Capitulo #8

168 16 1
                                    

Los primeros rayos de luz comenzaron a atravesar la ventana de la habitación, logrando así que la rubia despierte finalmente de su sueño, quejándose bajito por no haber cerrado las persianas la noche anterior. Restregó sus puños contra sus ojos para deshacerse de los últimos rastros de sueño y giró su mirada hacia la cama de al lado para saludar a su primo, más sin embargo esta se encontraba vacía y perfectamente acomodada, se sobresaltó un poco al ver las sabanas tal y como estaban cuando se acostó, dando a entender que Golden nunca llegó.

Se levantó tan rápido como pudo, causando una ligera punzada en su cabeza por el brusco movimiento, más no reparó mucho en esto y tomó su teléfono para buscar algún mensaje o llamada que le permitiera conocer el estado de su primo, revisó más no encontró nada, ni un texto ni una llamada, así que le marcó y esperó unos segundos a que atendiera, marcó dos y tres veces más sin respuesta alguna, cosa que la molestó y atemorizó, pero decidió calmarse un poco y darle tiempo a que viera las llamadas.

— Me causaras un infarto primito — Habló para si misma seguido de un bostezo profundo.

Retiró las mullidas sabanas y bajó de la cama, sintiendo un escalofrío recorrer su ser al contacto con la fría baldosa, así que de inmediato busco unas sandalias para tolerar mejor el frío de la mañana.

Al recorrer el cuarto con la mirada se topó con variedad de bolsas de diversas tiendas junto a la puerta, recordándole lo que hizo todo él día anterior, ya que pasó quizás demasiado tiempo hablando con Mangle y Chica, tanto así que para cuando lo notaron, era la hora ideal para almorzar, fueron a un centro comercial y al terminar continuaron con una inevitable tarde de compras y películas, se despidieron y llegó exhausta a el hotel, donde tiró todo lo que cargaba y subió a la cama sin reparar mucho en la ausencia de su primo. Sin más, tomó una de las toallas de cortesía del hotel e ingresó al baño para asearse.

Llenó la tina con agua tibia y se despojó de sus prendas las cuales portaba ya desde el día anterior ya que ni siquiera se había tomado él tiempo de ponerse algo más adecuado para dormir, pero eso ya no importaba, se metió a la tina y se mantuvo relajada por casi treinta minutos en un estado de paz, pero sin perder mucho más tiempo, lavó el jabón y su cabello para poder salir nuevamente cubriendo su desnudez con una toalla aunque estuviese sola. Realmente era muy placentero darse esos 30 minutos diarios de paz, no es como si viviera estresada, pero desconectarse por unos minutos desvanece o aunque sea disminuye la magnitud de los problemas.

Ya más serena, buscó entre aquellas bolsas algún conjunto ligero y quizás un poco abrigador, decidiéndose finalmente por unos jeans azules, una sudadera rosa y unos botines del mismo color. En cuanto a su cabello, se hizo una trenza común dejando dos pequeños mechones de cabello a lado y lado de su rostro.

— Listo — Dijo tomando su bolso, su teléfono y saliendo de la habitación con rapidez.

La rubia revisó su teléfono por segunda vez en busca de alguna señal de Golden, pero continuaba incomunicado así que se dirigió a él ascensor para salir del hotel.

Al subir al ascensor se topó con una joven de larga cabellera y baja estatura y sus ojos color rubí  clavados en el teléfono en sus manos, no le dirigió la mirada después de eso y tan solo esperó, hasta que escuchó a la joven soltar un suspiro encantado y al mirar de reojo la pantalla del teléfono logró identificar una foto de quien parecía ser Freddy y se tensó cuando la chica le dirigió la palabra.

— ¿Lo conoces? es un encanto ¿Verdad? — Preguntó la chica con ojos soñadores.

— Eh.... Claro, a quien no le encantaría un joven tan mono como él, aunque parece algo inalcanzable — Respondió la rubia insegura.

Trabajo, Nada Más // Freddoy //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora