Liam se apartó del escondite, sin terminar de adentrarse en la zona roja, pero manteniéndose cerca para apoyar al chico en caso de que la situación se le fuera de las manos. Por otro lado, Derek terminaba de acomodar el cuerpo de Opal para que se mantuviera sentada con la espalda contra los restos de aquella pared que los protegía, así como ella hizo con él tiempo atrás. Nath hizo lo mismo con su gemela, y luego, aquel terminó por mirar con tristeza, con pena, a su cuñada.
—¿Por qué lo hiciste? Podría haberte matado... —dijo, por fin más calmado, Nathan, pero sin quitársele aquella expresión.
Ella sonrió pesadamente, girando su cuello con dificultad y dirigiéndole una mirada divertida a aquel hombre. Era fácilmente apreciable el dolor que le producía tan solo moverse a la que, ahora sí, vestía de blancos colores, como el de su cabello. Por ello, con su forzada y adolorida sonrisa, Opal lo soltó:
—Quería... —su gesto empeoró, entendieron que también el simple hecho de hablar le hacía daño— verte llorar, bebito.
Y sonrió nuevamente, dejando escapar una risa tan tenue que fue apenas percibida por los hermanos que tenía delante. Nath por fin cambió el gesto, hallándose entre atontado y ofendido, pero divertido ante el crudo sentido del humor que su cuñada tenía. Derek no se limitó y dejó oír una risa escandalosa, dentro de lo que cabía para mantenerse aún ocultos. Luego le acarició el cabello a su mejor amiga, ella volvió a cerrar los ojos. Era aterrador para ellos ver qué tan rápido podían cambiar los roles, y que el herido de entonces deba cuidar luego a quien lo asistió previamente. Así se sentían esos dos, afectados de formas similares, socorridos por el otro cuando lo necesitaron, ocupando después ese mismo lugar. La vista de Nathan se desplazaba entre ellos dos y Raphael, junto a Rose, dedicándole un momento de atención a cada grupo. Miraba a la madre de su hijo, a este mismo tomando su mano con ternura, ajeno a todo lo que ocurriera fuera de sí o esa mujer, principalmente por culpa de quien inició la nueva generación. Cuando se oía la risa de Derek sobre la de Opal, él no se inmutaba, no la percibía. Cuando estos dos se dedicaban alguna palabra cariñosa, Rapha era ajeno. No podía hablarle a su propio hijo, no sabía cómo, y eso le abría un hueco en el estómago. La imagen de ese hombre tan duro a veces, sufriendo el dolor de la mujer a quien más amaba, que esa misma mujer fuera a quien más él mismo amó, le rompía el corazón.
—No voy a perderte, no hoy —So oyó de pronto la voz de Derek, impactando a todos los que lo oían. La chica le regaló la última sonrisa que su dolor le permitía entregar al mismo tiempo que se humedecían sus cuencas. Pero Nath sintió algo más. Sintió miedo.
«Si alguno muere hoy...», decía la frase que rebotaba en su mente, esa que él mismo dijo tiempo atrás, «...más vale que tengan un último momento a solas». Pero no, ya no lo creía así. Si alguno moría hoy, si tan solo perdieran a uno de los suyos, no bastaba darles un momento a solas a los amantes para curar los males del que luego deba seguir con su vida sin el otro, para nada iba a alcanzar solo un momento, ni aunque fuese el último. Faltarían vidas para superarlo, para que todos lo superaran. Si tan solo uno de ellos se fuera, y si Nathan quedaba en pie luego de ello, toda la eternidad se arrepentiría de haberlos abandonado, a Opal, Raphael, a Rose. Toda la eternidad se reclamaría a sí mismo por convencer a sus hermanos de dejar todo atrás durante aquellos años, doce, trece, ya no recordaba ni cuántos habían sido. No importaba, lo sentiría como tiempo perdido, tiempo valioso.
De pronto, oyeron un estrepitoso jadeo, incluso por encima de la batalla a sus espaldas, esa de la que apenas se habían percatado. Todos giraron sobre sí mismos en busca de esa aspiración, la que instantáneamente fue proseguida por un grito casi histérico.
—¡Opal! —dijo esa mujer, notablemente exaltada, despertando de ese breve coma al que cayó un rato antes. Su hermana se apresuró a tomar la mano de esa alterada mujer, su rostro se percibía compasivo.
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Cyan's Twin © #O&R3
Fantasy[Tercera parte de la trilogía: Opal & Rose, se recomienda leer las entregas previas]. El que empezó como un pequeño y simple grupo de aliados, luego de convertirse en un verdadero equipo, pasó a volverse finalmente la familia que son hoy. Tan solo...