10. Recuerdos

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capítulo editado

Tras salir de aquel bosque a paso lento, y pisada fuerte, Amelia podía ver lo que el mundo había cambiado ante sus ojos. Una fría brisa la hizo saber al fin que realmente estaba viva.

Sus pensamientos iban en ascenso. Se planteaba muchas cosas, pasando por Harry Potter y cómo comenzaba a creer que ella solo sería el cebo para que Harry Potter ganara la batalla, hasta Draco Malfoy, aquel que se ganó su corazón, y que ahora estaba destinado a sufrir por las innumerables muertes de la chica. Un mar de pensamientos que no cesaban, que la abruman internamente. En ese momento estaba completamente sola, no había nadie a su al rededor. Necesitaba tanto a Draco.

Había experimentado muchas veces la sensación de morir, la sensación de que te quiten el aire del pecho y, comenzaba a odiarla, no quería volver a morir, aquello era una asquerosa maldición para ella. Un infierno.

Tras unas largas horas, o quizás días de caminata sin descanso, frente a sus ojos pudo ver unos edificios. Unos muy familiares. Su respiración comenzó a agitarse, no sabía si de emoción o miedo. Si la veían deambular por ahí quizás llamaría mucho la atención, más por sus sucios y desgarrados ropajes que no pudo arreglar por falta de energía. Finalmente se animó y, decidida, se acercó a Hogsmeade, aquel lugar donde tenía tan buenos recuerdos y que ahora simplemente parecía algo oscuro. O quizás solo era su imaginación.

Pasaba por las calles y aún habían niños, personas llenas de energía. Algo que le parecía extraño. Los locales estaban intactos, vendían lo mismo y pocos negocios habían sido sustituidos por otros.
Cabeza de puerco, Dervish y Banges, Honeydukes, la casa de las plumas y la casa de los gritos, las tres escobas, la tienda de té y la oficina de correos. Todo intacto. Todo como recordaba. A lo lejos pudo distinguir un banco. Aquel banco. Millones de recuerdos llegaron a su mente mientras tocaba la fría madera de este. Una expresión de melancolía apareció en su rostro mientras este mismo sentimiento la llenaba por dentro. Cómo lo extrañaba.

—¡Dra, devuelvemelo! ¡sabes que es mi favorito! -la niña de baja estatura se cruzaba de brazos mientras, su casi algo sonreía con diversión en ese mismo banco. No era justo, le sacaba demasiada altura.
Mientras tanto el contrario, llevó la mano donde tenía aquel dulce y dejó este en su boca.

—Tomalo sin usar las manos. -explicó el de cabello rubio, tratando de jugar y pensando que ella no se animaría. Para su sorpresa, la menor se puso en puntillas para así elevar su altura y, dejando suavemente la palma de su mano en el pecho del contrario, acercó lentamente sus labios a los suyos. Tomó con delicadeza aquel chocolate y lo dejó en su mejilla, susurrando un bajo "gané" mientras dejaba escapar una tierna risa. Draco, sonrojado, y en un estado de impresión grande, no pudo hacer más que aprovechar la distancia y unir ambos belfos en un dulce beso debido al chocolate que la menor aún mantenía en su mejilla derecha.

Eran tiempos felices para Amelia, para ambos. Necesitaba sentir su olor de nuevo, su voz, su risa, la textura de su piel y cabellos, su mirada... necesitaba todo de él. Se sentía querida a su lado.

Sacudió su cabeza y desvió su mirada a otro lugar. No podía perder más tiempo del debido poniéndose sentimental, no quería llorar más. Draco estaría a salvo y no lo dudaba. Finalmente y atravesando el pueblo con dificultad por la nieve, pudo visualizar a lo lejos la estación de tren que llevaba a Hogwarts, por lo que, con su varita, hizo que su cuerpo pasara a ser invisible. No llevaba dinero encima y debía ir como fuera a aquella escuela.

Una vez dentro y burlando la seguridad de este, se resguardó en el asiento más alejado y vacío posible para que nadie se diera cuenta de su presencia en aquel vagón. Un suspiro escapó de sus labios. No entendía por qué debia vivir todo aquello. No era sano. No le hacía bien, solo sufría.

𝐄𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐀𝐦𝐞𝐥𝐢𝐚 𝕎𝕙𝕚𝕥𝕖|¦ MALFOY'sʰⁱˢᵗᵒʳʸDonde viven las historias. Descúbrelo ahora