Capítulo 12 ✔️ [Corregido]

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Mi confianza a quien se la gane y mi respeto a quien se lo merezca, miauuu.

-Gatubela.

Ya es martes, desde el domingo no veo bien a Marcus

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Ya es martes, desde el domingo no veo bien a Marcus. Ayer lo vi cuando ya estaba terminando de limpiar su habitación y hoy, pues, apenas comienza el día, pero lo extraño.

Las negociaciones y los trámites con la constructora que se hará cargo del diseño y creación de la nueva empresa acá en España, lo tienen extremadamente ocupado.

Ayer me insistió en que me quedara un rato con él, pero ya era muy tarde, además, ya no me queda mucho dinero y aún falta para cobrar, por lo que debo volver a utilizar el bus, por ahora.

Creo que tanta pizza y taxis, son los culpables.

Son las 10:00 horas y el restaurante está tan abarrotado de clientes, que Esteban y yo, no nos damos abasto. Cuando se desocupa una mesa, de pronto se llenan dos, es una locura

Me he confundido ya dos veces en lo que va de mañana en entregar pedidos. Gracias a Dios que nadie se ha molestado, salvo yo misma, por supuesto.

—Rose, si quieres tómate un descanso, yo me encargo. —Volteo a ver a Esteban y niego. Ningún él se encarga. Hay demasiadas personas y yo no soy ningún parásito.

—Qué manía tuya de querer ocuparte de todo, tú tranquilo, que yo estoy bien. —Esteban me mira no muy convencido y sé que se debe a que hoy estoy más amarilla que de costumbre.

Como ayer me acosté con el estómago a punto de estallar, no creí necesario desayunar hoy, ahora mi estómago parece una orquesta, de los sonidos que está haciendo y más, viendo la cantidad de comida que llevo de mesa en mesa.

—De veras, estoy bien —aseguro, colocando una mano en su hombro y sonriéndole. A lo lejos veo como Marcus entra en el restaurante y frunce el ceño al verme con Esteban, me aparto como si quemara. ¿Estará celoso?

Esteban se da vuelta y camina hasta la cocina, imagino que a llevar o buscar un pedido. No lo pienso dos veces y camino hasta la mesa en donde se ha sentado Marcus.

—Buenos días, caballero, ¿qué desea desayunar hoy? —pregunto, al llegar. Le entrego el menú y él me escanea completa con su mirada. Si tuviera rayos x, de seguro y podría ver mi aburrido conjunto interior de algodón verde bebé.

—Una ronda de tus deliciosos besos, no estaría mal para empezar. —Me sonrojo al instante, eso me gustaría mucho.

—¿Si sabes que puedes ordenar cualquier desayuno, llamando a la recepción del hotel? —inquiero, cambiando el peso de un pie a otro. La sonrisa de Marcus se ensancha.

—Quería verte —confiesa. Ahora la que sonríe ampliamente, soy yo.

—Yo también te eché de menos —admito. Miro hacia todos lados al recordar dónde estoy, intentando ver quién puede estar escuchándonos—. Debo seguir atendiendo. ¿Ya sabes que ordenar? —insisto, ya más seria. Marcus ojea por encima el menú y después lo cierra, entregándomelo.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora