Capítulo 11 ✔️ [Corregido]

12.1K 850 120
                                    

Las reinas malvadas, son las princesas que no fueron salvadas.

-Maléfica.

«Debes esforzarte lo suficiente, para que tu vida sea como la imaginas»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

«Debes esforzarte lo suficiente, para que tu vida sea como la imaginas»

Releo la nota que puse en el espejo de mi baño y me convenzo de que tuve toda la razón al escribirla. Estoy temblando y, en realidad, me puse a leer la nota una y otra vez, para así tener algo que hacer y no salir y enfrentarme con mi madre, mi abuela y Marcus.

Si ayer mi mamá casi me mata con sus preguntas, hoy con mi abuela estoy segura de que no sobreviviré.

Marcus me envió un texto hace unos diez minutos que estaba saliendo del hotel. Sé perfectamente que un taxi del hotel donde trabajo hasta aquí, se tarda solo dieciocho minutos, eso quiere decir que solo tengo ocho minutos para desaparecer.

—Rose, ven a abrir. Tu amigo ya llegó. —Miro mi celular y es cierto, estuve mucho rato planeando cómo huir y se me acabó el tiempo.

Tomo una bocanada de aire, salgo del baño y después de mi habitación, no sin antes verme de nuevo en el espejo, solo para cerciorarme de que estoy bien vestida.

Tengo puesto un jeans azul clarito con una blusa suelta negra. Está de más decir que en los pies tengo unos tenis negros, ya mi madre y mi abuela se encargaron de reprocharme eso. Yo me defendí diciendo que son cómodas.

—Buon pomeriggio, mia regina. —Marcus me sonríe estrujando mi corazón—. Esto es para ti. —Me entrega una cajita verde, sonrío por el color. En sus manos tiene dos ramos de flores, imagino que para mi madre y mi abuela. Lo amarán.

—Gracias, pasa. —Me hago a un lado y Marcus entra, al hacerlo roza mi cuerpo con su codo y yo me estremezco. Lo sé, estoy actuando como una adolescente.

—Mamá, llegó nuestro invitado. —Mi madre sale de la cocina, secándose las manos en su delantal y avisando a mi abuela, quien la sigue haciendo lo mismo.

Son tan idénticas, que si no fueran mi mamá y mi abuela, diría que son hermanas.

Mi abuela tiene 64 años, pero se conserva igual que como si tuviera los 42 que tiene mi madre. Sus ojos verdes son iguales a los míos y los de mi madre, pero su cabello es tan castaño como el de mi madre.

—Mucho gusto, señora. —Marcus extiende un ramo de flores hacia mi abuela y ella —siendo ella—, se le tira encima y lo abraza besando sus mejillas. Yo río feliz.

—Señora la vieja de mi hija y mi nieta, yo soy señorita —replica mi abuela y todos reímos por sus ocurrencias.

—Mil disculpas, entonces. —Marcus le sigue la corriente—. Marcus Lombardi. —Se presenta, mi abuela le sonríe tan cálidamente que sé que ya está flechada por él, como lo estoy yo.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora