Capítulo XLV

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  Extendió su brazo, elevándolo al cielo. Tomó con su mano izquierda, la hábil, que terminó de serlo cuando se quemó la otra con una gema de su hermano, la piedra que levitaba sobre su cabeza. Esta resplandecía, pero emanaba oscuridad, ambos, al mismo tiempo. La estrechó con fuerza en su puño cerrado. Su boca apenas formaba una línea recta, pero sus pupilas escupían llamas. Frunció levemente el ceño, tan solo un poco fue suficiente para que todo mundo entendiera que entonces se ponía serio. Con la gema en mano apuntó a un sitio cualquiera del cielo. Tan solo un segundo después, giró el brazo logrando que el lapislázuli recorriese un trayecto en forma de semicírculo. Ese leve fulgor que lo cubría se intensificó, y de entre las nubes cayeron múltiples rayos, imitando el curso de la piedra en magnitudes mucho mayores. Estos obligaron al grupo a retroceder, echándose todos, a excepción de las gemelas, varios metros hacia atrás. Entonces uno de ellos cayó al suelo, observando con terror esas descargas eléctricas que brotaban del cielo. El resto notó que este se había separado, y aunque gritaron su nombre, él no los oyó, no podía. Un fuerte déjà vu atacó su mente, cegado por los rayos. Esas luces azules, blancas deslumbrantes, lo llevaban al momento exacto en que perdió la capacidad de oír, en que quedó totalmente inmóvil dentro una prisión hecha con lo mismo que entonces usaba esa chica para alejarlos de ella. Liam lo comprendió casi al instante, adivinando que si no se había reincorporado, era porque simplemente no podía. Entonces corrió hacia donde este se hallaba, aferrando sus manos bajo los brazos de ese hombre, jalándolo lejos de una cortina eléctrica que se les aproximaba aún más. Lo puso a salvo, junto al resto de los chicos. Las gemelas aún estaban separadas de ellos por varios metros. Y se mantuvo la multitud estática, presenciando lo que la magia de Cyan provocaba.

  Fue entonces que ella elevó una vez más la mano, sosteniéndola en el aire unos segundos, y bajándola de golpe volvió a desatar una reacción como la anterior. Pero, esta vez, cientos de bombas y explosivos llovieron, detonando en medio del camino que separaba a las gemelas del grupo. Se cubrieron, utilizando sus poderes para atraer a ellas algunos de los restos que usaron para levantar los muros y con ellos resguardarse una vez más del peligro. Ruby, con algo de dificultad y sin práctica alguna, hizo lo mismo para proteger a los que quedaron de su lado. Los muchachos se alejaron de la línea de explosivos, a pedido exclusivamente del chico, admitiendo que no podía aguantar mucho tiempo manteniéndolos a salvo, les era mejor correr. Se acercaban más a Cya, sí, pero ella parecía estar enfocada únicamente en las otras dos mujeres, por lo que no se percató de su cercanía en lo absoluto. Luego, una vez que todos estuvieron lo bastante lejos, él corrió con ellos, cediendo la última barrera que quedaba entre Cyan y las gemelas. Ocultas las dos contra la pared, cerrando con fuerza los ojos y sintiendo el muro vibrar ante cada explosión, supieron que debían hallar otro escondite antes de que aquel también se derrumbara. Entonces Rose abrió los ojos, buscando con la mirada hacia dónde dirigirse. Así, vio un conjunto de árboles que se amontonaban, dando inicios a un nuevo bosque como el que murió tiempo atrás, y sin pensarlo demasiado se lanzó hacia allí tras sujetar el brazo de su hermana y tirar de ella para alejarla también de ese sitio. Opal la miró exaltada, puesto que fue tomaba por sorpresa. Pero al refugiarse tras la madera de aquellos árboles, logró reaccionar para atraer hacia ellas nuevamente el montón de bloques y ladrillos. Detrás de la vegetación, en un sitio desde el que no podían ser vistas, alzaron un nuevo muro que les sirvió de refuerzo, y exhaustas se cargaron contra este.

  La morocha, mayor entre ambas hermanas, se asomó sobre su hombro para observar la situación, siendo ella quien quedase más cerca del campo de batalla. Oyeron cesar el ataque, luego vio a Cya sonreír satisfecha, aunque dudando de haberlas eliminado así como así. Por ello borró la sonrisa de su rostro y miró con atención a sus alrededores, buscándolas. Comenzó entonces a lanzar rayos pulverizadores en distintas direcciones al azar, destruyendo lo que tuviese en su camino, haciendo volar todo por los aires. Los hombres se mantuvieron ocultos fuera del foco de atención de la chica, por el bien de sus propias vidas.

Cyan's Twin © #O&R3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora