Capítulo XXIX

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  Tras unos instantes de tensión, de silencio, lograron ver cómo se elevaba una enorme criatura desde el centro del bosque o, al menos, desde el medio en su rango visual. Esta bestia crecía más a cada segundo, llegando pronto a superar una buena cantidad de veces en tamaño a Ámbar. Se veía como los seres que llevaban todo ese tiempo enfrentando, pero incontables veces mayor, aunque todavía no alcanzaba ni siquiera una parte del tamaño que ostentaba Velstar en sus inicios, cuando apenas arribaba a su planeta. Opal y Rose retrocedieron un par de pasos, el resto de su grupo hizo lo mismo, y observaron así la inmensidad de un ser, cuanto mínimo, imponente. Pareció de pronto que se había detenido, permaneciendo en aquellas magnitudes, cuando su boca liberó un rugido mayor de lo que eran aquellos que iba soltando a medida que crecía. Sintieron el eco de ese grito salvaje dentro de sus cuerpos como si proviniese de su propio interior. Y de pronto notaron que abrió ampliamente su hocico, mostrando sus fauces de manera amenazante. Esos colmillos llegaban a ser tan largos como las piernas de alguno en aquel grupo, y parecían más letales que la espada de Rose. Ella cerró con mayor fuerza su mano al rededor del mango, desde el cual se extendió la hoja casi por arte de magia al tiempo que este se impregnaba con piedrecillas negras: versiones miniatura de su perla. Al igual que para Opal, quien al entrecerrar los ojos con algo de recelo en la mirada, provocó que pasara lo mismo a sus dagas, siendo estas decoradas por un ópalo brillante en cada una. Estas simples gemas brillaban dándole un toque fantástico a sus armas, como si las gemelas les dieran parte de su fuerza para volverlas más poderosas.

—Chicos... atentos —susurró la morocha, haciéndose oír por los cinco restantes sin contar a su hermana.

—El gatito parece enojado —comentó su mejor amigo, acomodándose los rubios cabellos hacia atrás para que no le estorbasen.

  Tras terminar Liam de decirlo, como si lo oyera y entendiese sus palabras, Velstar comenzó el ataque. De su boca comenzaron a brotar grandes cantidades de algún extraño líquido, el cual bañó por completo la barrera y comenzó a escurrirse por debajo de esta. Su tono oscuro acompañado por pequeños haces verdes recordaba al aceite por la forma en que se movían los mismos, hasta que estos se tonaron anaranjados y toda la arboleda comenzó a arder. Los defensores del planeta atacado debieron retroceder aún más para no ser alcanzados por esa especie de saliva que el monstruo regurgitaba ni terminar carbonizados como las enredaderas que los solían separar de él. Así fue que comenzó a girar lentamente sobre sí, buscando tal vez que todo el bosque ardiera. Y, como ese líquido se esparcía velozmente sobre el suelo en todas direcciones, no era algo que estuviese lejos de pasar. A medida que este vomitaba aquella cosa, el charco bajo sus patas se extendía de manera extrañamente inteligente hacia donde antes no había llegado, alcanzando a bañar mayores superficies a grandes velocidades y dejando, a su vez, libre el camino alrededor del propio Velstar.

  Rose notó entonces cómo se alejaba tal líquido, en realidad, acercándose también a ellos, a su familia. Por ello, nada le tomó decidir el usar sus habilidades en función de defender a susodicho grupo. Para ello dibujó en la tierra seca un círculo que los rodeaba a todos, esto sin necesidad de moverse de donde estaba parada. Y, al realizar un movimiento ascendente con ambas manos, partiendo desde el suelo hasta la altura de sus caderas, se elevó al mismo tiempo una semi-esfera con apariencia cristalina. Una especie de domo que mantuvo lejos de su alcance ese líquido con la misma consistencia que la brea, al igual que lo haría un escudo. Aun cuando se mantuvieran a salvo, esa protección suya no impidió que vieran cómo ardía el bosque, entendiendo con pesar y temor que su mayor línea de defensa contra el monstruo a enfrentar pronto caería. El humo negro que subía hacia el cielo, formando nubes espesas, emitía un insoportable olor, sus fosas nasales fueron castigadas con el aroma que desprendía la madera quemada y atravesaba sin ningún problema lo que parecía más una burbuja que un domo de cristal, las hojas y pequeñas lianas frescas de estas plantas soltaban uno incluso peor. Se miraron entre ellos, a medida que dejaban pasar el tiempo, podían apreciar cada vez más árboles caer frente a sus ojos.

Cyan's Twin © #O&R3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora