Capítulo 39 ✔️ [Corregido]

7.7K 621 41
                                    

CONFIAR EN TI MISMO NO GARANTIZA EL ÉXITO,
PERO NO HACERLO GARANTIZA EL FRACASO.

-Albert Bandaura

-Albert Bandaura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Estoy nerviosa. Hoy será mi primer día como jefa. ¿Pueden creerlo? He llorado hasta decir basta junto a Clara, Maximus, Esteban y Hasta Orlando, ha llorado un poco, pensar que los últimos cuatro años he trabajo en ese hotel y ahora retirarme, me ha afectado más de lo pensado.

El fin de semana fue Ian, quien se encargó de la pizzería, puesto que yo ya me había comprometido con Clara en ayudarla y el sábado estuve todo el día con los ojos hinchados de tanto chillar.

—¿Lista? —Me sobresalto al escuchar la voz de Ian, desde la puerta, asiento.

Tomo una bocanada de aire antes de darme un último vistazo en el espejo y coger mi bolsa para salir tras él. Llegamos al auto y yo estoy temblando, tengo tantas emociones encontradas, que no sé con exactitud cuál es la que más tengo.

Llevamos una hora y tanto en la pizzería y no es por presumir o algo así, pero está a rebosar de gente. Quizás sea solo por que es nueva y ahorita es como el boom, pero mi corazón hace piruetas perfectas de pura alegría.

Ian me ha presentado a todos los empleados. En total son solo seis. Yo insistí en que eran muchos, pero siendo sincera, no tengo corazón para despedir a ninguno. Hay tres personas en la cocina, dos camareras muy monas y un chico en la caja.

Ahora que lo pienso, creo que sí está bien que sean seis.

No me he aprendido los nombres de todos, pero gracias a no sé quién, cada uno tiene una chapa con su nombre en el uniforme, un alivio para mi mente olvidadiza.

Ahora nos encontramos sentados en la oficina, esperando que Lara —una de las de la cocina—, nos traiga nuestra pizza, mientras Ian teclea cosas en el ordenador y yo solo me miro las uñas.

Estoy un poco impaciente, aún no sé qué haré acá y estar sentada viendo mis uñas no me ayuda. Ian levanta la mirada del ordenador, clavándola en mí, no entiendo como después de todo, su mirada sigue intimidandome, pero lo hace.

Siento mi piel erizarse, si su mirada fuera como la de un chico normal, no tendría problemas. Pero él me mira como si fuera una fiera salvaje y yo su bocado favorito y eso me pone a mil. Cierro mis piernas con temor de que no note lo húmeda que estoy. Ian me sonríe y lo veo abrir la boca para decir algo, pero la vuelve a cerrar cuando tocan dos veces la puerta.

Contengo la respiración.

La misma chica de hace un rato entra a la oficina con dos pizzas en ambas manos, no quiero saber como hizo para abrir la puerta. Deja las pizza sobre la mesa a un lado de mí y se retira diciendo que enseguida vuelve con la Coca-Cola. Sonrío y le doy las gracias.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora