Algún tiempo después, no demasiado ni excesivamente corto, se reunió a toda la población en el salón principal del castillo. Ese sitio, tan poco concurrido por cualquiera, se trataba de una extensión mayor a las demás habitaciones donde se hallaban las escaleras principales. Estas formaban una curva, partiendo de cada lado del cuarto, más o menos desde la mitad de este, y uniéndose en el centro del muro perpendicular. Debajo de dicho punto en que se unían estas, dando lugar al gran pasillo principal del siguiente piso, había una gran vitrina llena de objetos altamente valiosos para su antiguo poseedor, así como un par de sofás a cada lado de esta. A su vez, había varios y más largos asientos repletos de ostentosos detalles, ubicados a los laterales de la habitación. Uno de ellos se encontraba contra una pared que gozaba el poseer dos ventanales bastante amplios, el muro paralelo estaba cubierto por viejas pinturas que las gemelas lograron rescatar de su propia masacre. En realidad, se trataba de un salón usado habitualmente, en su pasado, para danzas y reuniones, cosa que sus dueñas no acostumbraban a hacer. Pero entonces era diferente, puesto que todo residente del planeta, al que sus habitantes comenzaron a denominar Theia, se hallaba dentro de ese sitio. Estaban Kiah, Venus, Mike y Leo, así como también Raphael y Nathan, esparcidos en dicho amplio rincón del castillo.
—¿Dónde diablos están todos? —dijo refiriéndose, en realidad, a los pocos que faltaban.
—Quizás en medio de una aventura, más si es tu madre quien está al mando. —Sonrió, llevando a que su hijo girara los ojos con gracia.
Él llevaba, a su propio parecer, bastante tiempo afianzando la relación con su padre, cosa que no era del todo errónea. Pero fuera de repentinas compañías por parte de sus tíos u Opal, sucedidas cada cierto período intermitente de tiempo, había perdido de vista lo que cualquiera ajeno a él o Nathan estuviera haciendo. Hace ya bastante tiempo sospechaba de la extraña actividad atribuida a sus parientes, pero estos eran siempre sigilosos y más astutos de lo que le permitiera notar su percepción.
Entonces esperaban la llegada de Cyan a su hogar, nuevamente, después de varias semanas. Sabían muy bien que, para ella, el tiempo había sucedido de forma distinta. Aquellos ansiaban presenciar por primera vez la nueva apariencia de la que fue su niña, ya posiblemente adulta, así como pasó con su padre algún tiempo atrás. Por ende, a Rapha sorprendía el hecho de que las gemelas no estuvieran presentes, no en una ocasión como esa. Cuando pensaba en salir a buscarlos, pudo ver a través de un ventanal cómo Opal corría hacia la entrada, apareciendo poco después en el mismo espacio que ellos. Saludó alegremente a los únicos que no eran parte de su familia, aunque con una notable falta de aliento. Luego se dirigió hacia los dos hombres restantes, ganándose un interrogatorio por parte de su sobrino.
—¿Quieres decirme qué es lo que pasa con ustedes? —soltó de modo acusador, como si escupiera aquella frase frente a la albina que aún no recuperaba del todo el aire—. Están muy raros últimamente.
—Ah, no es nada. —Le sonrió, ocultando. como en todo ese último tiempo. determinada información confidencial—. Nos poníamos al día con tus tíos, los chicos aún no llegan porque Li metió el pie entre unas piedras y los demás intentan sacarlo. Me enviaron a avisarles para que no se preocuparan.
Sonreía con gracia, dándole a Nathan la sensación de que esa situación no había sido un invento para quitarse de encima las dudas de Raphael. La realidad era que no siempre se escapaban a esa «tercera dimensión» en busca de las gemas pertenecientes a su niña, sino que, en ocasiones, solo se dedicaban a pasar el tiempo juntos y contarse aquellas anécdotas de las que los demás no habían sido partícipes; como el viaje de los trillizos o las ocurrencias de sus amigas las gemelas. La muchacha albina, dueña de aquel lugar, se quedó en esa sala narrando entre risas la escena pasada, la forma en que su amigo había metido por error el pie en un hoyo cubierto por rocas y que hasta entonces no lo podían liberar. Los hilarantes comentarios de Derek y Rose, como eso de cortarle la extremidad, y la risa del muchacho que en todo momento la utilizaba para intentar ocultar su desesperación.
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Cyan's Twin © #O&R3
Fantastik[Tercera parte de la trilogía: Opal & Rose, se recomienda leer las entregas previas]. El que empezó como un pequeño y simple grupo de aliados, luego de convertirse en un verdadero equipo, pasó a volverse finalmente la familia que son hoy. Tan solo...