Mini especial: La amiga de Park YiBin.

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Siento todas las fibras de mis músculos estirarse y contraerse en cada movimiento que hago. Mi contrincante, un lobo blanco, grande y robusto, se abalanza ferozmente contra mi. Sus fauces, llenas de colmillos afilados, se abren y cierran, intentando clavarse en mi carne. Con esfuerzos lo esquivo y acerto un par de zarpazos contra su cuello, sacándole sangre. Nuestros pelajes, blanco y marrón respectivamente, están llenos de tierra y otras suciedades.

A lo lejos, rodeandonos, están varios lobos más, nuestras manadas, los suyos y los míos. En un descuido, sus dientes se entierran en una de mis patas, aulló de dolor y el ladra satisfecho. Como puedo me suelto pero el daño está hecho, no puedo apoyar mi peso. Lanzó una mordida que patéticamente apenas le arranca un pedazo de oreja. El lobo blanco me embiste y me hace rodar sobre mí mismo. Antes de que pueda levantarme sus garras cortan mi abdomen una y otra vez. Es mi final así que espero.

El golpe final es inminente y aunque sigo luchando sé que, haga lo que haga, mi muerte me espera. El lobo blanco también lo sabe y es tal vez por eso que se detiene un instante.

Respira agitado, babeando sangre con los colmillos de fuera, aun a la defensiva. En respuesta, lanzo mordidas al aire aunque no lo alcanzo. Es en ese instante nos miramos. Sus ojos negros se cruzan con el verde de los mios. Y no nos miramos más que un par de segundos. Tiempo suficiente para estar seguros de aquello que jamás tuvimos el valor de confirmar.

No importa ya, porque es demasiado tarde.

Y me duele. Me duele no porque mi vida haya llegado a su fin sino porque me arrepiento de no haber contemplado por más tiempo esos ojos. Contemplarlos y amarlos correctamente.

Cierro los ojos esperando lo peor más no sucede nada. Mi respiración se entrecorta cuando un dolor agudo e hirviente me atraviesa el estómago tres veces. Me siento caer al vacío mientras jalo aire con desesperación. Unos brazos me toman y detienen mi caída.

Abro los ojos y me encuentro con la misma mirada, ahora materializada en un hombre. Su piel, sus cejas y sus labios. Todo en él luce precioso. Y no sé por qué, pero conocer su cara hace que me duela mil veces más tener que irme de esta manera. No quiero, no mientras su boca ruega por mi nombre.

Estiro mi mano y me aferro a las hebras negras de su cabello, tan suaves. Incluso puedo oler el aroma que estas desprenden y tal vez es una locura, pero puedo jurar que huele a mi. Y no comprendo lo que sucede pero experimentó el alivio mismo cuando lleno mis pulmones con tal fragancia, la suya y la mía entremezcladas.

Sonrio a contra voluntad y antes de que pueda decir algo, simplemente, me pierdo. Me pierdo y no regreso.

...

Al despertar lo primero que siento, incluso antes de abrir mis ojos, son las lágrimas que surcan mis mejillas tibias. La almohada debajo de mi cabeza está húmeda. Separo mis párpados lentamente, la luz del día se cuela tenuemente por debajo de la persiana que cubre la ventana alta de mi habitación. Me incorporo sobre el colchón y llevó una mano directamente a mi estómago que hormiguea, el lejano recuerdo de una herida profunda me sobrecoge.

Últimamente, estos malos sueños, me han asaltado con mayor frecuencia. No recuerdo la última vez que fui capaz de dormir tranquilamente. Tal vez han pasado tres meses, quizás cuatro. Como sea, se está tornando cansado despertar de tal manera cada mañana.

El reloj proyectado sobre la pared marca las siete de la mañana, sábado nuevamente y la asistente virtual comienza sus tareas de acuerdo a lo que le he programado. Las persianas se elevan y una suave música instrumental inunda la habitación. La Inteligencia Artificial me saluda y me enlista los deberes pendientes del día, también me recuerda que en unos días mi universidad tiene programado el recital de fin de otoño para el próximo fin de semana.

Son Tus Ojos -YoonMin/JimSu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora