Dangerous

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Ir a Neverland con Michael era algo que me emocionaba pero a la vez me preocupaba, aquello sería demasiado, estar aquí en España ya era mucho, pero si viajaba con él y me quedaba en Neverland seguramente habría un cambio en el pasado que podría alterar el futuro y no estaba segura de si algún cambio en los acontecimientos podría ser considerado bueno. Una simple acción que fuera realizada diferente podría cambiar el rumbo de las cosas. Me asustaba si quiera pensarlo. Si iba a Neverland no iba a poder evitar preguntarme a mi misma que rayos había pasado en el 1993 en el que yo no estaba ahí, sino en casa, siendo una bebé inconsciente de todo lo que sucedía fuera de su burbuja protectora.

Hice una mueca y él la notó.

-       Creo que no tienes otra opción, Helena –

-       Trato de pensar en alguna que no implique modificar nada, Michael –

-       ¿Qué es lo que no quieres cambiar? – me preguntó posando su mirada en mi rostro.

Su pregunta me sacudió interiormente. Había muchas cosas en realidad que quería cambiar, evitar que sucedieran; principalmente el hecho de mantenerlo a salvo para que pudiera tener una vida larga y feliz, pero estaba asustada, temía que cualquier cosa que yo hiciera pudiera cambiar también algunos de los aspectos más importantes y felices en la vida de Michael; sus éxitos, su matrimonio con Lisa Marie, que aunque yo no sabía si había sido feliz o no, tampoco podía decidir evitar que sucediera, no podía ser así de egoísta, el nacimiento de sus hijos…

Estaba aterrorizada de que mis acciones por simples e inofensivas que parecieran, hicieran desaparecer todo aquello también.

Sabía que en 1993 comenzaban a hacerse públicas las acusaciones de pederastia en su contra, aunque lo peor aún no sucedía. No tenía demasiado tiempo para decidir que debía hacer.

-       Me asusta lo que pueda pasar – susurré a sabiendas de que me escuchaba.

Él miró el reloj de su muñeca por un instante y luego volvió a observar mi rostro.

-       Ven, charlemos adentro –

Se dirigió a la puerta de su habitación, aquella que tenía el balcón por el cual lo había visto asomarse cuando decidí salir del hotel a despejarme y a buscar algo que no tenía ni idea de cómo encontrar.

Abrió la puerta y gentilmente me dejó entrar primero. Me senté en el borde de la cama y él entró después, cerrando la puerta a su espalda.

-       ¿Y bien? – se sentó a mi lado, bastante cerca.

-       Michael, esto no es justo. No lo es ni para ti, ni para mí. Yo llevo mucha ventaja, ya sé lo que vas a vivir, ya se lo qué vas a pasar, sé lo que estarás haciendo en dos años, sé cómo será tu vida en el 2000, sé cómo lucirás en unos años y como se llamaran tus siguientes álbumes. Tengo miedo, cualquier cosa por insignificante que parezca podría cambiar el rumbo de todo lo que se supone que vas a hacer, cualquier comentario que se me escape. Imagina que me encuentres cantando una canción tuya que aun ni si quiera compones… o peor aún, que me escuches cantar alguna canción de los artistas que conozco en el 2014 y te de la idea de hacer algo similar. No lo sé, no sé qué pasaría y estoy asustada. – Lo miré a los ojos unos momentos, luego me puse nerviosa y bajé la mirada hasta mis zapatos.

-       No tienes que decirme nada, no hablaremos de eso, lo prometo. Haremos tantas cosas divertidas allá que seguro olvidarás todo esto. No tendremos tiempo de pensarlo. No puedo dejarte aquí, no sabiendo lo que sé. –

-       Mmmmm – lo miré entrecerrando los ojos – lo de las “Super Soakers” suena bien. Te ganaré –

Él soltó una carcajada bastante sonora y dio un aplauso. Yo reí también, tenía una risa contagiosa y graciosa. Me gustaba.

Desde 2014, hasta 1993 #MoonwalKingAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora