Capítulo 44 ✔️ [Corregido]

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Sé una voz, no un eco.

El hotel es una locura, nunca había visto tanta tecnología en mi vida, me siento como en la Nasa, en el Área 51 o en Google

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El hotel es una locura, nunca había visto tanta tecnología en mi vida, me siento como en la Nasa, en el Área 51 o en Google. Esto es alucinante, todo es de vidrio —como era de esperarse—, pero cuando digo todo, es todo, me he asomado debajo de la cama solo para comprobar que eso también es de cristal, las sillas, la mesa, la encimera de la cocina.

¡Joder, si hasta los gabinetes de la cocina y el closet son de cristal polarizado! El refrigerador tiene una pantalla en la cual, con la voz o simplemente escribiendo sobre su pantalla táctil, puedes colocar tus planes para ese día, añadamos que la tina tiene una opción para pintar el agua de color, no sé ni cómo lo hace, pero es fantástico.

Toda la habitación también tiene eso de que la luz cambie de color presionando un botón en la pared en el que solo debes pulsar y decir el color que quieras. Lo único malo es que es inglés o chino, y obvio, yo no hablo ni uno ni el otro. Pero Ian me ha estado enseñando varios colores y he pasado gran parte de la tarde cambiando y cambiando de color la habitación.

Estoy fascinada e idiotizada, lo reconozco.

Me ha dado tanto miedo sentarme en la cama, solo de pensar que la puedo partir en cualquier momento. Oh, olvidé contarles que Ian lleva el mismo tiempo que tengo cambiando de colores, sentado en un sofá que hace masajes y hasta trasmite calor, aclaro: *Me siento en la jodida cima del mundo*.

—Tomaré un baño —aviso. Ian no dice nada ni asiente. Creo que se durmió.

Fue un viaje largo, la mayoría del tiempo la pasé durmiendo, pero Ian dijo que estuvimos viajando alrededor de trece horas.

Me quito toda la ropa y creo que fue una mala idea elegir que el agua fuera de color verde, parece un pantano. Con todo el dolor que me causa malgastar agua, toco el botón para que se drene y vuelvo a llenar la tina, escojo que se tiña de color rosa y se ve tan lindo que quiero fotografiarla. Doy vuelta para ir por mi teléfono, al llegar a la habitación, Ian me mira desde la cama y está tan desnudo como yo.

¡Joder, se me ha secado la boca!

—Preciosa. —Solo su voz hace que mis pezones se pongan duros y mi piel se eriza—. Ven acá. —Como un perrito faldero, obedezco. Camino lo más lento posible y en el trayecto voy acariciando mi cuerpo mientras muerdo mi labio.

Apenas llego hasta él, me alza, no lo pienso mucho y enrollo mis piernas alrededor de su cuerpo, uno nuestras bocas. Lo siento caminar, pero no le hago caso y sigo nuestra magnífica guerra de lenguas. Abro la boca sorprendida al sentir agua caliente. Veo a los lados y estamos en un jacuzzi. ¿De dónde salió? Me olvido de todo cuando siento como Ian, entra en mí de una sola vez. Describir la sensación es imposible.

****

—¿A dónde iremos? —pregunto por décima vez desde hace cinco minutos que subimos a la camioneta.

Sr. Lombardi. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora