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Capítulo editado

Pero ¿de verdad era aquello la muerte? En lugar de oscurecerse, la cámara se volvía más clara. Harry movió un poco la cabeza, y allí estaba Fawkes, apoyándole todavía la suya en el brazo. Un charquito de lágrimas brillaba en torno a la herida... Sólo que ya no había herida.

Márchate, pájaro. - dijo de pronto la voz de Ryddle. - Sepárate de él. ¡He dicho que te vayas!

Harry levantó la cabeza. Ryddle apuntaba a Fawkes con la varita de Harry. Sonó como un disparo y Fawkes emprendió el vuelo en un remolino de rojo y oro.

Lágrimas de fénix... - dijo Ryddle en voz baja, contemplando el brazo de Harry. - Naturalmente... Poderes curativos..., me había olvidado.... - miró a Harry a la cara. - Pero igual da. De hecho, lo prefiero así. Solos tú y yo, Harry Potter..., tú y yo...

Levantó la varita. Entonces, con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de sus cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.

Lo miraron los dos durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, sin meditar, como si todo aquel tiempo hubiera esperado para hacerlo, Harry cogió el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno. Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando, y entonces...

Desapareció. Se oyó caer al suelo la varita de Harry y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto un agujero incandescente en el cuaderno.

Harry se levantó temblando. La cabeza le daba vueltas, como si hubiera recorrido kilómetros con los polvos flu. Recogió la varita y el sombrero.

Le llegó un débil gemido del fondo de la cámara. Ginny se movía. Mientras Harry corría hacia ella, la muchacha se sentó, y sus ojos desconcertados pasaron a Harry, con la túnica empapada de sangre, y luego al cuaderno que éste llevaba en la mano. Profirió un grito estremecido y se echó a llorar.

Harry..., ah, Harry, intenté decírnoslo en el desayuno, pero delante de Percy no fui capaz. Era yo, Harry, pero te juro que no quería... Ryddle me obligaba a hacerlo, se apoderó de mí y... ¿cómo lo has matado? ¿Dónde está Ryddle? Lo último que recuerdo es que salió del diario.

Ha terminado todo bien. - dijo Harry, cogiendo el diario para enseñarle a Ginny el agujero hecho por el colmillo.- Ryddle ya no existe. Todo bien excepto... - Miró a Amelia, con ojos tristes. Ginny ahogó un grito y se cubrió la boca con las manos, mirando aterrada la escena.

Harry se acercó al cuerpo inmóvil de la rubia, a medida que se acercaba, más grande era el nudo de su garganta y más dolor sentía en su pecho. Se arrodilló frente al cuerpo y lo giró para ver su cara. Su ojo izquierdo estaba a carne viva y rojo de la sangre. No tenía ningún tipo de respiración y estaba pálida y fría. Tomó su mano con fuerza y gritó y lloró como nunca. Todo era su culpa, todo. Gracias a su estupidez ella estaba muerta frente a él.

Ginny miraba todo algo alejada de ellos, a pesar de no haber compartido muchos momentos con Lia, siempre sintió que de una forma u otra la cuidaba. Y por eso a ella también le dolía.

Yo... Te ayudo a llevarla... Harry. - se atrevió a hablar y se acercó a él. Tomando a Lia por un lado. Harry hizo lo mismo y levantaron su cuerpo.

𝐄𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐞𝐥𝐢𝐚 𝕎𝕙𝕚𝕥𝕖|¦ MALFOY'sʰⁱˢᵗᵒʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora