Epilogo

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El corazón me da un vuelco, despierto agitado y con el cuello bañado en sudor. De nuevo aquellos sueños.

No recuerdo el tiempo preciso ni exacto por el cual he estado teniendo estos sueños, técnicamente han sido desde, bueno, desde siempre, supongo que son parte inherente de mi memoria. En general y a grandes rasgos mis sueños son prácticamente una repetición constante y casi cíclica de los mismos hechos.

Nunca me encuentro en el mismo sitio o al menos pienso que no lo es. Estoy parado frente a un enorme y majestuoso lobo. Algunas veces su pelaje es gris, otras marrón y algunas más un color oscuro jaspeado. Por lo habitual luce como un adulto pero hay ocasiones en que parece más joven o más viejo. También varía en tamaño y talla, incluso hay momentos que se me figura como a uno de nuestros ancestros, los primeros lobos, antes de que fuéramos cambiaformas. Nunca parece ser el mismo lobo, pero yo se que lo es, al menos eso creo. No, no lo creo, sé perfectamente que se trata del mismo, sus ojos me lo dicen. No importa cuántas veces los mire, siempre son los mismos, dos orbes de un precioso verde esmeralda, de hecho el recuerdo que más prevalece en mi mente es esa intensa mirada suya, tan penetrante.

Y es aquí que viene lo verdaderamente interesante, yo también me encuentro en mi forma de lobo. Nunca he sido una persona agresiva, juro que no hay nadie más pacífico que yo, bueno es probable que esté exagerando, pero usualmente no me gusta la violencia, sin embargo cuando el y yo nos encontramos, por alguna razón que me sigue siendo desconocida, es inevitable enfrascarse en un sangriento duelo a muerte, de los cuales, en su mayoría, yo resultó ser el vencedor. Se supone debería sentirme aliviado de ser quien sobreviva al final de cada batalla pero me sucede todo lo contrario, no siento gozo sino solamente pena y tristeza, estoy vacío y abandonado. Es como si se me fuese arrebatada la mitad de mi ser, la mitad de mi alma. La sensación no me dura mucho, solo unos segundos.

En estos momentos no hay excepción, mi corazón late desbocado y me cuesta respirar, llevo las manos a mi rostro y froto. Hay algo nuevo, mis ojos han desbordado en llanto. Nunca antes he llorado, no por mis sueños. Quiero recordar lo que he visto, y entonces me aterro. No hay ningún lobo a mi lado, rebusco en mi mente pero no lo puedo hallar, en cambio mi vista recae a mis manos, están bañadas en líquido caliente de un intenso rojo escarlata. Sangre. Es sangre. La mente se me nubla, un destello amarillo y un verde apagado. Mis labios tiemblan y la garganta se me cierra. Rompo a llorar y no se la causa exacta.

Me siento muerto.

















No ha sido una buena noche por eso mismo necesito una buena taza de café para no quedarme dormido. Lo que vende la cafetería de la escuela no me gusta así que aunque siempre hay mucha gente en el starbucks lo elijo como mi mejor opción. La fila es larga y me pregunto porque rayos una multinacional no contrata más empleados para satisfacer el tráfico de consumidores. Como sea, es sábado por la mañana y tengo tiempo de sobra. En tanto espero no puedo evitar ver las noticias que se proyectan en la pantalla holográfica al fondo del local. Imágenes de protestas fuera del parlamento respecto a la moción de aprobar el matrimonio homogénero en Corea. Aun somos de los pocos países que no aceptan la diversidad de géneros. Pero eso va a cambiar.

Entonces la imagen cambia e inicia una entrevista con uno de los principales personajes opositores al movimiento a quien por cierto se acusa de manipular la opinión pública con publicidad engañosa en sus productos de consumo. La presentadora pide un enfoque a la invitada y en pantalla sale la imagen de una mujer de cabello negro y ojos verdes que ésta en sus cincuentas, Min JiMin, la actual CEO y presidenta del grupo D-Min.

Es un placer tenerla con nosotros. — Dice la presentadora.

Ambas se saludan con palpable hipocresía y desde aquí, yo siendo un espectador, se que esto va a ser un desastre. Quiero ver.

Son Tus Ojos -YoonMin/JimSu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora