11- Confiar

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Bia

Había varios factores ahí que no me cuadraban. Mi mente ni siquiera sabía por dónde empezar a procesarlo. No me había alejado tanto, no me había ido tanto tiempo, y parecía que me había perdido un mundo.

- ¿Lo ves? Lo ves, ¿verdad?

Leo dejaba de morderse las uñas sólo para hablar con un notable nerviosismo.

-Sí, Leo. Lo veo.

Ciertamente, lo veía. A través de un espejo de mano que sujetaba Leo, la espalda de Tristán parecía atrapada en un entresijo de finos hilos negros. Tris permanecía inmóvil, apretando los puños mientras le examinábamos como si fuéramos médiques.

- ¿Entonces? ¿Crees que es por toda la mierda del lago? ¿Se va a morir?

-A ver, no te pongas nervioso. Sólo podría morir si se expandiera demasiado.

Tristán se giró de golpe en la silla, alarmado. Leo no parecía mucho más tranquilo.

-O sea, ¡que puede morir!

- ¡A ver! ¡He dicho que no os pongáis nerviosos!

Leo se calló ante mis gritos de notable agobio.

- Se trata de corrupción. Tristán quiere ayudar a las personas, y por eso le afecta bastante más de lo usual cuando no lo consigue. Simplemente tendrá que aprender a manejar el Atlas mejor y a tratar de no meterse en el lago sin pensarlo antes. Hay riesgo de muerte, pero eso él ya lo sabía.

Leo miró a Tris con el ceño fruncido, y éste apartó la mirada como si la cosa no fuera con él. Yo estaba muy, muy perdida.

-Ni os lo habéis pensado a la hora de acudir a mí en busca de ayuda. Es mi turno de hacer unas cuantas preguntas, ¿no? ¿Por dónde empiezo?

Miré fijamente a Leo. Claramente, el elefante en la habitación era él. Yo no tenía intenciones de ser amable con su persona en esos momentos.

-Vale, bueno. Resumen rápido. Soy una bruja, me he metido en el lago con Tristán y... ya, sólo es eso.

Sólo es eso. Tiene los cojones de decir que sólo es eso.

- ¿Tú? ¿Una bruja? -Intenté que mi expresión fuera de repulsión absoluta.

"La bruja del mal camino. Probó su Imperium conmigo, pero creo que está roto." -añadió Tris, poniéndome la libreta prácticamente en la cara.

-Los Imperium no se rompen, Tris.

Suspiré y me apoyé en la pared, intentando procesar toda esa información. Llegué a la conclusión de que era muy difícil hacerlo con el imbécil de Leo delante.

- ¿Puedo hablar con Tris? ¿A solas?

Leo parpadeó un par de veces. Miró a Tris, que se encogió de hombros, y entonces se levantó. Ahora van a tener una conexión mental y todo, tócate las narices.

-Claro. Yo estaré estudiando, por si quieres venir luego.

Tris, que estaba sentado en la silla de ruedas del revés, se apoyó en el respaldo con cara de cansancio.

-Mañana empiezan los exámenes. Tú mismo.

Tris suspiró con resignación, y Leo sonrió triunfante. Yo no daba crédito, de verdad que no. En cuanto Leo cerró la puerta, me crucé de brazos y le miré con evidente molestia.

- ¿Qué significa esto, Tristán?

Inclinó la cabeza, como si no fuera obvio de lo que estaba hablando. Era hora de exagerar mi tono irónico.

La voz de las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora