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—¡Por favor suéltame!—

    La voz femenina retumbó por toda la casa, trataba de agarrarse a lo que sea porque un tipo la estaba arrastrando al sótano de la casa, la chica estaba llena de moretones y cortes, intentó escapar pero la atrapó antes de salir por la puerta y ahora la iba a castigar.

—¡Lo siento!, ¡No volveré a escapar, lo juro, lo juro!— su cuerpo no lo podía mover, dolía demaciado.

—Eres molesta, tus ruidos son molestos—

   La arrojó al sótano, amarro sus manos a un fierro, estaba desnuda y eso le hacía tiritar de frio al igual que de miedo, estaba asustada, quería irse y volver con su familia, se sentía tonta por haber caído ante el, no quería morir, no quería morir ahí.

—¿Que usaré hoy?—tomo unas pinzas grandes— si no sales, no creo que necesites los dedos, ¿O si?—

—¡No por favor!— empezó a llorar desesperada.

   Sus pies fueron tomados y uno a unos sus dedos eran cortados, caían al piso frío, la sangre chorreaba y los gritos era lo único que se escuchaba, al terminar, la chica se desmayó, su tortura no terminaría pronto.

(∆=∆=∆)

     Otro día en la escuela, Fred estaba en su banca perdido en sus pensamientos, tenía proyectos y por proyectos se refería a sus bromas, no había nadie que no se molestará con el por eso, y no planeaba involucrar algo como heridas porque no le gustaba ver sangre, le daba anciedad desde que era niño.

   La maestra salio un momento para hablar con alguien luego volvió a ingresar acompañada de un chico bastante alto, cabellos rubios albinos, ojos negros cual noche más oscura, su piel era blanca y se veía lisa y libre de imperfecciones. Sus facciones tan masculinas. Su rostro, era tan bello... Y ni hablar de su cuerpo, tenía los brazos cruzados y eso jalaba la ropa mostrando esos bíceps, seguro el abdomen estaba marcado, era el estereotipo de hombre perfecto.

—Buenos días alumnos, hoy tenemos a un alumno nuevo y espero que se lleven bien con el— dijo la maestra, Fred no había apartado su mirada de aquel chico, fue como si lo atrajera como un imán.

—Buenos días, pueden llamarme Gold, y a partir de hoy estudiaré aquí, espero llevarme bien con todos— llevaba un semblante serio pero a la vez relajado.

    Todas las chicas estallaron en gritos aclamando al famoso chico, gritos, chiflidos, aplausos, era todo un escándalo, Fred no hacía ruido pero si quería hacerlo, no podía apartar la vista aún que quisiera, puso una mano en su pecho, su corazón latía tan rápido solo con verlo.

—Muy bien chicas, cálmense, nuestro nuevo alumno necesita que le presenten la escuela— las chicas estallaron de nuevo siendo calladas nuevamente por la maestra— Fred, tú serás el encargado de mostrarle la escuela a tu compañero—

—Eb be be yo ne—no podía articular una palabra coherente.

—Perfecto, Gold siéntate a su lado, Fred te explicará todo de las clases y como calificaremos— le extendió la mano para qué pasará cosa que hizo después de un agradecimiento

   Se sentó a su lado, lo observó de reojo pero el chico no le dirigió la mirada, de hecho mantenía su cabeza agachada, lo que era raro si hace un momento no paraba de mirarlo.

—Se supone que tienes que decirme que pasa con la clase— dijo el albino.

—Emm... Yo Fred, me bueno—malditas palabras.

[ You Are Mine Until Death ] [Historia En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora