Guerra de Genios

14- Cayendo en la oscuridad

Caminando por los pasillos de ese prototipo del edificio de Waddle, Huey no podía parar de preguntarse qué era lo que estaba pasando. ¿Qué sorpresa le había preparado Mark? ¿Era algo bueno o algo malo? Si era algo malo, temía lo que podría ser, dada la inestabilidad mental del loro, pero si, por el contrario, era algo bueno... entonces se sumaba a la lista de cosas inexplicables que el loro había hecho desde que llegó y sacó a Huey del lugar en el que había estado encerrado hasta ese momento ¿Por qué de repente Beaks lo trataba tan bien? ¿por qué incluso le dio ropa limpia del mismo estilo que utilizaba Mark? Huey se sintió tan incómodo cuando se puso esa ropa y vio que era idéntica a la de ese loro que le faltó tiempo para ponerse su querida gorra de nuevo sobre su cabeza, al menos tener ese complemento que lo caracterizaba, le hacía sentirse un poco menos extraño. ¿Por qué Beaks le hizo vestirse de ese modo? ¿a qué clase de juego estaba jugando ahora?

Y a pesar de que el CEO de Waddle le aseguró que él no había querido en ningún momento que el patito vestido de rojo sufriera del modo en que había sufrido, Huey no podía abandonar la idea de que aunque Beaks afirmó que no lo sabía, él había sufrido bajo las manos de Falcon, quien trabajaba para Beaks, así que, en última instancia, el chico había sufrido por culpa de Mark Beaks, en opinión del trillizo mayor, el desconocimiento de un hecho no te exime de su responsabilidad.

Pero Huey tenía miedo de decirle eso al loro gris, pues con lo voluble que era el estado de ánimo del pájaro adulto, temía que cualquier cosa que dijera o hiciera implicara que sería encerrado de nuevo, y Huey no quería eso, no quería volver a la oscuridad y al aislamiento absolutos. Ese cuarto en el que, seguro que estuvo al menos varios días, o semanas, tal vez incluso meses... y Falcon... no había hecho que su estancia allí fuera más agradable. Hablando del halcón, ¿dónde se había metido? ¿Iba a volver para hacerle más daño? Huey esperaba con todas sus fuerzas que no lo hiciera, había pasado demasiado tiempo atormentado por lo que Falcon podría hacerle.

A decir verdad, ahora que pensaba en ello, Huey ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde su secuestro, lo único que sabía era que había estado encerrado prácticamente todo ese tiempo en ese oscuro lugar... pensar en ese cuarto, hizo que el chico cerrara los ojos con fuerza y comenzara a temblar, algo que no le pasó inadvertido a Mark.

El CEO de Waddle se detuvo de repente, lo que provocó que Huey también se detuviera, abriendo los ojos de golpe, vio que Beaks le miraba con lo que parecía ser preocupación, ¿estaba el loro realmente preocupado por él?

Entonces Mark se agachó, lo que causó en respuesta que Huey retrocediera involuntariamente, el chico no confiaba en ese loro y no lo haría nunca.

Beaks no pareció molestarse por la reacción del patito, pero Huey seguía en alerta continua, no quería hacer enfadar a su secuestrador otra vez, no quería volver a verle con esa expresión de odio con la que lo miró justo antes de encerrarlo. Mirando al CEO de Waddle con los ojos bien abiertos, el patito habló con voz temblorosa diciendo:

"L-lo s-siento"

Beaks ladeó la cabeza y preguntó:

"¿Por qué lo sientes?"

El patito cerró los ojos y bajó la cabeza, luego hablando nuevamente con vacilación, dijo:

"Por... ha-haberme apartado"

Beaks le puso entonces una mano sobre su hombro, haciendo que Huey sintiera un escalofrío recorriéndole la espalda, si Beaks se dio cuenta de eso o no, Huey no lo sabía, de lo único que el patito fue consciente, fue de lo que el CEO de Waddle le dijo a continuación:

"No tienes que disculparte por eso, sé que no me tienes mucho afecto, pero solo quiero que sepas que intento ayudarte, ¿de acuerdo?"

Huey alzó la cabeza y miró a Beaks confundido, cuanto más tiempo pasaba menos lo entendía. Huey no confiaba en su voz para emitir una respuesta, así que simplemente asintió. Beaks por su parte sonrió, y poniéndose de pie, dijo entonces: