Monterrey

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El golpe en la puerta de la casita en la que me quedaba en Neverland me hizo volver a la realidad. Dejé de mirarme en el espejo, tomé la maleta que tenía posada sobre la cama y entonces me dirigí hasta ella para abrirla y encontrarme con el mismísimo Michael Jackson esperándome fuera.

Me recibió con una sonrisa amable, como siempre lo hacía.

-       Buenos días – saludó.

-       Hola, Michael – dije yo siendo mucho más informal.

-       ¿Estás lista? –

Asentí con la cabeza.

-       Eso creo – me encogí de hombros.

-       Déjame ayudarte – me quitó la maleta y la tomó él, cargándola mientras caminábamos hasta el auto que nos llevaría hasta el aeropuerto del que el avión privado de Michael despegaría conmigo a bordo.

-       Gracias – fue lo único que pude decir.

No tenía ganas de hablar, estaba muy nerviosa y no podía comprender cuál era el motivo de que me sintiera triste. Eso no debía ser, no era normal, ¿cierto? Estaba a punto de viajar a mi país, a mi ciudad natal, aquella que conocía como la palma de mi mano y que tanto amaba, probablemente estaba a nada de encontrar la forma de volver a mi hogar, a la época adecuada, a la que pertenecía y de la que nunca debí de haber salido, pero aun así, no estaba ni mínimamente emocionada por ello.

No tardamos demasiado en subir al lujoso auto en el que nos trasladaríamos desde Neverland. Estaba seria y callada y sentía un hoyo en el estómago, y no, no había comido nada pero no se debía a ello, me conocía lo suficientemente bien como para saber que aquella sensación no eran más que los nervios de viajar sola a pesar de que iba al lugar del mundo que más conocía y en el que siempre me había sentido tan cómoda.

-       ¿Qué pasa? – me preguntó Michael luego de aproximadamente cinco minutos en completo silencio.

-       Nada – le respondí.

-       No estás hablando –

-       Lo siento – suspiré – estoy nerviosa –

-       Todo va a estar bien – me miró fijamente - ¿De qué tienes miedo? –

-       Es la primera vez en la que voy a viajar sola, y en un avión, eso me aterroriza el doble, aunque claro, me consuela saber que terminaré en Monterrey y es el mejor lugar del mundo entero. –

Michael sonrió.

-       Neverland es el segundo mejor, lo juro – reí

-       Tendría que visitar Monterrey alguna vez para comprobarlo –

-       ¡Por supuesto que tienes que hacerlo! – le animé.

-       Y tú tienes que prometerme que si encuentras al tipo y te ofrece volver al 2014 en ese mismo instante no lo harás, que vendrás a despedirte y acordaremos vernos en el futuro otra vez. – soltó de golpe, parecía preocuparle el hecho de que me fuera sin despedirme.

-       Eso tenlo por seguro, Michael, no me iré sin decirte adiós, eso jamás – entrecerré los ojos - ¿No confías en mí? –

-       Claro que lo hago –

-       ¿Entonces? –

-       No sé, solo me preocupa no volverte a ver. Eres mi amiga ahora –

Aquello me enterneció y me halagó muchísimo, aunque al mismo tiempo me preocupaba, eso no podía ser… es decir, yo había tenido cierto temor desde el principio de tomarle más cariño del que originalmente sentía por él, más no había esperado que él también sintiera alguna clase de aprecio por mí. Esto tal vez se nos estaba saliendo de las manos, pero no había mucho que se pudiera hacer al respecto, al fin y al cabo decían el roce crea el cariño, y nosotros habíamos estado conviviendo mucho durante las últimas dos semanas.

Desde 2014, hasta 1993 #MoonwalKingAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora