13- Aparentemente imposible

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Tris

Parecía que la madre de Leo sólo podía entrar en una serie de problemas aparentemente irremediables para meterse en otra. Claro que tener un momento de empoderamiento y mandar a la mierda a tu jefe, hacer las maletas, e irte al monte puede sonar bien al principio, pero pocos días después de llegar se dio cuenta de que ella sola tenía que mantenernos a Leo, a Mila y a mí, y que con las ayudas por cuidar a una persona mayor o no disponer de otra fuente de ingresos estable no le daba para mucho. Por eso decidió vender la casa donde vivían antes y deshacerse del piso en el centro, y empezar a buscar tareas que hacer por el pueblo. Era realmente sorprendente cómo supo recomponerse de inmediato al ver que su hijo lo necesitaba.

—Y por eso no me voy a mudar. Seguramente esa casa se venda rápido, porque es una de las mejor conservadas del pueblo. ¿Sabías que este pueblo sale en páginas de estas de sitios bonitos? Y mira que es cutre. Si no tiene nada.

Estábamos en el cuarto de las brujas de la biblioteca. Era la primera vez que estábamos ahí juntos. Pretendíamos encontrar qué habría pasado si hubiera muerto estando en otro cuerpo, por si había que añadir otro punto a la lista de cosas que me podían hacer morir.

"¿Te habrías mudado?"

No usé la libreta para preguntar eso. Le envié un mensaje. Ciertamente, era mucho menos engorroso. De momento sólo tenía cinco contactos: Leo, Eli, Bia, Amelia y Mila. El móvil de Mila era más viejo que yo, pero ahora me podría avisar si necesitaba cualquier cosa.

—Hombre, supongo que sí.

Claro, a Mila la podría venir a ver cuándo quisiera.

"¿Has podido dormir esta noche?"

—Un rato, sí.

Leo estaba cada vez más acostumbrado a mis cambios bruscos de conversación, supuse al notar la normalidad con la que me contestaba.

"Supongo que ya no querrás venir más al lago."

Chasqueó la lengua con una expresión amarga. No quería abrir una discusión ni nada parecido, sólo quería que supiera que lo entendía.

—¿Qué dices? ¿Por qué piensas eso?

Por un momento me extrañó que no entendiera el por qué.

"Por Bia."

Leo, que estaba recostado en una pared llena de libros, echó la cabeza hacia atrás hasta que chocó con ésta. Se quedó pensativo unos segundos, absorto en las vistas que el techo le ofrecía, y luego me volvió a mirar.

—Creo que Bia y yo nos hemos tomado todo esto de forma distinta. También son casos distintos, es cierto. Y también es verdad que yo cuento con la ayuda de Meridiem. No le puedo contar las cosas tal cual ocurren, pero yo quiero pensar que, de no ser por el reloj, mi madre ya no estaría aquí. Yo estaría solo, y la abuela también. Y tú tendrías que marcharte. Pero todo eso se ha podido evitar. Piensa en todo lo que podemos solucionar si seguimos haciendo esto.

Entendía lo que quería decir. Tuvo que ver a su madre en esa situación, pero logró detenerla. Lo pasó mal, lo sigue pasando mal, pero quiere ver el lado bueno de las cosas, y se nota que se está esforzando mucho para ello. Yo tenía mi primera sesión con Meridiem más tarde. Tal vez me ayudaría a parecerme un poco a Leo en ese aspecto. Sentía también que Bia estaría mucho mejor si se dejara ayudar. No ya por nosotros, sino de forma profesional. Sin embargo, no era un experto en el tema, y le gustaría hablar de ello con alguien. ¿Sería Leo ese alguien? Sin lugar a dudas. No tenía a nadie más.

"¿Crees que Bia se encontraría mejor con ayuda de Meridiem?"

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Bia

La voz de las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora