Capítulo 41 ✔️ [Corregido]

7.4K 641 130
                                    

Estábamos, estamos, estaremos juntos. 
pedazos, a ratos, a párpados, a sueños.

-Mario Benedetti

—Tranquila, preciosa, está todo perfecto —Ian me susurra al oído mientras enrolla sus brazos por mi cintura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Tranquila, preciosa, está todo perfecto —Ian me susurra al oído mientras enrolla sus brazos por mi cintura. Asiento convenciéndome a mí misma y le doy un casto beso en los labios, el beso comienza agarrar vuelo, pero nos estrellamos cuando el timbre suena. Reímos bajito—. Yo abro. —Lo detengo antes de que avance.

—Yo lo haré, mejor ve a solucionar eso. —Le señalo su hombría levantada y él asiente sonrojado.

Es tan poco habitual verlo sonrojado, que cuando lo está, es toda una obra de arte. Apenas abro la puerta la sonrisa de mis mujeres favoritas es lo primero que veo, les sonrío de vuelta y dejo que pasen. Detrás de ellas entran Javier y Albino, seguido por sus hijas. Cojo aire y cierro la puerta.

Ya en la sala, Ian está como si no hubiera pasado nada y platica con todos a gusto, voy a la cocina por algo de tomar.

—Cariño, ¿estás bien? —Doy un brinco del susto cuando mi madre habla. Volteo y bajo la botella de Coca-Cola que estaba bebiendo de a pico, lo sé, soy una maleducada.

—Sí, por supuesto. ¿Por qué no habría de estarlo? —Sueno más brusca de lo que pretendo.

—Estás tensa —apunta, asiento y me encojo de hombros para restarle importancia.

Debo pensar rápido una excusa, ella es muy perspicaz, descubrirá cualquier mentira. Nunca he sido buena con las mentiras, menos con ella o con mi abuela.

—Estoy cansada, he estado todo el día de un lado para otro. —Eso es cierto, por lo que no le miento. Ella asiente y besa mi frente.

—Todo te ha quedado estupendo, cariño, no tienes nada de qué preocuparte. Ya podrás descansar más tarde. —Le sonrío cálida y dejo la botella donde mismo para salir de la cocina tomada de su mano.

Afuera en la sala, todo sigue igual, han puesto un poco de música y todos ríen y charlan animadamente, esto es nuevo para mí, pero me gusta estar rodeada de muchas personas.

—Yo abro —aviso alto cuando el timbre suena, ninguno me presta atención, bufo y sigo mi camino—. Hola, pasen. —Maximus, Clara, Esteban y otras personas más entran al piso, a fin de cuentas, creo que quedará corto el sitio.

—Ellos son mis hermanos y mi madre, espero no te importe que los haya invitado. —Esteban me presenta a dos chicos muy parecidos a él y una niña como de unos diez años, su madre se ve mayor, más no tanto y luce un hermoso color lila en su cabello, me encanta. Le sonrío y saludo a todos.

—Para nada, son todos bienvenidos. —Estoy que lloro por dentro, pero me contengo.

Clara vino solo con sus padres, tiene una hermana, pero tengo entendido que está en Estados Unidos con su esposo. Me presenta igual a ambos y pronto se unen a la conversación con el resto de mi familia.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora