Capítulo 2 ✔️ [Corregido]

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Eres la mejor cosa que no sabía que necesitaba. Ahora es tan claro que te necesito aquí siempre.

Película: La Princesa y el Sapo.

No sé cuánto tiempo estuve dentro del baño, pero para cuando salgo ya la mesa donde Marcus se encuentra, no tiene comida

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No sé cuánto tiempo estuve dentro del baño, pero para cuando salgo ya la mesa donde Marcus se encuentra, no tiene comida. Solo platican y beben su vino. No tengo idea de que hablan, seguramente se quejan de sus mujeres, hijos y quizás hasta nietos, pero por alguna extraña razón, eso me llama la atención y quiero estar ahí con ellos.

Corrección: Quiero estar ahí con él.

De repente la mirada de Marcus se cruza con la mía y me sonríe, es en ese momento en el que siento como todos los colores suben a mi rostro y me petrifico. No sé si sonreírle de vuelta —que sería lo más sensato de mi parte— o si ir directamente hasta él y plantarle un beso en esa linda boca que tiene. Esta última es mi preferida, pero por educación —y porque necesito el empleo y no terminar en la cárcel por acoso—, decido hacer lo primero y le devuelvo la sonrisa.

Me concentro en otras mesas y ellos siguen ahí sin moverse, solo platican y platican y beben vino. A ese paso terminarán sin ni siquiera recordar la tabla del dos. Aunque Esteban diga que con vino no se pueden emborrachar, yo digo que sí, y más si cuando lo único que están haciendo es estar sentados, hablando.

Después de dos horas, ya son las 14:26 horas, y es cuando Marcus vuelve a levantar su mano y llama mi atención. Termino de atender la mesa con la que estaba y me encamino hacia él.

—Dígame, ¿se les ofrece algo más? —pregunto, mirándolo solo a él. Mi corazón va a millón y ya creo que, si los latidos corrieran, yo le ganaría al correcaminos.

—La cuenta, por favor —pide, amablemente. Asiento y me retiro a buscarla.

Al regresar, coloco la cuenta en la mesa y los cuatro hombres se pelean para pagar, si fuera yo, no pelearía. De seguro solo podría pagar el agua y eso porque es gratis, porque si no, ni eso podría permitirme. Al final es Marcus quien termina ganando, cuando les dice a los otros tres, que él invita el almuerzo y ellos la cena.

No me parece un trato justo, ya que ellos podrán pagar entre tres, una cena y Marcus debe pagar el almuerzo, solo. Pero como entre blancos se entienden, yo me quedo calladita, además, si algo he aprendido trabajando aquí, es que uno nunca debe meterse en el bolsillo de otro.

Cualquier persona puede tener más dinero que yo. Mucho más estos, que se le nota a legua que están forrados en billetes.

Pensé que Marcus pagaría con tarjeta, pero no, a diferencia de eso saca una paca de billete y cuenta el dinero de la cuenta. Coloca todo encima de la tarjeta con el monto y cuando estoy por tomar el dinero, sostiene mi mano y me entrega 100 euros. Lo miro atónita, es la primera vez que me dan una propina tan grande.

Le agradezco y me retiro rápido de ahí. No es tanto por el dinero, sino por lo caliente que se sintió su mano cuando abrazó la mía. Sin duda este hombre me está haciendo algo raro.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora