Capítulo #22

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La puerta de madera fue cerrada bruscamente por el afán sofocante de Freddy por llegar al apartamento. Sus sentidos desbocaban desespero por un respiro y algo de tabaco. Si, Freddy fumaba, ocasionalmente, claro. Pero eso cambiaba dependiendo de las circunstancias, los viajes por trabajo claramente alteraban su genio y desde meses atrás gradualmente se había acostumbrado a fumar un poco después del trabajo, cuando se hallaba en casa solo. Pues muchas personas juzgan a la gente por este mal habito, más en una persona de su edad, pero a pesar de lo consiente que era del daño que se hacía, simplemente no lo dejaría ya que de igual modo se había convencido de que lo ayudaba con él estrés.

Prontamente buscó en su chaqueta una pequeña caja roja y un encendedor. Encendió el extremo del cigarro e inhaló profundo de él inmediatamente. Dejó fluir el espeso humo de su boca y suspiró aliviado con tan solo esa suave bocanada.

Fred le observó satisfecho pues él también demandaba saciar ese deseo que no podían concederse en público. Pues el asunto del tabaco era un secreto tan bien guardado como la misma existencia de Fred. Por bien a su imagen social habían acordado limitar el uso de cigarros en presencia pública e incluso aseaban rigurosamente sus prendas y cabello por bien de mantener en discreción sus hábitos.

— Bien.... — Musitó Freddy para si mismo tomando una nueva bocanada al dirigirse hacia el balcón con que contaba su apartamento. Soltó lentamente el humo en otro suspiro y reposó su cuerpo contra el barandal. — ¿Ahora qué? — Titubeó intranquilo clavando su mirada en el cigarro humeante, tenía miedo y sabía bien que Fred igual, Joy estaba pérdida y él tal solo se hallaba fumando en su perfecto apartamento. Pensar en ello lo deprimía.

— Dame el control, Freddy — Ordenó carente de la más mínima expresión, pero en su mirada oscura era visible el miedo reprimido por su propio ego. Freddy había aprendido a interpretar los estados de ánimo apenas captables en las casi siempre serias facciones de Fred.

— No. — Respondió directo sin dar lugar a réplicas. — Sé lo que estás pensando y sabes que no permitiré que hagas algo imprudente.... — Pudo ver como la expresión de Fred se tornó iracunda, pero no daría un paso atrás — Nuestra cordura ha sido cuestionada y no daré pie a más rumores al permitir a "la voz en mi cabeza" Pasearse por las calles con un arma en control de mi cuerpo.

— ¡No me sentaré a esperar a que la maten! — No, no fue un grito. Fue más una súplica, era el más puro terror, algo claramente inusual en Fred.

— He considerado meticulosamente tomarlo en nuestras manos también pero.... Soy él más razonable de los dos. — Tomó una pausa para poner en sus labios temblorosos el cigarro y tras un nuevo suspiro continuó. — También tengo miedo aunque no lo creas, pero de momento nos limitaremos a hacer todo lo que esté en nuestro poder dentro de la ley. — Sentenció ahora con un tono más nervioso y tenso.

— ¡Bien! ¡¿La quieres perdida en dominio de un psicópata?! — Esta vez sí espetó coraje. — ¡Entonces estás solo!

Favorablemente una la conversación fue interrumpida por la siempre oportuna intervención de su teléfono. Freddy examinó el contacto, realizó una mueca inmediatamente leyó el nombre de Golden en la pantalla. También se cuestionó como nunca recibía una llamada de alguien en buen plan de charlar o ir a comer algo, no sentía precisamente deseos de ser maldecido y sobajado ahora, pero como su jefe, colgarle a Golden no era una opción.

— Golden, yo.... — Quiso apresurarse a decir hasta que escuchó un sollozo ahogado.

— ¡Freddy! ¡Contestaste! — Eso sonó demasiado aliviado. ¿Acaso no haberlo hecho si era una opción? — Esperaba que estuvieras evasivo después de que te tratara el detective, pero necesitaba hablarte pronto — Freddy pudo notar en Golden las ocasionales pausas al hablar que tomaba para recuperar el aliento. — Freddy, sé que tú no eres responsable de esto pero... Sé que Joy te importa y.... Necesito.... J-joy está desaparecida o peor y por primera vez no puedo hacer nada por ella. — Golden estaba llorando, solo una vez lo llegó a ver tan vulnerable y eso había ocurrido hace casi una década.

Trabajo, Nada Más // Freddoy //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora