24.- ¿Qué es real?

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Huey había estado tratando de dormir, la verdad no sabía si había dormido mucho, poco o nada. Le dolía la cabeza terriblemente, aunque no quería decirle nada a Graves, pues sabía que el halcón no le haría ni caso, es más probablemente se burlaría de él si se lo contara.

"Eres realmente patético"

"No me extraña que nadie te soporte"

Seguro que le diría algo así. Acostado en el duro suelo, el trillizo mayor se llevó las manos a la cabeza, las cadenas conectadas en sus manos tintineando en el proceso.

"Sí creías que alguien de la familia te amaba, entonces eres el pato más ingenuo del mundo"

Sabía que era Graves quien decía esas cosas, pero a estas alturas no podía dejar de pensar que, de algún modo, lo que el halcón decía era lo que pensaba en realidad su familia ¿Podía ser que no le amaran? ¿Por qué? ¿Había hecho algo mal? Las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, y sabía que pronto saldrían libres sin que pudiera detenerlas.

"No eres más que un bebé llorón"

Huey se apresuró a frotarse los ojos.

"A nadie le gusta la gente que no sabe contener su llanto"

De todas las cosas que Graves le decía, esas eran algunas que podía tratar de evitar escucharla de nuevo.

"No le importas a nadie"

"No mereces que se pierda el tiempo contigo"

Huey suspiró temblorosamente. Eso... parecía ser cierto ya que, si no, no podía entender por qué su familia no le había encontrado todavía.

"Nadie te quiere a su lado"

"Todos están mejor sin ti"

Huey apretó los ojos, ¿tan despreciable era? Sabía que muchas veces sus hermanos habían estado fingiendo cuando "mostraban" interés por algo que el trillizo mayor les contaba, sobre todo cuando explicaba algo de los Woodchuck Junior, pero de ahí a que no quisieran estar con él... ¿Por qué Graves le decía esas cosas? ¿Y por qué su dolor de cabeza no le dejaba pensar con claridad?

De repente el patito escuchó el ruido de la cerradura de la puerta abriéndose. Oh no... era Graves otra vez, seguro, ¿de quién iba a entrar disfrazado esta vez? ¿Qué horribles palabras iba a decirle? Solo pensar en eso hizo que Huey comenzara a temblar.

La puerta finalmente se abrió, y el trillizo mayor no podía negar que se sintió confundido cuando vio a Beaks aparecer por la puerta del cuarto. En realidad se llenó de alivio al ver al CEO de Waddle, más que alivio, de gratitud hacia el loro, en especial cuando Beaks le quitó las cadenas que Graves le había puesto justo después de quemar su gorra.

Su gorra... Huey se sentía... desnudo ahora sin su gorra. No entendía por qué, ¿por qué ese halcón tuvo que hacerle algo así? ¿Qué pretendía conseguir con eso?

"Voy a darte una lección"

Eso era lo que le había dicho Graves, pero el chico seguía sin comprender qué tipo de lección implicaba el quemar su preciada prenda.

Todo lo que le había dicho Graves... todo lo que le había hecho, todo el dolor y la angustia que había sentido desde que Beaks desapareció la otra vez, hicieron que el chico sintiera la necesidad de lanzarse a los brazos de Mark cuando él finalmente le liberó. El pobre patito sentía que necesitaba desesperadamente consuelo, y por alguna razón creía que sólo Beaks podía proporcionárselo

Ya en la habitación en la que durmió la última vez que Beaks estuvo allí con él, después de que el CEO de Waddle lo dejara asearse y le diera de comer, al igual que la última vez. Beaks trató de conseguir que Huey le contara lo sucedido, pero... Huey... él no... no se consideraba lo suficientemente importante como para que Beaks se ocupara de sus problemas.

Guerra de GeniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora