Capítulo XIX

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—¿Por qué la gema no brilla? Siempre suelen brillar.

—Tal vez porque... Cyan no está aquí —respondió Opal, por primera vez, sin estar segura de lo que decía.

—Bueno... ¿Creen que tarde mucho más? —Entonces, Nathan despegó la mirada de esa lápida, que ninguno había podido, hasta el momento, dejar de mirar—. No podemos tomarla nosotros, y este lugar... dudo que debamos seguir aquí mucho tiempo más.

—No, está bien, podemos esperar cuanto sea necesario. —Raphael se acomodó el cabello hacia atrás, mirando luego de frente a su padre.

  Sin más se apartó de ese lugar, dirigiéndose hacia el otro lado de la casucha, donde nada más se sentó a esperar. Opal y Rose se aproximaron nuevamente al lago, en cuya orilla se acomodaron con la única intención de apreciar el paisaje. Liam decidió seguirlas, Nathan fue en compañía de su hijo. Se ubicó a su lado, viendo la misma nada, como él, algunos minutos.

—Lamento no habértelo dicho, cuando los chicos me pidieron distraerte pensé en contarte de todos modos —dijo entonces el mayor, sin dirigirle aún la mirada a su hijo. Raphael pensó en restarle importancia, pero algo de lo que él dijo le llamó la atención.

—¿Y qué te impidió hacerlo?

—Tu madre me hizo ojitos y todo se me fue a la... —Llenó las mejillas de aire, soltándolo estruendosamente a la vez que movía ligeramente el rostro y abría aún más sus ojos, completando aquel gesto. Rapha rió.

—¿Aún la amas? —El chico rubio sonreía ligeramente, dirigiendo su atención al hombre que tenía a un lado.

—Mucho, pero no servimos para estar juntos. —Entonces él desvió la mirada, viendo ahora al muchacho—. No somos una pareja de esas que viven juntos, dedicando sus días a decir lo mucho que se aman, ni siquiera podemos compartir un cuarto enorme como lo son los del castillo. —Rió, contagiando así a su hijo—. Somos más de... saber lo que sentimos sin decir nada, de separarnos por años y no dejar de pensar en el otro, de vernos y... recordar por qué seguimos con esto.

  Con esa última frase bajó la mirada, observando el césped unos segundos, pensando. Raphael lo admiraba, presenciando una faceta de su padre que jamás había llegado a apreciar, dada la corta edad con que se fue de su vida. Tal vez le tomó más de lo que creyó, pero pronto Nathan notó todo lo que había dicho, elevando precipitadamente la cabeza. Había cierto rubor escondido entre sus mejillas, e intentaba disimular con un ademán lo mucho que se había abierto a su hijo. Rapha rió, sacándole una sonrisa nerviosa a su padre.

  No pasó demasiado tiempo hasta que oyeron el típico zumbido que precedía la apertura de un portal en manos de los trillizos, entonces por parte de Derek, quien venía acompañado de su sobrina. Aquel torbellino de tierra y polvo, iluminado por un círculo verde y morado que rodeaba sus pies, apareció delante de los muchachos, provocando que las gemelas y Liam se debieran acercar. Al hacerse presente, todos pudieron notar el brillo en la mirada de Cyan, quien les mostró llena de orgullo una piedra azul opaca.

—Derek dijo que te preguntara qué piedra es, abue' —mencionó ella con una sonrisa y el tono más dulce de voz que jamás habían oído. Nathan sonrió «a lo tonto», enternecido por la forma en que se le llamó segundos atrás. Quien acompañaba a la chica rió por esa reacción en su hermano.

—Claro, déjame ver.

  Se acercó a ella, pidiendo que extienda la mano para poder ver con mayor detenimiento aquella gema. Esta flotaba por encima de su palma dando vueltas lentamente sobre sí misma, permitiendo apreciarla perfectamente. Luego de unos segundos durante los cuales Nathan analizaba la piedra, se apartó ligeramente de ella con una sonrisa.

—Pues... es cianita.

—Ja, quién lo diría —mencionó Rose, terminando de quitarle una risa a los demás.

  Luego de unos minutos, después de que se calmaran las risas en general, notaron lo mucho que las cosas habían mejorado entre ellos. La sonrisa de esa pequeña, aunque ya no lo fuera, le daba a las gemelas una sensación profunda de paz. Raphael también sonreía, mirando disimuladamente a su padre, el cual evitaba devolverle la mirada; de todos modos reflejaba gracia en su expresión, sabiendo sin verlo qué rondaba por su mente. Entonces, ya con mejor humor, dirigieron a la niña hacia donde yacía la segunda gema, borrando esa sonrisa que hasta el momento presumía entre sus mejillas. De pie frente a esa tumba, con el estómago revuelto, apenas se atrevió a preguntar de quién eran los restos que ahí descansaban.

—Bueno, ella es tu madre —mencionó Rapha por lo bajo, confirmando todas sus dudas—. Tanto tiempo intenté borrarla de tu vida y... aquí estamos, ya no puedo esconderla más.

—Entiendo, asumo que por eso está la gema aquí.

  Tragó saliva, a la vez que los demás pensaban en ello, para extender poco después la mano contraria alrededor de la cual giraba su primera adquisición. Asimismo elevó con lentitud la mano derecha, dirigiéndola llena de nervios a esa triste piedra. Ahora sí, a diferencia de cuando apenas encontraban su paradero, la gema brillaba intensamente, pero no de manera cegadora. Lo que siempre significaba para este objeto estar cerca de su único dueño. Y fue cuando intentó sujetarla, tras siquiera alcanzar a tocar su piel, que esta ardió en su mano.

  Como primer impulso casi inconsciente de su parte, soltó bruscamente esa piedrecilla, haciéndola caer directo hacia el suelo, sobre la tumba de su madre. Más que asombrados la veían los pioneros en la cacería de gemas, volviendo con solo ver esa escena a un pasado que hasta el momento les parecía tan lejano. Opal principalmente la observaba anonadada, dado que a ella le había ocurrido lo mismo tiempo atrás, cuando intentó tomar una perla que no le pertenecía.

—No es suya, pero entonces... —comenzó la albina, dejando que su expresión demostrara el impacto que aquello le terminó provocando.

—¿Son de él? —salió en boca de Cyan.

—Por lo visto —respondió su tía.

—Quieres decir que... ¿Cicy no tiene las dos gemas?

—Al parecer sí, Nath, así es. —Y, con voz tranquila, Rose finalizó el diálogo.

  Lo que, claro, no quitaba lapreocupación que aquello le daba. Así como esa misión era su forma de hacer laspaces, un fracaso en la misma podría significar para ellos el terminar peor delo que ya estaban. Dada la deshecha ilusión de tener al niño perdido, alhermano de Cyan. Fueron largos los minutos de silencio absoluto entre ellos,que carecían por completo de idea alguna sobre qué decir o hacer entonces. 

Cyan's Twin © #O&R3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora