Capítulo XLVI

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  Mas el éxtasis del momento les impidió ver algo muy importante, y es que no tenían ni idea de cómo seguir, o qué hacer. No se detuvieron a pensarlo mucho, dado a que Rose tenía otros planes.

—Podríamos morir, ¿no? —cuestionó la morocha, quitándose el collar mientras miraba con los ojos apenados a su espejo de tonos opuestos.

—¿Qué? No, Rose, es algo... —respondió su hermana, sosteniendo la muñeca de su brazo derecho en un intento de mantenerla a su lado, que esta no la dejara.

—No me arrepentí... tengo que hacer algo antes de poner mi vida en juego, y creo que tú también deberías.

  Y se alejó, corriendo en dirección adonde se hallaba aquel en especial de quien deseaba despedirse, a quien tenían aún algo importante que decirle. Este estaba separado por unos metros de su hermano, lo que los hizo voltear a ambos al oír que lo llamaba. Y, cuando este se dio vuelta, Rose ya estaba prácticamente encima de él, apresurándose ella a tomar sus manos y mirarlo atentamente a los ojos. Nathan le sostuvo la mirada, algo extrañado, como también lo estaba Derek con tan solo observarlos. Aquella mujer llevó las manos de ese hombre hacia su propia cintura, pegando ambos cuerpos con tan solo un movimiento, logrando que el tiempo se volviese más lento para los dos en ese preciso instante. Entonces soltó sus manos, sin despegar de esos ojos morado-azulados toda su atención, y tras sujetar el rostro de Nath con calma y suavidad, lo besó, dejándolo totalmente impactado. Tardó un par de segundos, pero cedió, aferrando la diestra a las caderas ajenas y rozando con la siniestra el cuello de Rose, a la vez que cerraba los ojos profundizando ese beso tan esperado por tantos años.

  Viéndolos desde la distancia, seguía Opal, quien decidió obedecer la sugerencia de su hermana y dirigirse a paso mucho más lento que ella hacia quien seguía mirando a la pareja algo confundido. Pero, cuando vio la expresión que cargaba su amiga al aproximarse, lo entendió, todo. Se detuvo casi a un metro de distancia, soltando un suspiro a la vez que bajaba la mirada, y luego la alzaba nuevamente para regalarle una sonrisa que pronto sería imitada también por él. Fue Derek entonces quien dio un par de pasos para acercarlos más. Su mirada lo demostraba compadecido, apenado. ¿Quién lo creería de ese hombre tan malhumorado y distante de hace algunos años?

—No tienen que hacerlo, sea lo que sea.

—Realmente no tenemos mucha más opción. —Opal se encogió de hombros—. Yo no cuestioné cuando te marchaste, deberías devolverme el favor.

—Es que no sé si quiero despedirme esta vez, no otra vez.

Entonces, Rose y Nathan se distanciaban unos centímetros, lo suficiente como para que sus labios se rozaran, para que el aire que respiraban se volviera uno mismo.

—Te amo —susurró la morocha.

  Luego, casi de inmediato, ella lo abrazó, y sucumbiendo ante todo lo que estaba pasando, él lo hizo también, repitiendo en voz aún más baja y pegado a su oído las mismas palabras que le habían sido dichas tan solo un segundo atrás. Los hermanos de ambos los voltearon a ver un momento, sacándole una ligera risa a Opal mientras volvía a centrar su atención en Derek.

—Lo que ella dijo.

—Ah, no. —Aquel sonrió con gracia—. Quiero oírte decirlo, nena.

—Bien. —Resopló—. Te amo, Dark.

Él rió, al igual que ella lo hizo.

—Yo te amo a ti, Yin.

  Y, de la misma manera que lo hicieron sus hermanos, se unieron en un abrazo que llevaría igualmente a que lo hicieran sus labios. Entonces Rose se apartaba del padre de su hijo, dando algunos pasos hacia atrás mientras le sonreía con pesar. Miró ella a su gemela, esperando tan solo unos segundos a que acabara también. Mientras la observaba, Nathan a Rose, esa idea volvió a rebotar una vez más en su mente. Dirigió la vista a Derek y Opal. Aquella frase que no lo dejó en paz desde que se la dio a Liam, ese mismo día, lo atacaba nuevamente. Así fue que ambas se marcharon unos instantes después. Su hermano las veía alejarse, pero él ya no pudo.

Cyan's Twin © #O&R3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora