20.- La última esperanza

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Scrooge se paseaba arriba y abajo por su despacho. Su cerebro era un hervidero de ideas con todo lo que había sucedido. Desde que Gyro y su equipo les informaron de cuanto habían descubierto, Scrooge de inmediato solicitó ver todo el contenido mencionado. Naturalmente, como precaución, impidieron que los niños pudieran ver ese contenido, ya que Scrooge consideró que la información que se les había dado a los muchachos era más que suficiente.

El pato escocés recordaba haberse quedado estupefacto ante lo que vio, los videos, el contrato, toda la búsqueda relacionada con la manipulación... realmente ese loro había hecho un gran trabajo previo y parecía dispuesto a llevar su plan a cabo hasta el final, lo que significaba que Huey tenía un tiempo limitado antes de que el pobre chico sucumbiera a la manipulación de Beaks.

Por otra parte, Scrooge pidió a su científico que le diera una copia de ese contrato. Quería estudiarlo, estudiarlo a fondo, saber qué era lo que ese loro planeaba hacerle a su sobrino capturado. La verdad, lo que el rico pato vio en ese contrato, hizo que se le helara la sangre.

"Oh ¡Curse me kilts!"

Ese Beaks... ¡era un monstruo! Pretendía hacer trabajar a Huey de una forma excesiva, excesiva incluso para un adulto, y el loro no parecía tener ningún reparo en mostrarlo. El documento que Scrooge había estado estudiando dejaba entrever que ese loro pretendía convertir a Huey en un esclavo, literalmente, y si además lograban lavarle el cerebro tal y como habían descubierto que querían hacer, entonces... entonces el chico no cuestionaría ni trataría de escapar, sería como una marioneta en manos de ese loro perverso.

¡No! No podían permitir que eso sucediera, no podían tolerar que Huey acabara en esa situación, ya que, además de lo que Scrooge vio como las obligaciones laborales de Huey, también se dio cuenta de que ese contrato era vinculante de por vida, es decir, que si Beaks lograba que su sobrino firmara ese documento, eso significaba que perderían a su sobrino para siempre... bueno en realidad... aunque Huey firmara eso, no sería válido, tal y como había indicado Donald, ya que Huey era menor de edad y por lo tanto su firma no sería valida, pero teniendo en cuenta todo lo que Mark Beaks había hecho hasta ahora, el pato escocés estaba seguro de que a él no le importaría ese detalle.

"Si te tuviera ante mis ojos yo- yo..."

Scrooge suspiró indignado, estaba seguro de que, tras conseguir que su sobrino firmara ese papel, seguramente el CEO de Waddle lo pondría a trabajar de inmediato, lo más seguro en un lugar oculto como hasta ahora, esperando el momento en el que Huey fuese mayor de edad, pues llegado ese momento, entonces sí que sería imposible recuperar al muchacho.

Scrooge suspiró, no quería pensar así, pero cuanto más tiempo pasaba, más difícil se le hacía creer que recuperarían a su sobrino, y sabía muy bien que en cuando lo recuperaran, el pobre chico estaría sin asombro de duda, traumatizado. Seguramente le esperaba un largo proceso de recuperación, recuperación en la que todos deberían participar por supuesto.

Pero Huey no era el único, y Scrooge lo sabía, había alguien más, alguien que ahora ya necesitaba ayuda para superar el duro golpe que había recibido. Su sobrino Donald. Sí, el pobre muchacho estaba visiblemente destrozado ¿cómo no iba a estarlo? Para el pato vestido de marinero fue un duro golpe ver el contenido de esa caja. Scrooge le había aconsejado que no lo hiciera, pero Donald insistió en verlo también, alegando que quería saber exactamente qué se le estaba haciendo al trillizo mayor. Eso resultó... ser un tremendo error.

Flashback

Previendo que muy probablemente Scrooge querría ver qué había en la caja virtual que habían logrado encontrar entre todas las pertenencias de Beaks, Gyro había copiado los archivos y los había traído para mostrárselos a su jefe, algo que Scrooge agradeció.

Guerra de GeniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora