peso que me había quitado, por mucho que supiera que esa ligereza era sólo un fantasma.
—Por eso he roto con Linda. Porque pienso que Bel es mejor que yo, que está más cerca de ella y le puede dar cosas que yo no puedo, que acabaría estando conmigo por pena y que cada día me destruiría por dentro yo sola— sonreí de lado con un toque amargo, pues eso ya sucedía—. Quiero que ella pueda tener lo que merece, y por otro lado me da rabia ser así de monógama, insegura y celosa.
Abrí la puerta de la biblioteca y la sujeté para que Tris pudiera pasar. Se me quedó mirando, como si pestañeando varias veces fuera a entender todo lo que estaba en mi cabeza. Al final optó por escribir algo.
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La voz de las Brujas
Fantasy¿Estás dispuesto a sacrificar tu vida a cambio de nada? Cuando a Tristán, un chico de diecisiete años que vive en un pueblo que parece estar apartado del resto del mundo, se le plantea esta posibilidad, no duda en aceptar la oferta. Con la ayuda de...