El Hijo del Hokage (BoruSara)

El destino de Uzumaki Boruto

 La aldea estaba destruida. La Organización Kara había sido la mayor responsable del incidente. Kawaki había sido enviado para dar el golpe final, su objetivo: robar el teiseigan de Boruto. Los enfrentamientos se dispersaban por toda la aldea de Konoha, varios Jounin y Chuunin sufrieron daños. La mayor parte de la pelea se concentraba en el centro de la aldea. Ahí entre los escombros que provocaron algunos que otros ataques de gran magnitud, se encontraban Boruto y Kawaki.

Hace una media hora atrás, hubiera preferido que sus compañeros de equipo Mitsuki y Sarada lo acompañaran, pero por desgracia no fue así, Boruto les exigió que se apartaran de esta batalla y que él lo resolvería, tal como se lo prometió a su padre y a su maestro. Acabaría con lo que ellos iniciaron allí en los exámenes de Chuunin.

Sarada y Mitsuki se estaban enfrentando a otro de los miembros de Kara. La pelea estaba bastante a la par, ambos se defendían sin inconvenientes y el enemigo parecía estar acorralado. No les quedaba mucho para vencerlo. La pelinegra activó su Mangekyo Sharingan, había logrado despertarlo luego de mucho entrenamiento gracias a su maestra Zura, una ráfaga de fuego negro cubrió al sujeto y lo arrojó contra la pared más cercana. El último golpe fue decisivo, un puñetazo que le rompió todos los huesos, atravesándolo con sus mismas costillas, por poco y podría haberse muerto. Solo consiguió dejarlo inconsciente. Mitsuki se incorporó detrás de ella.

—Deberíamos ayudar a Boruto.

—Pienso lo mismo, pero...—miró hacia el monumento de los Kages que ya estaba destrozado.

Solo se veían los restos de los escombros. La tierra tembló debajo de sus pies. Boruto había hecho una buena descarga eléctrica sobre Kawaki y este había sido arrojado con violencia a unos metros de ellos. Mitsuki siguió con la mirada los movimientos de su amigo, al igual que Sarada. Ambos estaban preocupados por el desenlace. Una neblina de humo se creó delante de ellos tapando el combate que estaban teniendo. Sarada estaba preocupada. Su corazón le latía con fuerza. Confiaba en él a ciegas, sabía que lo podía lograr sin su ayuda, él era como un hermano y sería la persona adecuada para hacerlo entrar en razón. No tenían por qué intervenir.

—Deberíamos intentar ayudar en otras batallas—cambió de opinión Sarada.

—Boruto podría necesitarnos—exigió Mitsuki—. ¿Qué haremos si vuelve a descontrolarse como la otra vez? Alguien debería ser capaz de detenerlo...

—¡Boruto sabe usar el Karma, Mitsuki! ¡Por favor, debemos confiar en él!—le gritó histérica—. Sabes que se enojara si nos metemos en su batalla.

Mitsuki contuvo un puño cerrado. No podía dejar a su amigo solo. Sarada lo entendía porque ambos estaban igual de preocupados. Pero era inútil, no sería correcto intervenir, a menos que las cosas se compliquen mucho más. Shikadai llegó corriendo y se acomodó a su lado, con expresión desesperada, miró hacia la humareda y luego miró a Sarada:

—Sarada, creo que necesitaremos un ninja médico—le dijo—. En la otra parte de la aldea, el Séptimo está luchando contra ese tal Jigen. Necesitamos un Ninja médico para tu padre.

Sarada abrió los ojos como platos. ¿Cómo era posible? ¿Su grandioso padre estaba herido? Sarada se encontró frente a una encrucijada. ¿Qué pasaría si Kawaki dejaba herido de gravedad a Boruto? Tragó saliva. Prioridad, era prioridad. Asintió decidida y partió detrás del Nara para agregarse a la otra batalla y ayudar a su padre a restaurarse.

Boruto estaba dispuesto a detenerlo. No podía creer que después de muchos años compartiendo el mismo techo, se negaba a escucharlo y seguirle la corriente a las personas que tanto odió. Tanto se había maldecido para dejar la organización y tener una vida próspera, y ahora con unas simples palabras, lograba irse. No iba a permitir que esos años y ese lazo se rompiera así sin más. Su padre le tenía un aprecio, lo consideraba un hijo más, Himawari lo quería un montón y él...realmente, lo apreciaba como un hermano, el hermano que nunca tuvo.