Capítulo 10. Relaciones y noticias

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Donald estaba desolado, había pasado ya una semana y no había noticias de Huey. Cada día que pasaba, hacía que el pato vestido de marinero se sintiera más y más desesperado. Hace tiempo perdió a su hermana, y eso le dolió... casi tanto como la desaparición de su sobrino mayor, pero la diferencia entre Della y Huey era que Della era una adulta que tomó sus propias decisiones, aunque estas trajeran las consecuencias que trajeron.

Huey en cambio era un niño inocente que fue arrebatado, por la fuerza, de su familia y sin que él quisiera ser separado de ella.

"Tranquilo Donald, lo encontraremos" le había dicho su tío Scrooge, pero... ¿estaba su tío realmente convencido de ello?

Donald no sabía qué hacer, no sabían el motivo por el que Huey había sido secuestrado. Pero sí había una cosa de la que Donald estaba prácticamente seguro, y era de que el culpable del secuestro de Huey era Mark Beaks. No tenían pruebas de ello, pero Donald sentía en su interior que él era el culpable.

"Nos ha dado acceso a todas las partes del edificio, incluso a aquellas de acceso restringido, e incluso se ha ofrecido a estar presente cuando registremos sus otras propiedades" eso fue lo que les había dicho la oficial Cabrera cuando sus agentes y ella terminaron su registro del edificio de Waddle.

Aunque para muchos la cooperación de Beaks con la policía en los registros que los agentes de la ley estaban llevando a cabo podría parecer el modo que tenía el loro de demostrar que él no era el culpable, para pato vestido de marinero eso era muy raro. Siendo justos, Donald no entendía mucho de esos temas, pero viendo a su tío trabajar, al pato marinero le costaba trabajo creer que el dirigente de una empresa de tecnología se mostrara tan cooperativo, especialmente corriendo el riesgo que con esos registros se filtrara información de alguno de sus proyectos secretos.

Todo era demasiado sospechoso.

Donald suspiró, hasta la fecha, siempre que la policía había contactado con su familia, había sido para decirles lo mismo, que seguían sin ninguna pista del paradero del trillizo vestido de rojo, parecía como si el chico se hubiese desvanecido.

Donald suspiró nuevamente. Él era perfectamente consciente de que no era el único que sufría. Su tío Scrooge parecía estar moviendo cielo y tierra tratando de encontrar a su sobrino-nieto mayor, no parecía querer reparar en gastos si así se aseguraba que su familia estaba a salvo.

Beakley se había volcado en mantener a la familia unida cuanto pudiera, sabiendo que no podía permitir que perdieran la esperanza de que Huey volviera.

Duckworth se había vuelto muy silencioso, si bien era verdad que el fantasma apenas conocía a los chicos, también era cierto que en el poco tiempo que los había conocido, les había tomado bastante aprecio, y saber que uno de ellos estaba desaparecido... dejó al mayordomo fantasmal bastante afectado.

Por lo que respecta a los niños... Webby no paraba de consultar mapas y más mapas, tratando de determinar posibles lugares en los que podría encontrarse Huey, además de trazar una especie de red centrada en Huey, sus aficiones, gustos, amigos, enemigos y, en definitiva, toda la información relacionada con el trillizo vestido de rojo. Una tarea encomiable, pero Donald sabía que sería muy difícil por no decir imposible que la joven pudiera determinar la ubicación de su amigo desaparecido aplicando ese método de búsqueda.

Y, por último, Dewey y Louie... Donald sabía que sus otros dos sobrinos probablemente eran los que lo estaban pasando peor. Pues, aunque no lo admitieran tan abiertamente como Huey, a los dos también les gustaba ser trillizos, y saber que uno de ellos faltaba... era como si les faltara una parte de sí mismos, y ambos patitos eran conscientes de eso.

Guerra de GeniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora